Reforma tributaria estructural 2016 - Opinión / Columnistas
El debate sobre la reforma tributaria
Julio Roberto Piza Rodríguez
Profesor Universidad Externado de Colombia
El mensaje esencial del informe de la comisión para la reforma tributaria es claro: Colombia necesita una reforma estructural orientada por los principios de suficiencia en el recaudo, equidad horizontal, progresividad, eficiencia económica y eficiencia administrativa. Lo que sigue es algo que no es usual en los procesos de reforma tributaria, un debate público de índole primordialmente técnica a propósito de los instrumentos para lograrlo, antes del proceso de formación del proyecto que le corresponde al Gobierno. Sin embargo, buena parte del debate público se ha centrado en la oportunidad para hacerlo, pero no en las propuestas que se han divulgado inadecuadamente, enfatizando los asuntos más mediáticos y negativos, sin el contexto que los explica. Por tanto, conviene recuperar el sentido de esta novedosa oportunidad de participación pública, previa al proceso de formación de un proyecto gubernamental y por fuera del escenario legislativo propiamente dicho, más aun en una materia que requiere componentes técnicos, antes del debate puramente político.
Las pocas opiniones relevantes se han centrado en la oportunidad, dado que la comisión inicialmente tenía una perspectiva de mediano plazo, pero la situación fiscal se ha deteriorado tanto por la profundidad de la caída del precio del petróleo, que los tiempos se volvieron apremiantes, en una coyuntura política poco propicia, habida cuenta de las prioridades políticas y la sensibilidad que debe enfrentar una reforma tributaria, que pone a prueba la capacidad de entender lo que significa la solidaridad entendida como la primacía del interés público y la dificultad que tenemos como sociedad para construir consensos en el ámbito técnico, a partir de las propuestas formuladas con una sustentación que sería conveniente analizar con juicio.
En relación con la suficiencia del recaudo, que como siempre puede atentar contra el concepto estructural, la propuesta que si bien dice con claridad que es necesario aumentar la carga tributaria, los mayores recursos deben provenir de la ampliación del IVA, dado que el impuesto sobre la renta debe resolver primero la importancia de alentar la inversión y recuperar la competitividad, partiendo de reconocer que las sociedades constituyen vehículos para la inversión, en cuanto generadoras del crecimiento y del empleo y que la verdadera capacidad económica debe medirse en las personas, incluyendo el valor de las acciones y los dividendos de los socios. Es decir, recomponer la distribución, disminuyendo la carga en las sociedades y compensándola con un incremento más que en las tarifas en la cobertura de contribuyentes y en la base gravable.
Las sociedades liquidarían su impuesto partiendo de las utilidades contables con ajustes tributarios específicos que ofrezcan certeza sobre los conceptos de los activos y pasivos, los criterios de valoración y de atribución intertemporal, dado el carácter anual del impuesto. Las personas tendrían una división más sencilla entre las rentas de trabajo y las demás y dos criterios limitativos, tanto en los beneficios como en los costos y gastos para las rentas no laborales.
En el IVA, para mitigar la regresividad que se le atribuye y las distorsiones que puede generar en los precios, se propone una ampliación de la base y un incremento en la tarifa general. Además, la recuperación del IVA de los bienes de capital para los inversionistas que tiene un costo fiscal significativo.
Adicionalmente, la necesidad de modernizar los impuestos territoriales, incluyendo aumentos para los bienes que contienen externalidades negativas para la salud y el medio ambiente y la necesidad de controlar a las entidades sin ánimo de lucro.
Finalmente, posiblemente no haya nada nuevo bajo el sol, es decir, reduciendo drásticamente los beneficios otorgados muy generosamente y bajando los altos índices de evasión, tendremos un sistema tributario más eficiente y equitativo. El primero debe provenir de la voluntad política y el segundo de la administración tributaria, razón por la cual, consideramos que nunca ha sido más válido el aserto de que “un sistema tributario vale lo que valga su administración tributaria”.
Opina, Comenta