Reforma tributaria estructural 2016 - Opinión / Columnistas
El ajuste económico
Salomón Kalmanovitz
Economista e historiador
La destorcida de la economía colombiana comenzó en el 2014. Ese año, la renta petrolera representó el 16 % del ingreso del Gobierno Central (24 billones de pesos) para pasar a cero en el 2016. El Gobierno ha debido reducir drásticamente los presupuestos del 2015 y 2016 y ha anunciado otro recorte en el presupuesto del 2017 de casi el 3 %.
Sin embargo, ha aplazado varias veces la presentación de una reforma tributaria estructural que debe sustituir, por lo menos en parte, los ingresos perdidos. El déficit fiscal se calcula en el 4 % del Producto Interno Bruto (PIB), que le hizo elevar el ceño a las agencias calificadoras de riesgo; de no presentar la reforma tributaria al Congreso en lo que queda del 2016, podrían darle una calificación de bono basura a los títulos colombianos.
La tasa de cambio pasó de 1.700 pesos en el 2013 por dólar a 3.300 pesos, a principios del 2016. Gracias a una recuperación de los precios del petróleo en agosto ha reducido su nivel a 2.900 pesos. El déficit en cuenta corriente del país pasó a representar un -6,4 % del PIB, que es un guarismo alto y peligroso. Aunque todos los países latinoamericanos pasaron por un deterioro similar de los términos de intercambio, Colombia estaba más desajustada en su gasto, tanto público como privado, frente a su ingreso externo; por eso, los déficit externos de Chile y México son de -1 % y -2 % del PIB, respectivamente. Quizá Colombia fue un país con unas élites bastante voraces frente a la bonanza, pero fueron, obviamente, más responsables que las de Venezuela, Argentina o Brasil.
La política monetaria restrictiva, que ha aumentado sistemáticamente la tasa de interés de intervención del Banco de la República al 7,75 % anual, ha contribuido a reducir el gasto privado. Los recortes fiscales, a su turno, han reducido el gasto público. La devaluación, por último, ha contribuido a reducir las importaciones. Los tres factores han actuado para que el déficit en cuenta corriente se comience a corregir: se espera que baje a -5,3 % del PIB, en el 2016, y a -4,3 %, en el 2017, según la proyección optimista del Banco de la República.
El crecimiento económico se ha venido reduciendo paulatinamente: de casi el 6 %, en el 2013, al 2,5 %, en el primer trimestre del 2016. El gerente del Banco Central Colombiano, José Darío Uribe, teme que la demanda caiga demasiado, por el deterioro externo y la política monetaria dura. El desempleo, sin embargo, se sigue reduciendo, gracias a la magia del DANE, contra la evidencia de que la construcción también se viene frenando y ese es el sector que más empleo no calificado provee en la economía nacional.
La inflación, entre tanto, casi alcanza el 9 % en julio, cabalgando sobre un fuerte fenómeno de El Niño y un extorsivo paro camionero. Eso ha sido duro para los asalariados, que consiguieron aumento de sus ingresos de acuerdo con la inflación del año anterior. Gracias a las lluvias generosas y a la solución del conflicto con el gremio transportista, se espera que en agosto caiga la inflación con bastante fuerza y el Banco de la República deje de subir su tasa de interés.
Posiblemente, hacia enero del 2017 pueda comenzar a bajarla aplicando una política laxa que lubrique el crecimiento económico, si es que el Gobierno logra una reforma tributaria que contribuya al equilibrio de sus finanzas y de toda la economía, incluyendo, claro está, el sector externo. No va a ser fácil.
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