05 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 1 hora | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

Conflictos armados, economías desarmadas: el precio global de las guerras modernas

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Jorge Arango Velasco
Profesional en Finanzas de la Universidad Externado de Colombia

“El leve aleteo de una mariposa puede sentirse al otro lado del mundo”. Este proverbio chino simboliza la teoría popularmente conocida como el efecto mariposa, el cual recalca la conexión que une a los más de 8.180 millones de seres humanos (worldodometers.info). Si esto pasa con las alas de una mariposa, qué decir entonces del poder de fuego de los conflictos bélicos. Estos tienen repercusiones económicas que trascienden fronteras con efectos que se propagan rápidamente a través de los mercados financieros, las cadenas de suministro y los flujos comerciales, generando ondas de impacto que se sienten en todo el planeta. La interconexión de las economías modernas amplifica estos efectos, convirtiendo, incluso, conflictos localizados en asuntos de preocupación global.

Los conflictos armados representan una carga económica significativa a nivel mundial: Desde el gas en Ucrania para asegurar un abrigado invierno en Europa del Norte, pasando por el precio del petróleo en el Medio Oriente. Más que el batir de las alas de una mariposa, los conflictos son un ciclón, que definitivamente se siente en todo el mundo.

Uno de los impactos más inmediatos y significativos de los conflictos es el aumento de los precios de las materias primas. El caso de la guerra en Ucrania es particularmente ilustrativo. En marzo de 2022, el precio del petróleo Brent alcanzó los 139 dólares por barril, su nivel más alto desde el 2008[1]. Este aumento en los precios energéticos tiene efectos en cadena en la economía global, afectando los costos de producción y transporte en diversos sectores. El incremento en los precios del petróleo no solo afecta a los consumidores a través de mayores costos de combustible, sino que también eleva los costos de producción en industrias que dependen fuertemente de los derivados del petróleo, como la manufactura de plásticos y productos químicos.

Además del petróleo, otros bienes básicos también han resultado impactados por los conflictos. Los precios de los alimentos, por ejemplo, han experimentado aumentos significativos cuando los países productores clave se ven envueltos en conflictos. Esto tiene consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria global, especialmente en países de bajos ingresos que dependen en gran medida de las importaciones de alimentos, teniendo en cuenta que el trigo representa el 20 % de la ingesta de calorías a nivel mundial, países como Pakistán (con 235 millones de habitantes) importaba el 49 % del trigo consumido desde Ucrania.

Los conflictos también perturban las cadenas de suministro globales. La interrupción de rutas comerciales, el cierre de espacios aéreos y la imposición de sanciones han aumentado los costos logísticos de este mundo globalizado. Por ejemplo, el cierre del espacio aéreo ruso obligó a las aerolíneas a tomar rutas más largas entre Europa y Asia, aumentando los costos y tiempos de transporte en más de un 60 %[2].

Los conflictos armados también tienen efectos a largo plazo en la economía global que trascienden el efecto inmediato en los precios, por ejemplo, el Banco Mundial estima que los países afectados por conflictos experimentan una reducción promedio del crecimiento económico del 2,5 % anual. Esta disminución en el crecimiento puede persistir durante años después del fin del conflicto, ya que la reconstrucción de la infraestructura y la restauración de la confianza de los inversores suelen ser procesos largos y accidentados.

De una forma más estructural en la sociología, los conflictos prolongados conducen a una “fuga de cerebros”, con consecuencias duraderas para el desarrollo económico. La emigración de profesionales altamente cualificados priva a los países afectados por conflictos de un capital humano crucial para la recuperación y desarrollo a largo plazo. Esta pérdida de talento, en el largo plazo, exacerba las desigualdades económicas entre naciones y dificulta, aún más, la recuperación posconflicto.

En última instancia, la prevención y resolución pacífica de conflictos no solo es crucial desde una perspectiva humanitaria, sino también para mantener la estabilidad económica global y promover un crecimiento sostenible. Los costos económicos de los conflictos, que el Instituto para la Economía y la Paz estima en 14,4 billones de dólares en 2019 (equivalente al 10,5 % del PIB mundial)[3], subrayan la importancia de la paz para la prosperidad global.

Esta cifra asombrosa incluye no solo los costos directos de los conflictos, como la destrucción de infraestructura y la pérdida de vidas, sino también los costos indirectos como la reducción de la productividad, la fuga de capitales y la pérdida de oportunidades de desarrollo. Además, el costo de oportunidad de los recursos dedicados a los conflictos es inmenso, considerando cómo estos fondos podrían haber sido utilizados para abordar desafíos globales como el cambio climático, la pobreza o la desigualdad.

La experiencia de la guerra en Ucrania y las tensiones en Oriente Medio demuestran que, en la economía global actual, ningún conflicto es verdaderamente local. Las consecuencias de la inestabilidad en una región pueden sentirse en todo el mundo, afectando desde los precios de los alimentos hasta los mercados financieros globales. Esta interconexión subraya la necesidad de un enfoque global y cooperativo para la prevención y resolución de conflictos.

Los conflictos bélicos en la era de la globalización tienen impactos económicos profundos y de largo alcance. Desde la volatilidad de los precios de las materias primas hasta la disrupción de las cadenas de suministro globales; desde la inflación hasta la reducción del crecimiento económico a largo plazo, los efectos de los conflictos se sienten en todos los rincones de la economía global. La magnitud de estos impactos subraya la importancia crítica de los esfuerzos diplomáticos y de cooperación internacional para prevenir y resolver conflictos, no solo por razones humanitarias, sino también como un imperativo económico global. Solo a través de la paz y la estabilidad podremos construir una economía global más resiliente, equitativa y próspera para todos. La interconexión de nuestras economías hace que la búsqueda de la paz sea no solo un ideal moral, sino una necesidad económica urgente en nuestro mundo cada vez más globalizado.

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[1] U.S. Energy Information Administration (EIA), "Petroleum & Other Liquids", 2022.

[2] https://unctad.org/news/war-ukraine-raises-global-shipping-costs-stifles-trade

[3] Institute for Economics & Peace, "Global Peace Index 2020", 2020. Tener en cuenta que los EEUU representan cerca del 24% del PIB mundial-

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