Opinión / Columnistas
Cambio en la postura monetaria
Salomón Kalmanovitz
Economista e historiador
El Banco de la República adoptó el régimen inflación objetivo hace tres lustros. Se trata de un esquema inspirado por las medidas contracíclicas que se adoptaron durante la Gran Depresión (1929-1936), uno de cuyos proponentes fue Ben Bernanke, quien la estudió concienzudamente. John Taylor fue otro de sus teóricos que diseñó una ecuación que contiene la tasa de interés que puede manipular el banco central (la del mercado interbancario), la inflación, el nivel de ocupación de la economía y la tasa de cambio. El mercado interbancario es de muy corto plazo; en él, los bancos comerciales ajustan sus balances y el Emisor lo interviene de manera suficiente para determinar su tasa de interés. Con un rezago de tiempo, las tasas pasivas y activas de todo el sistema financiero siguen la tasa de referencia del Emisor.
La autoridad monetaria deberá apretar su política cuando la inflación esté aumentando, la economía esté en un nivel alto de ocupación y la tasa de cambio esté perdiendo valor. Por el contrario, deberá suavizarla cuando se den condiciones de baja inflación y poco crecimiento. El banco fija una meta de inflación y si la economía se aleja de ella, corre el riesgo de que las expectativas de los agentes – trabajadores, empresarios, comerciantes e inversionistas en bonos - contribuyan a que ajusten sus precios de manera creciente.
En el caso colombiano, la junta directiva del Emisor observó que la inflación está por encima de la meta, cuyo máximo es el 4 %, y las expectativas se están anclando en niveles que auguran inflaciones mayores hacia futuro, por lo cual decidió aumentar la tasa de interés en 0,25 %, a 4,75 % anual. Con ello busca dejar claro ante todos que está resuelta a combatir la inflación con decisión.
En su comunicado informa, además, que “la transmisión de la depreciación nominal a los precios al consumidor y el incremento en los costos de las materias primas importadas, así como la menor dinámica en la oferta de alimentos, explican en gran parte la aceleración de la inflación en lo corrido del año”. La balanza comercial a julio del 2015 marca un déficit de US$8.475 millones, a pesar de una devaluación muy fuerte, del 55 % en un año. Aunque la Junta no lo justifica explícitamente, una tasa doméstica de interés más elevada puede incidir en reducir las importaciones y en mejorar el flujo de capital externo hacia la economía nacional y, por lo tanto, contrarrestar en alguna medida la devaluación del peso. Así mismo, influye sobre las expectativas de los agentes internacionales por la determinación de combatir la inflación y la devaluación excesiva de la moneda.
El problema que enfrenta el Banco de la República es que la economía se está desinflando rápidamente, debido a la pérdida de ingreso sufrida por la baja de precios de los bienes que exportamos, y el aumento del tipo de interés lo agravará. El comunicado aduce, sin embargo, que Colombia ha logrado crecer 2,9 % durante el primer semestre, a pesar de las adversidades, y por eso la Junta no vaciló en tomar una decisión unánime de apretar su política.
Las dos opciones que tiene el Emisor son problemáticas: garantizar una mayor estabilidad macroeconómica con una menor inflación, pero menos crecimiento al apretar la política monetaria o ampliarla, propiciando un mayor crecimiento económico sin contar con las divisas requeridas para lograrlo y que, por lo tanto, podría abortar.
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