Partidos políticos y presidentes
Juan Manuel Charry Urueña
Abogado constitucionalista. Presidente del Instituto Libertad y Progreso
jcharry@charrymosquera.com.co @jmcharry
Colombia es una república democrática con separación de poderes, en contraposición a las monarquías teológicas centralizadas. La soberanía reside en el pueblo y de este emanan los poderes públicos. El Congreso hace la ley, el Gobierno la ejecuta y los jueces la aplican de manera definitiva. Ahora bien, hay órganos de control, organización electoral y banca central, además de la descentralización territorial. Lo cierto es que una cosa es el diseño constitucional y otra muy distinta su funcionamiento. Hoy, los gobiernos legislan y los jueces fijan políticas públicas.
El sistema de gobierno es presidencial, pues el presidente es elegido popularmente en una fecha distinta a la elección de Congreso, tiene legitimidad política propia, representa al Estado, tiene iniciativa privativa del gasto público, así como iniciativa legislativa y, en algunas materias, también privativa, sin perjuicio de las facultades legislativas excepcionales y de emergencia.
Los partidos políticos, en teoría, deberían coordinar las actividades legislativas y gubernamental, pues el partido del presidente debería tener una amplia representación en el Congreso, incluso mayoritaria. Así, los planes y programas de gobierno se instrumentarían fácilmente en el Legislativo. Pues bien, el sistema está distorsionado, muchos presidentes llegan sin respaldo legislativo suficiente, entonces, se acude a las malas prácticas políticas de participación burocrática, cupos indicativos del presupuesto, indebida celebración de contratos, para la conformación de las mayorías parlamentarias, burlando la voluntad popular, lo que recientemente han dado en llamar, equivocadamente, repartir “mermelada”.
Primero se podían conformar partidos con tan solo 50.000 firmas, se llegó a tener más de 70 partidos políticos. Luego vinieron las reformas políticas del 2003, del 2009 y la reelección presidencial, sin contar otros ajustes y la implementación del Acuerdo con las Farc. Entonces, se introdujeron umbrales, bancadas, silla vacía, entre otros. Así las cosas, el sistema de partidos resulta errático e incierto.
* Nueva Fuerza Democrática. ** Partido de la U.
Las cifras del cuadro muestran la afiliación política del presidente y el respectivo número de senadores, aunque no reflejan todas las afinidades ideológicas y coaliciones, por ejemplo, en el gobierno de Pastrana (1998), el apoyo del Partido Conservador, con 20 senadores. Ahora bien, el único que logró el respaldo legislativo mayoritario fue el gobierno de Samper, 1994, que fue calificado como aplanadora liberal, mientras que el primer gobierno de Uribe prácticamente no tenía representación en el Congreso. Lo cierto es que los movimientos de los presidentes tienen exigua representación en el Senado, en casi todos los casos inferior al 20 %.
Según la reciente encuesta de CM&, la mayoría de los candidatos presidenciales, para el periodo 2018, muestra una intención de voto muy superior a la simpatía por los partidos que pudieran apoyarlos, es más, muchos de ellos se presentaron por firmas. La excepción es Iván Duque, nominado por el Centro Democrático, pero próximo a consulta con dos candidatos por firmas.
En fin, la estructura política está desarticulada, el sistema de gobierno marcadamente presidencialista y el sistema de partidos errático e incierto, lo que favorece las aspiraciones personales más propensas a las malas prácticas políticas, para lograr las mayorías en el Congreso. Las próximas elecciones del 2018 no serán la excepción, por el contrario, lucen más acentuadas en el personalismo y con menos controles partidistas. Lo que veremos serán las maquinarias electorales funcionando para obtener puestos y participaciones en el presupuesto. Agradeceré comentarios.
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