14 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 3 hours | ISSN: 2805-6396

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Origen nazista y marxista del Nuevo Derecho (IV). El caso colombiano

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Javier Tamayo Jaramillo

Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia y tratadista

tamajillo@hotmail.com

 

Colombia, a partir de 1991, ingresó en el activismo judicial de izquierda, aunque tanto la doctrina como parte de la jurisprudencia se cuidan de utilizar el lenguaje de la izquierda marxista de hace algunas décadas, lo que les ha permitido penetrar el pensamiento de los jueces y de la sociedad sin ser descubiertos.

 

Desde el punto de vista de la doctrina, ha sido el profesor Diego López Medina quien ha liderado la doctrina del Nuevo Derecho. En su obra El derecho de los jueces, el autor mezcla confusamente el activismo judicial de corte liberal (D. Kennedy, Dworkin, Alexy) con el activismo judicial de corte marxista y unipartidista, aunque se cuida de las denominaciones propias de esta última corriente. Con el siguiente párrafo demuestra que su verdadero ideario es la lucha permanente de los jueces por el poder, y la lucha de clases, es decir, vivir a toda hora en “estado de excepción”, principio básico de las dictaduras.

 

Afirma el autor: “Sería extraño que los actores jurídico políticos se limitaran pasivamente a aceptar arreglos distributivos de la potestad de creación de normas, sin dar batallas por aumentar su capacidad sobre tan importante insumo político (…). El análisis anterior muestra que la puja por el control de las fuentes del derecho es una confrontación con contenido político entre ramas del poder público y, detrás de dichas ramas, entre formaciones sociales con maneras alternativas de entender el estado y la sociedad en la que cada grupo interesado, usa recursos político constitucionales para modelar a su favor los contornos del sistema”.

 

Es decir, no se trata de un estado de normalidad y paz propio del Estado social de derecho, sino una puja permanente entre clases sociales y entre las ramas del poder. O sea, la aplicación de la lucha entre amigo y enemigo.

 

Solo una pregunta que López Medina no se plantea: ¿Qué harán los jueces cuando triunfen en esa lucha entre poderes, y triunfe la lucha de clases? Es claro que ellos no podrán  convertirse en Poder Ejecutivo, y por lo tanto, ese poder quedará necesariamente en manos extrañas totalitarias, de izquierda. Y los tribunales ya no serán activistas judiciales, sino incondicionales del nuevo poder. El activismo judicial como arma de lucha política se acaba cuando se cumple lo que propone López Medina.

 

En cuanto a la jurisprudencia de la Corte Constitucional, debo decir que en su gran mayoría se trata de jueces demócratas, que solo quieren ser justos hasta el extremo de que a menudo  violan la Constitución con su activismo desmedido. Es decir, no calculan las consecuencias políticas de su decisionismo. Aunque es innegable que con la tutela contra decisiones judiciales han protegido los derechos de los débiles, y han hecho respetar los derechos fundamentales, lo cierto es que por esa misma puerta de los justos han entrado los corruptos y se ha perdido el derecho a la igualdad.

 

En efecto, la mayor debacle de la justicia se ha presentado por la corrupción surgida del activismo judicial en la selección y revisión de tutelas, o por las presiones del Ejecutivo para legitimar sus desviadas actuaciones. Con el activismo de la Corte, desapareció el derecho del pueblo para convocar a un referendo para reformar la Constitución. Herida mortal a la democracia directa, principio fundamental de la Carta. Junto al derecho a la presunción de inocencia existe el derecho fundamental a la duda.

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