Opinión / Columnistas
El desafío del derecho latinoamericano
Francisco Barbosa
Ph D en Derecho Público
Universidad de Nantes (Francia)
@frbarbosa74margencultural.blogspot.com
La elección de Mauricio Macri en Argentina, la crisis política y económica en Brasil, el proceso de enmiendas constitucionales en Ecuador y las elecciones regionales en Venezuela plantean un desafío para el derecho constitucional en la región, derivado de la imposibilidad en el cumplimiento del amplio catálogo de los derechos sociales.
Sobre este aspecto, debe tenerse en cuenta que una de las características de América Latina en los últimos 20 años fue la elaboración de cartas constitucionales o grandes reformas constitucionales con un fuerte inventario de derechos fundamentales. Países como Brasil (1988), Colombia (1991), Venezuela (1999), Perú (1993), Ecuador (1998 y 2008), Argentina (Reforma de 1994), México (Reforma de 2011) y Bolivia (2009) son palmarios ejemplos de esto.
Argentina, como otros países, establecieron modelos de gobierno que alimentaron el debate sobre los derechos. Esta apuesta ideológica fue aprovechada por los movimientos políticos para desplegar tres mecanismos: (i) Creación
de acciones de protección (ii) Instauración de jurisdicciones constitucionales con un fuerte contenido de tutela de derechos y (iii) Formulación de una política de subsidios.
Entre los primeros, se encuentra el fortalecimiento o el surgimiento de las acciones de amparo, tutela o el “mandato de segurança”. Esto ha permitido la construcción de una acendrada puesta en marcha de los derechos fundamentales. Un segundo aspecto tiene que ver con la creación de jurisdicciones constitucionales que plantean una ruptura con la clásica manera de entender la administración de justicia en América Latina derivada del sistema de casación. La región –no toda–, optó por el camino de darle importancia a los derechos atando su cumplimiento a órganos de cierre que permiten la defensa de los mismos. Incluso, aquellos países que no establecieron cortes o tribunales constitucionales han fortalecido la defensa de los derechos en sus tribunales de casación clásicos –México, Brasil y Argentina–.
El tercer punto no tiene que ver con la juridicidad sino con la administración pública. En ese aspecto, el enriquecimiento de los países a través de la explotación de recursos naturales no renovables, ha hecho que se establezcan estrategias de subsidios directos como los que se observan en gran parte de la región. Esta tercera medida complementó las otras dos para efectos de reducir pobreza, materializó la carta de derechos y prolongó los mandatos de los presidentes que ponían en marcha esas políticas.
En algunos países, se han aplicado la tres premisas y en otros alguna de las tres. Pero han sido los pilares de lo que Roberto Viciano y otros doctrinantes han denominado “El Nuevo constitucionalismo latinoamericano”.
Estos cambios que operaron en América Latina, se pondrán a prueba por dos razones. La primera de ellas, se deriva de la disminución de recursos económicos por la caída de precios del petróleo y, la segunda, por el giro ideológico que empieza a vaticinarse en nuestro continente.
Sobre el primer punto, es cierto que gran parte de la crisis de Brasil, Ecuador, Argentina y Venezuela está dado por la imposibilidad de los gobiernos de continuar con la política de entregar subsidios, en muchos casos sin mayor control, lo que produce desajustes institucionales como sería el riesgo de “impeachment” en Brasil contra Dilma Rousseff, la crisis monetaria en Ecuador por su dolarización o las inminentes devaluaciones en Venezuela y Argentina.
El giro ideológico, por su lado, encuentra países con dificultades económicas, con imposibilidad de cumplir con el nivel de subsidios, sin que, en la mayoría de los casos, se haya edificado una institucionalidad estable.
Con este escenario, el famoso “nuevo constitucionalismo latinoamericano” nos puede transportar a la “década perdida” de América Latina de los noventa. En esa nueva circunstancia, si nuestro continente quiere enfrentar estos escenarios tendrá que poner el acento en el trabajo, la paz social y la educación, sin abandonar todo lo realizado por los gobiernos de izquierda. América Latina debe entender que no pueden subsistir con la simple costumbre de recibir. Es necesario aportar.
Una de las características de América Latina en los últimos 20 años fue la elaboración de cartas constitucionales o grandes reformas constitucionales con un fuerte inventario de derechos fundamentales.
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