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Retos del constitucionalismo contemporáneo
Juan Manuel Charry Urueña Abogado constitucionalista Twitter: @jmcharry |
Las vertiginosas transformaciones de nuestro tiempo no son ajenas a las instituciones constitucionales.
De una parte, se han internacionalizado los derechos de las personas y de contera se han creado tribunales y cortes internacionales para garantizar su eficacia; también, el trabajo, el comercio, la propiedad intelectual y algunos aspectos penales son competencia de organismos mundiales.
De otro lado, ante el vaciamiento de contenidos constitucionales, diferentes aspectos propios de las leyes buscan mayores proyecciones y estabilidad elevándose al rango de norma constitucional, generando como resultado constituciones reglamentarias, extensas, con eficacias relativas y controles constitucionales que administran lo que otrora eran temas legales. En paralelo, la democracia y el liberalismo se ven amenazados por la demagogia, el caudillismo y las garantías formales.
El mundo es cada vez más pequeño, homogéneo e interrelacionado, y se gestan estructuras de poder mundial ya anunciadas por Kant y Kelsen, mientras que las políticas locales pierden márgenes de decisión y quedan reducidas a manejar presupuestos provenientes del recaudo de impuesto y de empréstitos, para proveer los servicios que ofrece el Estado de Bienestar. Así, la deuda se ha convertido en un poderoso instrumento de regulación global.
En este panorama, las constituciones ya no son documentos autónomos e independientes, producto de decisiones soberanas y supremas, sino que hacen parte de una nueva cadena de poderes globalizados que responden a intereses económicos y estratégicos, que a su vez se traducen en políticas de las organizaciones internacionales que deben seguir los Estados nacionales como ejecutores locales.
El constitucionalismo contemporáneo debería acometer, como primer reto, la tarea de descifrar y describir esas nuevas estructuras de poder en gestación, como esa red de funciones que cumplen la Organización de Naciones Unidas (ONU) y demás organizaciones funcionales y regionales, así como el papel que desempeñan EE UU, la Unión Europea, China y Japón, y del mismo modo las grandes empresas multinacionales. Se trataría de establecer la nueva constitución global que está emergiendo y las posibilidades de organización y regulación expresas, de manera que los demás Estados tuvieran un lugar definido, unos derechos y garantías respecto de ese nuevo esquema de poder mundial.
Un segundo reto consistiría en establecer la constitución real de los Estados, esto es, establecer cuál es la forma y cómo se distribuye y funciona el poder político. Por ejemplo, para nuestro caso colombiano, comprobar la hipótesis de un gran poder presidencial en donde el Congreso funciona más como un apéndice de este, que reclama participación burocrática e inversiones regionales a cambio de la aprobación de los proyectos, donde los jueces aparecen como una rama casi olvidada y rezagada en inversión y tecnificación, y donde la autonomía de las entidades territoriales se encuentra relativizada a las políticas y controles centrales. Establecer con realismo el desempeño de las funciones de poder público interno permite contrastar con la constitución formal, para establecer los grados de coincidencia o desviación, de la misma forma que propuso Loewenstein al clasificar las constituciones en normativas, nominales y semánticas, conforme a su aproximación o no con la realidad. Siempre resultará conveniente, desde las perspectivas de la ciencia política y de la sociología conocer el desempeño real de los poderes públicos.
Un tercer reto sería proponer la constitución ideal, la articulación con el orden jurídico internacional, las instituciones y entidades cuyos mejores diseños han demostrado ser menos vulnerables a las prácticas políticas perniciosas, a la corrupción y a la ineficiencia. Evaluar aquellos casos en que se deben adoptar modelos federales o autonómicos por contraposición a los centralizados. Superar el presidencialismo latinoamericano para establecer sistemas parlamentarios con partidos políticos organizados. Modernizar y sistematizar la administración de justicia, para que ofrezca respuestas rápidas, oportunas y previsibles, que garanticen la seguridad jurídica. Indicar los sistemas electorales más próximos a los ciudadanos, es decir, aquellos que sirvan mejor a la representación, la rendición de cuentas y el control político. Afinar los bancos centrales que han demostrado su eficiencia y eficacia en materias monetaria, cambiaria y crediticia.
Pareciera que el mundo se encamina hacia la conformación de una nueva manera de gobierno mundial, en donde el entendimiento y participación de las naciones en estos momentos será determinante. Ante esta nueva distribución de poderes, resulta indispensable revisar las constituciones nacionales en cuanto a sus desempeños reales. Para el reacomodo de poderes y fuerzas, sería conveniente proponer un modelo ideal de constitución que sirva de referencia para realizar los ajustes cuando se requieran.
En fin, el constitucionalismo contemporáneo se enfrenta a tres nuevas situaciones: constitución global, constituciones reales y modelo de constitución ideal, que requieren de análisis, comprensión y propuestas.
Agradeceré comentarios: jcharry@charrymosquera.com.co
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