15 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 17 hours | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

¿Derecha o izquierda?

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Francisco Barbosa

Ph D en Derecho Público Universidad de Nantes (Francia).

Docente Universidad Externado, @frbarbosa74

 

Los analistas, los periodistas políticos y algunos académicos han venido utilizando en sus análisis de forma reiterativa las palabras “derecha e izquierda”. Estudiando esta diada, es posible encontrarse múltiples miradas académicas dentro de la Historia, la Ciencia Política y el Derecho Constitucional.

 

Esta visión de la derecha y la izquierda surgió en Francia en el ámbito de la Revolución Francesa. Durante el mes de septiembre de 1789, los partidos se ubicaron en las tribunas de la Asamblea Nacional. Los gobiernistas que seguían convencidos de la existencia de la monarquía se dispusieron a la derecha, y quienes se opusieron al poder real (Jacobinos) y además motivaron la violencia en Francia se establecieron a la izquierda. Aquellos que estuvieron en el centro eran los indecisos; los moderados.

 

Esta construcción, como se observa, era netamente espacial. Tal vez, esta forma de ubicarse en el hemiciclo estaba dada por la idea religiosa, que, paradójicamente, condenaba la revolución: a la derecha del padre se sientan los elegidos; a la izquierda, los rechazados. No es gratuito que en italiano la palabra “sinistra” es izquierda y en castellano la palabra “siniestra” nos conduce a la perversidad o mala intención. Incluso, esa palabra se asimiló a lo femenino en el mundo griego y a la brujería en la Edad Media. Una forma de excluir.

 

En el campo de la Ciencia Política, las expresiones “derecha e izquierda” han dado mucho de qué hablar. En ese aspecto, se destacan autores como Revelli, Gustavo Bueno, Confrascesco, Rawls o el mismo pensador Norberto Bobbio quien escribió un célebre opúsculo intitulado Derecha e izquierda: razones y significados de una distinción política (Taurus), 1995. En el libro, Bobbio plantea que la derecha y la izquierda no pueden ser miradas desde una perspectiva simple, sino con una cierta complejidad. Por ello, el autor indica que la lucha por resolver la desigualdad es una de las características de la izquierda. La derecha, por su parte, privilegia la libertad de los individuos para que se produzca su igualación y la autoridad. Empero en medio de esa diada, se ubican, como advierte Bobbio, la centro-derecha (ideas libertarias y no igualitarias con respeto al principio de la igualdad ante la ley), la centro-izquierda (ideas igualitarias y libertarias), la extrema izquierda (ideas igualitarias y autoritarias) y la extrema derecha (ideas antiliberales y antiigualitarios).

 

Por último, estos dos enfoques disciplinares deben dialogar con el constitucionalismo. Es así como en Colombia, existe un Estado social de derecho cuyo catálogo de derechos políticos, económicos, sociales y culturales han sido desarrollados por la Corte Constitucional. También se establece en el artículo 2º de la Constitución de 1991 el principio según el cual el Estado debe garantizar la vida, honra y bienes de los ciudadanos. En la Carta se recuerda que la paz es un derecho y deber de obligatorio cumplimiento y que la seguridad es un mandato constitucional y, por ende, debe entenderse como un bien público.

 

En ese sentido, el igualitarismo propio “de la izquierda” y la “libertad” propio de la derecha hacen parte de la Constitución como un todo, estableciendo un marco moderado y centrista para desarrollar el Estado social de derecho. Sobre este particular, el exministro y exfiscal Alfonso Gómez Mendez, en su columna en El Tiempo titulada Confusión Política (mar. 7/18) señala que: “Si propender por el respeto al Estado de derecho y las instituciones, a las decisiones judiciales, al adecuado manejo del orden público, al combate de todas las formas de criminalidad es bandera de la derecha, también lo sería la Constitución, que plantea tales principios (…). Lo que de veras le conviene a Colombia es aplicar los postulados de la socialdemocracia (inmersos en nuestros textos constitucionales), que, sobre la base del respeto al orden y a la propiedad privada, propenden por la distribución de la riqueza, la igualdad y la justicia social”.

 

Desconocer los postulados de la Constitución de 1991 no es ser derecha o ser de izquierda es simplemente ubicarse en un extremismo inaceptable que destroza las instituciones y horada el espíritu democrático de una sociedad. Por ello, amenazar con expropiar u obsesionarse por lo que Bobbio llamaba “los igualitarismos utópicos de Sorel”, yendo más allá de lo que dice la Constitución, no es otra cosa que el totalitarismo que puede asumir máscaras de extrema izquierda o extrema derecha. Esas posturas salvajes de ruptura (amigo-enemigo) son las que han pululado en América Latina y otros continentes con personajes como Chávez, Maduro, Ortega, Morales, entre muchos otros.

 

Siempre es mejor ver en medio de las sombras.

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