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Opinión / Análisis


Presencialidad laboral: ¿ahora quién califica a quién?

09 de Diciembre de 2021

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Presencialidad laboral: ¿ahora quién califica a quién? (GettyImages)

Carlos Arturo Barco

 

Carlos Arturo Barco Alzate

Socio de Álvarez Liévano Laserna

carlosbarco@allabogados.com

 

Tras casi dos tortuosos y frustrantes años de pandemia, las empresas y el sector productivo en general comienzan a proyectar cómo será el trabajo para el año 2022 y todos están pensando en lo mismo: presencialidad laboral, ¿cuándo? y ¿cómo? En mayor o menor medida, los distintos renglones de la economía regresaremos a actividades presenciales en el corto plazo, pero, sin duda, nada volverá a ser igual.

 

La decisión de volver a la presencialidad, en todo caso, la van a tomar los jóvenes trabajadores talentosos y no los empresarios. Así que es mejor estar advertidos y preparados.

 

Algunos cuestionamientos

 

Las preguntas que se hacen los ejecutivos son claves: ¿es necesario?, ¿quiénes?, ¿qué actividades se requieren presenciales?, ¿qué personal puede mantenerse remoto? Sin embargo, las compañías no pueden perder de vista que, sobre todo para cargos calificados y de conocimiento especializado, la ventaja la tienen los trabajadores y no los empleadores.

 

En efecto, uno de los efectos colaterales de la virtualidad y el trabajo remoto que vino como consecuencia de la pandemia es que tanto las empresas como los trabajadores se dieron cuenta de que es posible trabajar de forma deslocalizada. Desde un apartamento en Chapinero, un cafetín en Manizales, un coworking en Cartagena, un restaurante en París o un bar en New Orleans. Al final, mientras el trabajo esté hecho, realmente no importa desde dónde se haga.

 

Si ello es así, al momento de exigir un regreso a la presencialidad, son los empleadores los que van a ser medidos por los empleados y no al contrario (además, con un rasero bastante riguroso). Los jóvenes profesionales que integran gran parte de los cargos calificados y son los prospectos de ascenso inmediato dentro de las compañías lo tienen clarísimo y no dudarán en escoger el lugar de trabajo que mejor se acomode a sus necesidades y gustos.

 

Renunciarán a sus empleos, si la presencialidad no es necesaria para el buen trabajo que ya saben que pueden hacer virtual y, es más, se irán sin remordimientos y sin despedirse.

 

Los empresarios, entonces, son los que tienen que medir las consecuencias de esto. Los más calculadores ya tienen identificados a esos potenciales trabajadores de alto perfil que conquistarán con flexibilidad de horarios y de localización. Otros harán propuestas de trabajo virtual con la posibilidad de estar en el exterior y no faltará el empresario que, además, garantice facilidades de formación extracurricular virtual o presencial (pero en el extranjero).

 

Presencia rígida

 

En la otra orilla, los empresarios que quieren imponer una presencialidad rígida y anacrónica (como si dos años de pandemia no hubieran servido de suficiente aprendizaje) se verán terriblemente humillados por la desbandada que supondrá ese público calificado que, en la mayoría de los casos, tiene cómo escoger dónde quiere estar.

 

En este punto, es sumamente importante recordar que, ya para el 2020, Manpower Group calculaba que los denominados millennials, esto es, aquellos nacidos entre 1980 y 1995, constituirían el 35 % de la fuerza de trabajo mundial. Además, tal estudio encontró que esta generación ya no solo piensa en el dinero, sino, además, en las oportunidades de promoción, los beneficios, las vacaciones, el tiempo libre, un ambiente de trabajo flexible y la posibilidad de desarrollar nuevas habilidades.

 

Esa descripción de los millennials, tal vez, ya la sabíamos de sobra. Sin embargo, lo que resulta novedoso es que ahora estos jóvenes trabajadores y emprendedores aprendieron en estos dos años a trabajar desde donde quisieron y, usualmente, con horarios bastante flexibles, y les encantó. Ni qué hablar de los centennials (nacidos después de 1995), quienes son, además, nativos digitales.

 

Luego, a lo ya conocido de los millennials se suma que ellos mismos se dieron cuenta de que pueden trabajar, desarrollar sus actividades, aprender y ser altamente productivos sin el rigor de un dress code formal y sin tener que movilizarse a una oficina y seguir los pasos de un esquema laboral que seguramente hace felices a jefes y compañeros de trabajo baby boomers, pero no a ellos. Entonces, muchos migrarán, se irán y aceptarán ofertas de trabajo en empresas que sí se adecúen a su nuevo estilo de trabajo y de vida.

 

Cambio de roles

 

Por eso, ahora son ellos los que miden a los empleadores y no a la inversa. Son las nuevas generaciones de trabajadores jóvenes calificados las que clasificarán a los buenos y malos empleadores en función de lo que tengan para ofrecerles en flexibilidad, virtualidad y proyección profesional.

 

Este es, tal vez, el debate más intenso y actual en los pronósticos empresariales para el año 2022, alrededor del mundo. Por ejemplo, recientemente, el Washington Post publicó una “calculadora” de cuánto tiempo perderíamos si regresáramos a la presencialidad plena. Las cifras son deprimentes: un estadounidense promedio perdería 250 horas cada año en tránsito, lo que equivale a 10 días de vida. Ello, sin contar “la contaminación que producimos, el dinero que derrochamos y la pérdida de la inigualable alegría que produce trabajar en pijama”. Los datos para Colombia pueden ser mucho más desalentadores.

 

Sobre el mismo asunto, la revista Fortune publicó hace unos meses un esclarecedor artículo (Employers are getting flooded with resignations. What's going on?) seguido de una encuesta cuyas conclusiones son contundentes: el 32 % de trabajadores baby boomers buscaría un nuevo trabajo, si su empleador les exige presencialidad. Sin embargo, entre los millennials, la respuesta alcanzó el 57 %. Estos datos tienen como base a trabajadores estadounidenses, por supuesto. Pero, en Colombia, el panorama no es muy distinto, en particular cuando el grupo poblacional corresponde a los trabajadores entre los 25 y los 40 años calificados, con alto potencial y muy conscientes de sus capacidades.

 

Un vistazo a Colombia

 

La encuesta Pulso Social del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, publicada el 25 de octubre del 2021, con los datos del periodo de referencia de septiembre de 2021, muestra conclusiones muy reveladoras. A la pregunta, ¿con qué frecuencia quisiera trabajar remotamente después de la pandemia?, de las personas que trabajaron remotamente en las 23 ciudades principales del país, solo el 3,5 % respondió “nunca”, mientras el 17,4 % dijo “3 días por semana” y el 55,4 % contestó “5 o más días por semana”.

 

De hecho, con datos del reporte trimestral Polimétrica, para abril del 2021, de la firma Cifras y Conceptos, en asocio con la Universidad del Rosario, a la pregunta “Una vez inicie el regreso progresivo a la presencialidad a las oficinas, ¿a usted le gustaría trabajar…”, la opción de respuesta “En un modelo híbrido más flexible (unos días presencial y otros días desde casa; 2-3 días virtual)” fue escogida por el aplastante 67 % de encuestados en la franja etaria de 26 a 35 años, y por el nada despreciable 52 % de quienes tienen entre 36 a 45 años. Solo a los mayores de 65 años en un 41 % les gustaría un trabajo híbrido o 100 % virtual.  

 

Los empresarios que quieran retener y fidelizar a los trabajadores jóvenes de alto potencial tendrán que pensarlo dos veces antes de exigirles presencialidad, si no es absolutamente necesaria e indispensable para el negocio. Es una amenaza muy real la pérdida de ese talento joven, como lo apunta Fortune. Y si es así, entonces es probable que esa alternativa de trabajar de forma remota o virtual pueda ser directamente proporcional a su efectividad. No podemos perder de vista que un agrio aprendizaje de la pandemia fue exactamente ese: tuvimos que ser productivos de distintas formas y con herramientas y métodos diferentes. Y los millennials fueron los primeros en aprenderlo con éxito.

 

Son los empresarios, entonces, los que deben medir muy minuciosamente qué clase de compañía quieren para el 2022 y en los años venideros. Son ellos los que deben sintonizarse con la abrupta transformación en los ambientes de trabajo que ya comenzó. El fin del tapabocas no será el reinicio de la presencialidad, así como la virtualidad nunca tuvo la intención de ser transitoria.

 

Son los empresarios, en general, los que deben adaptarse a esta nueva realidad.  

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