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Actualizado hace 14 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Análisis


Coronavirus, economía y desigualdad social: reflejo de una sociedad sin empatía

26 de Marzo de 2020

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Diego Alejandro González

Secretario General Comisión Segunda

Senado de la Republica

 

Aunque en un principio la situación parecía ser exclusiva de los países asiáticos y algunos grandes de Europa, el coronavirus se ha globalizado y el escenario actual se ha trasformado drásticamente: día a día, el mapa de seguimiento del coronavirus de la Universidad John Hopkins revela el número de casos confirmados a nivel mundial y el número de países afectados.

 

La humanidad acude con terror y esperanza a la propagación de una pandemia sin precedentes, la rapidez de contagio está provocando pánico en los mercados financieros, fuga de capitales, devaluación de las monedas frente al dólar, desplome en los precios del petróleo, pérdidas inéditas en los sectores de turismo y las aerolíneas y una creciente amenaza de recesión global.

 

De acuerdo con lo señalado por algunos expertos, la pandemia podría generar un aumento en el desempleo y paralización en los salarios, si el crecimiento económico se estanca con descenso en las inversiones y la disminución del consumo en los hogares. Sin embargo, muchos advierten que el impacto económico aún no es calculable, en la medida en que el virus siga propagándose aceleradamente.

 

Lo cierto de todo es que la duración de la crisis y sus efectos en todos los aspectos dependen fundamentalmente de las medidas que adopten los diferentes gobiernos y la pertinencia con que se apliquen. En el caso colombiano, al igual que en el resto de países que se han visto afectados, tanto el Gobierno Nacional como los gobiernos departamentales, distritales y municipales le apuestan, en materia de salud, a poder retrasar materialmente la propagación del virus mediante el aislamiento obligatorio de personas infectadas, restricciones a las reuniones de más de 50 personas, la solicitud a las entidades públicas y privadas para que trabajen desde casa o en la modalidad de teletrabajo, el cierre de todos los colegios, la anticipación de las vacaciones, la solicitud a la sociedad civil de permanecer en sus casas, así como campañas pedagógicas para evitar el contagio y concientizar sobre la gravedad de la problemática.

 

Lo paradójico de esta crisis resulta ser que el coronavirus está poniendo a prueba no solo los sistemas de salud del mundo, sino también a sus sociedades, pues ante estas medidas debemos preguntarnos, no solo en nuestro país, sino también en el resto del mundo, ¿cómo puede aislarse a una persona enferma dentro de su propia casa, cuando sus condiciones económicas le exigen compartir una misma habitación con otros miembros del núcleo familiar?, ¿qué tipo de ciudadano refiriéndonos a edad, sexo, condiciones de discapacidad etc., puede movilizarse a su trabajo sin necesidad de tomar el transporte público?, ¿cuántas personas pueden dejar de asistir a su trabajo y quedarse en casa?, ¿cuántos niños en las ciudades y en el campo tienen acceso a los medios tecnológicos, materiales o físicos para dejar de asistir a sus colegio y recibir clases desde la casa?, ¿cómo pueden dejar de trabajar las empleadas del servicio doméstico, el sector de la vigilancia o de la construcción cuando su sustento depende de la labor que realizan día a día? 

 

Este análisis no pretende criticar las medidas anunciadas hasta el momento, como se indicó previamente, son las mismas que han adoptado diferentes países. Sin embargo, la respuesta a los anteriores interrogantes es dramáticamente evidente: la pandemia está visibilizando las diferencias sociales y las personas más vulnerables en aspectos como la edad, la salud, la condición física, factores económicos y de oportunidades serán las más expuestas a contagiarse.

 

La Dirección de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud en Colombia informó que cerca de 17 millones de colombianos están en riesgo de contagiarse con coronavirus y el costo para afrontar la emergencia se calcula en casi 5 billones de pesos, los grupos más vulnerables incluyen a mayores de 60 años, personas con patologías previas, como enfermedades pulmonares, diabetes o enfermedades cardiovasculares.

 

De acuerdo con lo señalado por algunos investigadores, entre las personas de la tercera edad, que resulta ser la población más susceptible a los efectos del coronavirus, solo el 25 % recibe una pensión.

 

La gran preocupación en este momento para la mayoría de los colombianos es si realmente el actual sistema de salud está preparado para enfrentar la pandemia. Sin embargo, existen otros fenómenos atribuibles al comportamiento social y a la falta de solidaridad que contribuyen a agudizar la crisis, por ejemplo, el escepticismo de muchas personas que han desestimado la gravedad del problema y asisten a lugares públicos o reuniones sociales privadas y aglomeraciones, sin calcular el grave riesgo de contagio para ellos y todo el entorno, ni qué decir del egoísmo de muchos que asisten a las farmacias y compran toda la existencia del alcohol, el gel antibacterial, los tapabocas y la medicina para fortalecer el sistema inmunológico, finalmente encontramos el incomprensible fenómeno de los que se llevan todo el papel higiénico.

 

La única forma de conjurar la crisis es actuar conjuntamente por la construcción de sociedades más igualitarias y por la disminución de las brechas sociales, las cuales se hacen mucho más evidentes en circunstancias sin precedentes como la que atravesamos actualmente, con el nivel de agresividad y propagación de este virus, dejemos de lado la indiferencia y contagiémonos de solidaridad y empatía.

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