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Actualizado hace 16 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Ámbito del Lector


El ‘DJ’ y la argumentación jurídica

23 de Junio de 2022

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Nota:
145163

José Leonardo Suárez Ramírez

Catedrático de derecho penal

 

Escuchando en la radio al ex magistrado de la Corte Constitucional José Gregorio Hernández Galindo, en su programa La voz del Derecho, recordaba la historia, alguna vez contada por él, de su paso por la locución y la tarea de colocar música para el deleite de los oyentes. Tal anécdota me llevó a reflexionar a propósito de la argumentación jurídica forense, esto es, aquella que los abogados desarrollan en el escenario judicial, observando que esta práctica se parece, en buena medida, al trabajo que hace un disc jockey (DJ) en una fiesta. 

 

Si para Ronald Dworkin la argumentación jurídica es como la elaboración “en cadena de una novela”, y para Nicolás Parra Herrera, profesor de la Universidad de los Andes, argumentar es asimilable a subir una escalera, en mi criterio, la argumentación jurídica que desarrolla el abogado en el plano del litigio –por ejemplo, en los alegatos de conclusión en materia penal– y el funcionario judicial al momento de proferir su sentencia o cualquier otro proveído de naturaleza sustancial, coincide en la praxis con la labor de un excelente pinchadiscos, como así se conocen en España. En efecto, así como el DJ realiza una rutina, en la cual pone a sonar el mayor número de canciones del mismo género en un tiempo limitado, de tal suerte que cada tema suceda al siguiente de forma que no haya cambios bruscos de ritmo ni de velocidad, en el mismo sentido el abogado debe empatar varias piezas musicales en su intervención, al punto de que suene como una sola canción totalmente armoniosa.

 

Si circunscribimos, por ejemplo, este parangón con los alegatos de clausura en materia penal o con el anuncio del sentido del fallo realizado por el juez o la lectura de la sentencia, tenemos que el operador jurídico, en lugar de canciones, tendrá a su mano la norma, la doctrina, la jurisprudencia y otros criterios auxiliares de interpretación, como la equidad y los principios generales del Derecho, y ha de integrarlos en su pronunciamiento de forma  ordenada, lógica, coherente y armoniosa, de tal suerte que no sea una colcha de retazos, sino una verdadera pieza sólida, única y compacta.

 

Al igual que el DJ empieza su función con un intro que impacta, y finaliza con un tema apoteósico para despedir su presentación, el abogado defensor en su alegato de cierre comienza con un planteamiento que ha de ser cautivador y remata al final con una conclusión clara y poderosa. Tanto el DJ como el penalista saben muy bien que un excelente inicio y un magnífico final en sus actuaciones quedan más fácilmente grabadas en la memoria del auditorio.

 

He de pedir indulto por ver en cualquier aspecto de la vida y de la cotidianidad, por simple o superficial que parezca, un reflejo o símil de esta hermosa profesión: ser abogado.

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