Superman (2025): el espejo del Derecho Internacional y la condición humana
Con esta película, el cine expande así su función hacia un espacio que invita a repensar la acción jurídica en el plano global.Openx [71](300x120)

25 de Julio de 2025
My. Juan Fernando Gil Osorio
Doctor (c) en Derecho
Después de más de una década de ausencia, Superman regresa al cine bajo la dirección de James Gunn, quien presenta una versión más humana, cercana y vulnerable del Hombre de Acero, interpretado por David Corenswet en el papel de Clark Kent (Superman). Aquello rescata los ideales de honestidad, justicia y esperanza, y los sitúa en un mundo marcado por tensiones políticas y dilemas éticos que trascienden el mero entretenimiento.
Lejos de ser una historia de hazañas heroicas, Superman (2025) muestra que cada intervención del superhéroe repercute en el equilibrio entre naciones y en la protección de los derechos fundamentales. Por ello, invita a reflexionar sobre el papel del poder, la responsabilidad y la empatía en una sociedad que busca la justicia como bien común. Así, Superman se convierte en un símbolo que conecta directamente con los principios del Derecho Internacional Humanitario (DIH), la defensa de la dignidad humana, la bioética y las transformaciones tecnológicas que desafían los consensos compartidos en la era contemporánea.
Indudablemente, el conflicto entre Boravia y Jarhanpur actúa como una aguda alegoría del DIH, cuyo núcleo dramático refleja las tensiones y traiciones del principio de soberanía; así, cuando la realidad se llena de agresiones armadas, como la invasión de Rusia a Ucrania, y la geopolítica parece dominada por la fuerza, Superman (2025) nos recuerda que la verdadera valentía surge de la humanidad y la esperanza compartida.
Mediante esta metáfora, James Gunn desenmascara las estrategias de desinformación, la violencia desproporcionada y la manipulación de narrativas nacionales, que han devenido en herramientas de la praxis estatal, y expone el dilema normativo que implica la intervención de Superman. Su acción heroica sitúa al espectador a la contradicción entre el principio de no intervención, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, y la responsabilidad de protección ante crímenes atroces, tensión que el DIH lucha por resolver, entre la competencia soberana y la ética de acción.
Aquella interpelación sobre la legitimidad del uso de la fuerza se articula en la represión política ejercida por Boravia contra sus disidentes, evidenciando una violación flagrante a los tratados internacionales en materia de derechos humanos. Llegados a este punto, la supresión de voces críticas es un recurso narrativo, y una poderosa evocación de las realidades contemporáneas, donde el autoritarismo se manifiesta en la negación del debido proceso y la negación de la dignidad humana, poniendo en tensión los límites y la eficacia del orden jurídico internacional para proteger libertades fundamentales.
A tono con lo expuesto, el filme retrata con claridad las operaciones de información como la nueva batalla global, donde Superman aun siendo un arquetipo heroico, sufre los embates de campañas de desinformación, impulsadas por actores estatales y privados para minar su legitimidad y generar polémica. Un fenómeno que trasciende las divisiones territoriales y que nos empuja a reconsiderar las barreras legales a nivel digital, con el fin de proteger la integridad reputacional y la soberanía informativa hacia el respeto de la verdad y la cohesión social.
A la luz de lo anterior, el surgimiento de Ultraman como clon manipulado para fines bélicos introduce una dimensión bioética compleja, provocando reflexiones sobre la identidad, los derechos y el estatus moral de seres conscientes creados artificialmente. Por ello, la instrumentalización de clones para la guerra contrasta con los principios de la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, plantea desafíos que trascienden la ficción y llaman a una urgente revisión normativa internacional en materia de biotecnología y protección integral de la persona humana.
Así, el filme articula un despertar crítico, al poner en tensión la manipulación científica con la dignidad y la agencia del ser humano en el siglo XXI. Y como eco de todo esto, el simbolismo se amplía con la presencia de Krypto, el perro de Superman, cuya inclusión, más allá del registro emotivo, sirve en nuestro país para rendir un homenaje directo a Sansón, el perro antiexplosivo del Ejército colombiano, que sacrificó su vida, protegiendo a 36 soldados. Tanto así que revela la defensa de la paz y los valores humanitarios, recordándonos la valentía cotidiana de aquellos que, sin poderes sobrehumanos, sostienen el orden nacional e internacional desde la base.
Dentro de esta narrativa, la figura de Superman se convierte así en un espejo contemporáneo de esos compromisos sancionados en San Francisco en 1945, proyectando la esperanza y la necesidad de una diplomacia robusta y ética. Asimismo, se inscribe la historia de Colombia, país fundador de la ONU, cuya trayectoria diplomática ejemplifica el compromiso constante con el multilateralismo y la solución pacífica de conflictos, reforzando la idea de que incluso en la ficción, el DIH y los valores compartidos son motores de transformación social.
En ese mismo viaje, vemos el uso de drones en la película para vigilar y neutralizar amenazas como Ultraman, lo que interpela la ética y el derecho en la era inmediata a la vigilancia remota; la necesidad de regular el empleo de estas tecnologías en zonas de conflicto y sus impactos en derechos fundamentales como la privacidad y la seguridad demuestra que la automatización de la violencia implica complejos debates sobre responsabilidad y control jurídico.
El hecho de incluir en la narrativa el uso de tecnologías disruptivas como la nanotecnología aplicada para la sanación de Superman y el uso de armas avanzadas desplaza la película al corazón de un debate jurídico ético y normativo: la regulación de nuevas formas de violencia en los conflictos armados. El elevado potencial bélico de la inteligencia artificial, los sistemas autónomos y la bioingeniería amplifica la capacidad de destrucción y multiplica los riesgos de vulneración del principio de distinción y proporcionalidad, pilares del DIH. Por ello, la película pone en evidencia que cada avance tecnológico suscita dilemas éticos inéditos que demandan la atención del Estado y la comunidad internacional, para establecer marcos normativos que garanticen un uso responsable y humano de estas innovaciones.
Mas que un regreso espectacular, Superman (2025) es un tributo a la mitología heroica, y una alegoría sobre la vigencia, los riesgos y los desafíos del DIH en la era contemporánea. El cine expande así su función hacia un espacio que invita a repensar la acción jurídica en el plano global, a reconocer las tensiones éticas que la tecnología impone y a reafirmar el propósito último del Derecho: la salvaguarda de la dignidad humana y la búsqueda de la paz universal, valores insoslayables que sellan el pulso de nuestra humanidad compartida.
Siga nuestro canal de WhatsApp
Gracias por leernos. Si le gusta estar informado, suscríbase y acceda a todas nuestras noticias, los datos identificadores y los documentos sin límites.
¡Bienvenido a nuestra sección de comentarios!
Para unirte a la conversación, necesitas estar suscrito.
Suscríbete ahora y sé parte de nuestra comunidad de lectores. ¡Tu opinión es importante!