El futuro del fútbol colombiano está en los fondos de inversión
El fútbol colombiano no se va a salvar a punta con arengas. Se va a salvar con estructura, capital y visión de futuro.Openx [71](300x120)

13 de Agosto de 2025
Juan Pablo Caballero Rodríguez
Abogado y magíster en Derecho y Gestión Deportiva del Instituto Superior de Derecho y Economía (ISDE, España)
Desde años atrás, el fútbol profesional dejó de ser solo un espectáculo. Quien hoy no entienda que el fútbol es también y cada vez más un negocio de miles de millones de dólares, simplemente no está entendiendo cómo se mueve el mundo. Lo confirmé durante mi participación en el International Football Law Summer Campus de FIFA, en Miami, donde abogados de la firma Sidley Austin LLP, asesores de grandes ligas y franquicias deportivas en EE UU, nos explicaron cómo funciona este nuevo orden global: hoy los clubes ya no son clubes, son activos. Son también plataformas de inversión y ecosistemas financieros.
En un país como el nuestro, donde la pasión por el fútbol es inmensa, pero la gestión dirigencial es endeble y diría que en muchos casos mediocre, el reloj está corriendo. El capital internacional ya puso sus ojos en nuestro mercado. La pregunta no es si vendrán, sino cuándo. Y, sobre todo, si estaremos preparados.
El problema no es el talento. Es el modelo
Todos los días reafirmamos que Colombia es una potencia exportadora de jugadores. Nuestros futbolistas brillan en Inglaterra, España, México, Argentina y Brasil. Pero nuestra liga local sigue lejos de ser competitiva: tenemos una infraestructura precaria, equipos endeudados, ingresos por derechos de TV insignificantes y dirigencias sin una real visión empresarial.
Hoy, vemos que competir en torneos como la Copa Libertadores, Copa Sudamericana o el Mundial de Clubes no es solo una cuestión táctica. Es una cuestión de capital, es decir de dinero. Y mientras Brasil modernizó sus estructuras con las SAF (sociedades anónimas del fútbol) y ya tiene clubes en manos de inversores norteamericanos, en Colombia seguimos atrapados en asambleas sin estados financieros auditados y decisiones que se toman más entre compadres que entre verdaderos empresarios.
El fútbol es negocio. Y muy serio.
Durante la conferencia de los abogados de Sidley Austin LLP dijeron sin rodeos: “Hoy en día los equipos deportivos ya no se consideran un hobby de millonarios. Son considerados unos mini-Disneylands con ingresos de medios, real estate, hospitalidad, licencias, contenido digital, entre otros”.
En EE UU, cada franquicia, ya sea de la NBA, NFL o MLB, opera bajo una estructura empresarial sofisticada. Esta estructura no solo maneja el equipo, sino que dividen sus operaciones en diferentes ámbitos:
- TeamCo (equipo y plantilla); MediaCo (derechos audiovisuales); StadiaCo (estadio y eventos); Real Estate (desarrollo urbano) y más.
Hoy, más de 70 franquicias deportivas tienen participación de fondos de inversión privados como RedBird, Arctos, Sixth Street o Ares Capital. Estos fondos no están comprando camisetas ni sueños: están invirtiendo en activos que generan flujos de caja, retornos de inversión y valorización patrimonial.
Fifa lo demuestra: el deporte es una fábrica de dinero
¿Quieren una cifra contundente? Fifa generó 7.500 millones de dólares en el último ciclo (2019-2022).
¿De dónde salió el 84 % de esa plata? De un solo torneo: el Mundial de Fútbol de Qatar 2022, que por sí solo recaudó más de 6.300 millones de dólares. Tal y como nos indicó Brett Sherrard, jefe del Área de Eventos en Fifa, es decir la persona encargada de todo el proceso jurídico de puja, selección y adjudicación, etc. de los eventos deportivos organizados por Fifa.
Y eso no es todo: para 2026, cuando el mundial se juegue en EE UU, México y Canadá, la Fifa espera duplicar esos ingresos, es decir esperan unos ingresos superiores a 12.000 millones de dólares en un torneo que se realiza cada cuatro años durante un solo mes. Porque el fútbol no solo se vende en entradas. Se vende en derechos de televisión, patrocinios, streaming, tokens digitales, experiencias VIP, licencias, hospitalidad y más.
Es más que evidente que hoy en día el fútbol es hoy una de las industrias más rentables del mundo. Y Colombia, con su talento, sus bajos costos y su ubicación estratégica, es un terreno fértil para inversionistas globales. Pero aún seguimos operando el negocio como si aún viviéramos en el milenio pasado.
El derecho deportivo ya no es solo disciplina y reglamento
Quienes aún creen que el derecho deportivo solo regula transferencias, temas laborales, sanciones o licencias están desactualizados. Hoy, un abogado deportivo debe dominar M&A, derecho corporativo internacional, fiscalidad, gobierno corporativo, propiedad intelectual, finanzas estructuradas y compliance.
Los fondos que quieren invertir en clubes necesitan:
- Due diligence (revisión legal y contable).
- Estructuración de compra (acciones, activos, deuda).
- Acuerdos de accionistas.
- Reglas de gobierno corporativo.
- Protección de activos intangibles (marca, derechos de imagen).
- Garantías regulatorias (cumplimiento financiero, transparencia).
- Estructuras de salida (exit strategies).
En pocas palabras: el fútbol necesita abogados con visión empresarial e internacional.
¿Y Colombia qué necesita?
- Una ley para la modernización del fútbol: que habilite sociedades de capital mixto, SAF, inversión extranjera y mecanismos de control financiero.
- Gobierno corporativo obligatorio en clubes: juntas independientes, informes auditados, comités financieros y códigos éticos.
- Supervisión real, no simbólica, de parte de la Dimayor y la Supersociedades.
- Formación técnica de directivos y abogados: ya no basta con ser hincha o “tener calle”. Se necesitan habilidades financieras, legales y de gestión estratégica.
En conclusión, el fútbol colombiano tiene todo para triunfar: pasión, talento, historia. Pero si se quiere dejar de ser cantera para otras ligas y comenzar a ganar títulos, generar riqueza y competir a escala global, se necesita capital. Y ese capital ya no está en los empresarios locales y mucho menos en los fanáticos. Está en los fondos de inversión internacionales que saben que este negocio no para de crecer.
Negarse a esta realidad por miedo o nostalgia es quedarse en el pasado. Es momento de asumirlo: el fútbol colombiano no se va a salvar a punta con arengas. Se va a salvar con estructura, capital y visión de futuro.
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