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‘Calle este-oeste’ y el Derecho como historia y literatura

Al releer a Sands me pregunto si el Derecho que atravesó su vida puede dar una pista o, al menos, un punto de apoyo, para seguir moviendo el mundo y una vida que se me fue.

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Volver a leer. A propósito de los 20 años de ‘Teoría Impura del Derecho’

14 de Agosto de 2025

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Jorge González Jácome
Profesor asociado de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes

Al prepararme para leer el nuevo libro de Philippe Sands, Calle Londres 38, decidí darle una relectura al primer libro de este autor que leí: Calle este-oeste. Sands, profesor de Derecho Internacional del University College en Londres, escribió este libro para contar una historia a tres bandas entre su abuelo materno, Leon, y dos figuras fundamentales del derecho internacional, y en particular del derecho penal internacional: Hersch Lauterpacht y Rafael Lemkin. Lauterpacht acuñó el término “crímenes contra la humanidad” y asesoró al fiscal Jackson de cara al Tribunal de Núremberg. Lemkin insistió en el término del genocidio y su tipificación para juzgar a los criminales de la Alemania nazi.

La discusión jurídica sobre si era más conveniente (moral, política y jurídicamente) y práctico juzgar a los grandes criminales de guerra por crímenes contra la humanidad o por genocidio está en el trasfondo de la preocupación jurídica de Sands. Pero hay otra narrativa jurídica sutil y no menos importante que explica por qué la vida del abuelo materno del autor encaja en este relato sobre el surgimiento de nuestras nociones contemporáneas de genocidio y crímenes contra la humanidad. Las familias de Leon, de Lauterpacht y de Lemkin vivieron por la misma época en Lviv (hoy Ucrania) y presenciaron una dura transformación de una ciudad que había sido parte del imperio Austro-Húngaro, que al caer este último sufrió la anexión por parte de los soviéticos (1939-1941) y, posteriormente, la invasión nazi (1941-1944). Las tres familias judías vivieron este cambio y la inestabilidad correspondiente que este juego de soberanía y jurisdicción produjeron en las vidas de cada persona. Pero en la familia de Sands siempre hubo silencio sobre esta época.

En sus conferencias convertidas en el libro La traducción del mundo, Juan Gabriel Vásquez señala que la literatura se cuela por los intersticios de la historia cuando esta última no logra revelarnos con certeza lo que ocurrió en el pasado. A partir de esas grietas que deja la historia, la literatura se convierte en el lugar narrativo que nos permite lidiar con silencios e incertidumbres. Una discusión que sería importante tener en cuenta es que esta afirmación de Vásquez podría llevar a dos interpretaciones: que la literatura y la historia son dos ámbitos distintos, o que cada uno de estos campos tiene mucho del otro. Pero, sobre todo, creo que esta idea de Vásquez nos puede ayudar a interpretar este complejo libro de Sands al mostrar que el relato propuesto envuelve una reflexión implícita sobre la dimensión narrativa del Derecho, la literatura y la historia.

El libro de Sands combina el reportaje, la historia, el ensayo, las memorias y la biografía. Así, muestra que el Derecho tiene una dimensión normativa, pero que se nutre con frecuencia de historias de vida que impactan la construcción de las reglas. Ello es evidente en las vidas de Lauterpacht y Lemkin cuyas formas de ver lo que ocurrió durante la guerra determinó un proyecto jurídico que se debatía entre dos sujetos de protección del derecho internacional: los individuos, en el caso de los crímenes contra la humanidad, o los grupos o colectivos, en el caso del genocidio.

Pero, de otro lado, para aquellas personas que no viven una vida en el Derecho, las historias que el campo jurídico permite identificar nos ayudan a entender aquellas que nuestros antepasados nunca contaron. Este es el caso de Leon, el abuelo de Sands. Al investigar cómo fueron sus años después de la Primera Guerra Mundial y hasta la llegada de los alemanes, el autor resalta que esto era algo de lo que nunca se hablaba en casa. Ni su madre, ni su abuelo tenían como tema fundamental de sus conversaciones la revelación de cómo lograron escapar del exterminio y construir una familia en Inglaterra. Sands tiene fotos, papeles amarillos guardados en viejos cajones y pocas historias. ¿Cómo armar, entonces, la historia de la familia y la propia?

En este punto el Derecho aparece en escena para plantear un marco que conecta con las interpretaciones del archivo personal que dejan los antepasados. Un gesto de preocupación o una sonrisa en una foto, una dirección o una frase suelta, se empiezan a amarrar en un relato cuando tenemos un marco que nos permita comprenderlos como una unidad. Y el punto de partida de Sands para comprender las incertidumbres que dejó su abuelo sobre su juventud se logra armar mediante la cronología de los acuerdos para el tratamiento de las minorías polacas al finalizar la Primera Guerra Mundial. La caída del Imperio Austro-Húngaro y el surgimiento, a partir del fin de esta unidad política, dejó a las minorías de nuevos países en limbos y a merced de regulaciones jurídicas cambiantes. ¿Eran nacionales de algún país? ¿Quién los podía proteger políticamente? ¿Cómo se dibujarían los nuevos límites nacionales? La familia de Leon quedó atrapada en este limbo que tendría consecuencias trágicas en la Segunda Guerra Mundial.

Pero el punto que me interpeló en esta relectura del texto de Sands es que ese tratado permite abrir la puerta para abrir silencios. Su reconstrucción del Derecho y su interacción con la dimensión narrativa de la vida de su familia permite que este libro sea un esfuerzo literario en los términos de Vásquez, pues se cuela por unas grietas que dejaron abiertas las historias familiares.

Mi padre murió hace poco. No creo que haya sido un hombre de silencios o secretos. Pero desocupando su escritorio, encontrándome con esos papeles amarillos y otros objetos me doy cuenta de que también hay enormes grietas. Y al releer a Sands me pregunto, ahora, si el Derecho que atravesó su vida puede dar una pista o, al menos, un punto de apoyo, para seguir moviendo el mundo y una vida que se me fue.

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