Al Margen
Impuesto chatarra
29 de Mayo de 2012
Suena a chiste, pero es en serio. Un impuesto de al menos el 20 % a la comida chatarra y las bebidas azucaradas sería la solución a los problemas de obesidad mórbida y a las enfermedades cardiovasculares que afectan a buena parte de la población.
Por lo menos así lo aseguran investigadores del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Oxford y del Centro de Política Alimenticia de la City University de Londres (Inglaterra), que defendieron esta tesis durante la 65ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra (Suiza).
Eso, claro está, acompañado de una política de subsidios a alimentos sanos y deliciosos, como la espinaca, la ahuyama, la acelga y los cubios, por ejemplo.
La idea no es nueva. Según la BBC, que publicó la información, la medida fue implementada en Dinamarca, en el 2011, para productos como la mantequilla o el aceite, y también ha sido adoptada por Hungría, para las comidas rápidas, y Francia, para las bebidas de alto contenido calórico. Además, su posible implementación ha sonado en países como Irlanda, EE UU y Perú.
De acuerdo con los investigadores, “la evidencia sobre la efectividad de los impuestos alimenticios en la salud surge de tres fuentes: experimentos naturales, ensayos controlados sobre el cambio en los precios de los productos y modelos científicos”.
Los cálculos indican que si en EE UU las bebidas azucaradas se gravaran con el 20 %, la tasa de obesidad se reduciría en un 3,5 % (actualmente bordea el 30 %). Y en el Reino Unido, un impuesto de las mismas características sobre la comida chatarra evitaría unas 2.700 muertes al año por ataques al corazón (unas 140.000 personas mueren anualmente por esa causa).
La gente, según estas cuentas, prefería privarse de una suculenta hamburguesa doble carne con triple porción de queso fundido, acompañada de una burbujeante Coca- Cola con hielo, antes que pagar un 20 % más de lo acostumbrado por semejante manjar.
Pero ese desestímulo al consumo tiene en las cadenas de comidas rápidas y las fábricas de gaseosas sus opositores naturales. Un impuesto de esas características, afirman, sería inefectivo, injusto y afectaría a la industria.
De hecho, en Colombia, la tarifa sería igual a la que se paga por algunos camperos o barcos de recreo. Si se tienen en cuenta los cálculos de los científicos ingleses, el 16 %, que es lo que los ciudadanos tributan por la mayoría de bienes de consumo, no alcanzaría para evitar la diabetes y los infartos de miocardio.
Tocaría apelar a otras estrategias, como las usadas para desestimular el consumo de tabaco: fotos de gorditos en las cajitas felices; para los papás, imágenes de mano al pecho; y en el caso de la hamburguesa doble carne - triple queso, foto de cirugía a corazón abierto.
Pero, ojo, por estos días de reforma tributaria, la idea les puede sonar bastante bien a los tecnócratas que se estaban entusiasmando con el IVA a la canasta familiar. Con la excusa del cuidar la salud, un IVA del 20% al perro caliente, la hamburguesa todoterreno y las papas a la francesa nos pondría a chillar a todos.
(Fuente: BBC Mundo)
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