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Actualizado hace 13 horas | ISSN: 2805-6396

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Noticias / Tecnología


La formación del abogado frente a la revolución tecnológica 4. 0

03 de Abril de 2019

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Grenfieth de J Sierra

Director Especialización Derecho Administrativo y Director Grupo de Derecho Público de la Universidad del Rosario

 

Jeniffer Garzón

Jefe de Posgrados y Coordinadora Académica del curso “El ejercicio del Derecho en la era digital” de la Facultad de Jurisprudencia Universidad del Rosario

 

Juan Gustavo Corvalán

Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires y Director Laboratorio de Inteligencia Artificial - Universidad de Buenos Aires

 

Las tecnologías pueden parecer instrumentos técnicos neutrales. Pero la realidad muestra que las tecnologías de la informática y de la revolución 4.0 hoy son objeto de debates políticos y jurídicos. Las preguntas no son ¿qué es el derecho del internet? o ¿qué es el derecho de la tecnología?, sino, tal vez, si ¿el Derecho tiene todavía una función en la sociedad del dato? La libertad, la igualdad y la fraternidad son los grandes valores de la modernidad jurídica, pero, ¿están expuestos a la extinción por el determinismo tecnológico de la inteligencia artificial (IA)? ¿El Derecho preserva todavía el monopolio normativo de la fuerza para hacer valer la justicia en las nuevas geografías? o ¿el Derecho perdió todo valor intermediador en la sociedad del dato frente a la norma algorítmica?

 

En la búsqueda de respuestas, la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario y el Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), con la Secretaría de la Corte Constitucional de Colombia, nos dimos a la tarea de responderlas.

 

Para ello, nos propusimos crear un primer piloto en IA, para desmaterializar el proceso de selección de tutelas en derecho a la salud, mediante tecnologías de IA. El 25 de enero del 2019, se presentó el modelo Prometea en la Universidad del Rosario.

 

Prometea

 

A pesar de los beneficios y de las oportunidades que brindó el uso de IA en el piloto Prometea en la selección de tutelas en salud, reduciendo en un 900 % los tiempos de selección y preselección, el manejo estadístico inmediato de bases de datos para políticas públicas, la producción de documentos y el uso de nuevas tecnologías, como el blockchain, las tecnologías crean nuevos desafíos y presiones para que las instituciones públicas cambien su cultura organizacional.

 

La experiencia piloto de Prometea en la Corte Constitucional mostró que los desafíos en IA no son solo tecnológicos; no solo pasan por el desarrollo de entrenar la máquina y sus diversos niveles de tecnología exponencial capaz de aprender. La utilización extensiva y exitosa de la IA también requiere que las administraciones públicas y los jueces redefinan las estrategias basadas en el uso de las nuevas tecnologías y que desarrollen una adecuada gobernanza de los datos. Es decir, es necesario repensar el operador jurídico en su formación técnica y de trabajo para poder entender el fenómeno social del Derecho como un fenómeno tecnológico. Y el fenómeno tecnológico como un fenómeno con implicaciones sociales todavía desconocidas. 

 

Otro desafío que nos enseñó la experiencia Prometea es que se debe garantizar un desarrollo sostenible e inclusivo de la IA, que cierre las brechas de desigualdad en la sociedad, reduciendo las ya existentes. Por lo tanto, dicha transformación debe gestionarse desde un enfoque de “tecnología con dimensión social”. Esto se entrelaza con el requisito de crear formas de aplicación de lA a los poderes públicos mediante técnicas de automatización, basadas en la no sustitución de puestos de trabajo. Para ello, es necesario repensar las tareas rutinarias, mecánicas y repetitivas, de manera que el empleado público y judicial pueda reconvertirse. Hay que reinventar las formas de trabajo para construir una nueva individualidad en nuevas economías de producción inmaterial de datos, donde los desafíos en medioambiente, diversidad cultural, inclusión social son indeterminados.

 

Compartimos la afirmación de Vincenzo Aquaro, director de Gobierno Digital de la ONU, según la cual, en la era de la Cuarta Revolución Industrial, hay una necesidad de talento y experiencias diversas, por lo cual el trabajador público y jurídico tendrá que transformarse y adaptarse. A su vez, el uso de nuevas tecnologías hace posible centrarse en actividades que son más complejas, ya que las tareas mecánicas y de rutina pueden automatizarse.

 

Lo anterior también está relacionado con la afirmación de las Naciones Unidas de que “la innovación y la inteligencia artificial son factores cruciales que impulsan el desarrollo sostenible y el bienestar”: la IA puede humanizar el trabajo, permitiendo a los seres humanos dedicarse a un trabajo más creativo y productivo. Es hora de crear una nueva generación de funcionarios calificados y talentosos, y empoderar y recalificar a los existentes. Nadie debe quedarse atrás en la adopción de nuevas tecnologías para la prestación de servicios de justicia.

 

Sin duda, el reto se centra en pasar de un funcionario que desarrolló un modelo burocrático jerarquizado, especializado, repetitivo y reglado, a un modelo de burocracia tecnológica en donde el funcionario tenga la dimensión técnica de desarrollar la discrecionalidad, la coordinación, la armonización normativa desde espacios virtuales colaborativos y en sinergia, respetando los valores democráticos de protección de derechos humanos y separación de poderes.

 

Menos papel y más eficiencia

 

La IA ha ampliado las opciones de políticas que no existían en las últimas décadas. Tiene un notable potencial para reducir la burocracia material de papel y aumentar la eficiencia, así como la orientación al ciudadano en el sector público. Los sistemas basados en IA, como Prometea, pueden ayudar a reducir significativamente el tiempo y, a la vez, mejorar los estándares de calidad para procesos y procedimientos públicos. También pueden detectar patrones de información a partir de una gran cantidad de datos y, por lo tanto, ayudarnos a tomar mejores decisiones basadas en evidencia. Pero esto solo será útil y dará todo su potencial democrático, si se logra formar un nuevo operador jurídico capaz de administrar el proceso de producción e interpretación normativa desde nuevos modos de producción y lenguaje como los datos y los algoritmos. 

 

Por ello, frente a la IA y a la inteligencia de software jurídicos es necesario anteponer la conciencia jurídica. Un cuadro de valores sociales que deben domesticar y articular el gobierno de los algoritmos a la dimensión humana, en la dimensión jurídica de lo público.  El primer algoritmo es el propio cuerpo humano y su cerebro. La técnica no es solo un medio, nos dice Heidegger. La técnica es un modo del salir de lo oculto. Si prestamos atención a esto, se nos abrirá una región totalmente distinta para la esencia de la técnica y del Derecho. Es la región del desocultamiento, es decir, de la verdad jurídica. 

 

Y si bien la IA se presenta como un modelo alternativo a la inteligencia humana, es una versión ideologizada de nosotros mismos y de nuestras relaciones con las sociedades. La tecnología no es en sí determinista. Es la relación de las tecnologías con las creencias lo que modifica al mundo y subyuga a los hombres.

 

Por ello, no es importante preguntarnos si la técnica es neutra o no lo es. Lo que es importante es preguntarse si las empresas, los programadores y los actores del internet y de la gobernanza global lo son. Y qué valores profesan ellos, y cómo deben ser sometidos por el Derecho. Pensar el Derecho en las nuevas tecnologías es pensar las nuevas interpretaciones y nociones que construyen un poder republicano de lo público en las geografías virtuales. Es necesario pensar en otros operadores jurídicos, en una nueva alfabetización del Derecho y de lenguajes para hacer posible la justicia.

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