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¿Está la tecnología a favor o en contra del empleo de calidad?

28 de Agosto de 2018

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Juan Daniel Sierra Silgado

VSM Abogados. Líder sistemas de auditoría -SCUDO

 

Aun cuando las empresas dedicadas a la industria de la tecnología son conocidas por promover unas excelentes condiciones laborales entre sus trabajadores, a menudo la tecnología y el empleo de calidad son vistos casi como enemigos. En el momento en el que se aborda el tema de las relaciones entre la tecnología y el empleo, desde la perspectiva jurídica, es frecuente que salgan a relucir dos puntos. El primero, relacionado con la posible reducción de puestos de trabajo causada por la innovación tecnológica y, el segundo, referente al crecimiento del espectro de control sobre la vida de los trabajadores que puede tener el empleador.

 

Sin embargo, las relaciones entre la tecnología y el empleo de calidad están lejos de finalizar en los anteriores puntos.

 

Algunos han llegado a pensar que la nueva onda de innovación tecnológica va a devenir en un futuro con niveles de desempleo nunca vistos. Los casos en los que la innovación tecnológica ha tenido un efecto directo en la eliminación de puestos de trabajo que anteriormente eran llevados a cabo por seres humanos y ahora son realizados por máquinas son frecuentes y visibles a simple vista.

 

En un primer estadio, los desarrollos tecnológicos comenzaron a remplazar aquellas tareas en las que intervenían humanos, pero que se veían como repetitivas, rutinarias y manuales. Posteriormente, los desarrollos tecnológicos de los años sesenta, como los robots industriales y el software para controlar maquinaria, remplazaron trabajos pesados y riesgosos, pero se mantenía una interacción compleja entre la máquina y el ser humano.

 

En los años setenta, el microprocesador y la digitalización lograron que tareas manuales, no rutinarias e, incluso, en algunas que involucraban procesos cognitivos, que antes las realizaban personas, ahora fuesen llevadas a cabo por las nuevas tecnologías.

 

La computación, a partir de los años ochenta, permitió que gran parte de las tareas complejas y detalladas, pero rutinarias, tal como el registro y el almacenamiento de cierta información u operaciones matemáticas o físicas programadas, dejasen de ser llevadas a cabo por personas y que los trabajadores se enfocaran en tareas que involucraran flexibilidad, creatividad y habilidades para resolver problemas y comunicativas especiales[1].

 

Sin embargo, la combinación entre sistemas de almacenamiento de grandes cantidades de información que puede transmitirse a gran velocidad, robots y software móviles y portátiles, dispositivos autónomos y con la capacidad de aprender, que colaboran con trabajadores calificados en labores no rutinarias cognitivas, podrían irrumpir en nuevos trabajos que actualmente son llevados a cabo por personas. Igualmente, algunos argumentan que el grueso del empleo mundial que las nuevas plataformas tecnológicas están creando no es de calidad, sino puestos de trabajo sin estabilidad, formación o proyección, para que jóvenes puedan tener ingresos adicionales.

 

Un viejo debate

 

Otros argumentan que quienes acusan a la tecnología y a la automatización de los procesos de ser negativos y generar la pérdida de empleos en realidad incurren en un debate que no es nuevo. Como discusión, comenzó con la primera Revolución Industrial y la historia ha mostrado que, en el mediano plazo, si bien la tecnología elimina puestos de trabajo, también los crea, de los cuales, la mayoría son de mejor calidad, de modo que lo que ocurre es que los empleos han migrado de unas tareas a otras.

 

En este sentido, la tecnología crea todo tipo de trabajos, desde aquellos que necesitan un alto nivel de formación hasta otros menos complejos en su ejecución -desde la perspectiva del trabajador- relacionados con el transporte urbano por medios mecánicos, que solo son posibles mediante una interacción muy particular, más amplia que en un tradicional contrato laboral, con una aplicación móvil instalada en un teléfono inteligente.

 

Dentro de las otras caras que tienen las relaciones entre empleo y la tecnología, está la ampliación de lo que se podría entender como la esfera de control del empleador. Mediante el uso de dispositivos tecnológicos, para un empleador podría ser posible conocer información a la que anteriormente no tenía acceso, por ejemplo, el sitio en el cual se encuentra un trabajador en cada momento del día, la información personal, los productos de consumo que le interesan y la información a la cual el trabajador tiene acceso desde algunos dispositivos.

 

Algunas legislaciones han desarrollado instrumentos para darles cause a estos nuevos mecanismos de control del empleador, limitando la posibilidad de este tipo de vigilancia. En sentido diferente, otros sistemas jurídicos (Italia y Francia) han promovido normas que regulan la llamada desconexión laboral. La regulación de este tema en dichos países es diferente: mientras que Francia ha establecido la desconexión laboral como un derecho, Italia no ha hecho lo mismo. No obstante, ambas legislaciones promueven un objetivo similar: establecer un límite y una diferencia entre el tiempo que se le dedica al trabajo, por ser el tiempo contratado por el empleador, y el que el trabajador le dedica a su descanso y actividades personales.

 

La manera como cada una de las legislaciones logra el objetivo es diferente y depende, en gran medida, de la tradición de relaciones laborales de cada país. En estos casos, al ser países con amplias coberturas de convenciones colectivas, gran parte de los desarrollos relacionados con la desconexión laboral se dejan a los acuerdos entre sindicatos y empleadores. No obstante, el objetivo es el respeto a las condiciones y jornadas laborales acordadas -las cuales tienen su base en la salud ocupacional- y en evitar que el trabajador, al finalizar su jornada, se encuentre en una perenne fase de disponibilidad, mediante la posibilidad real de desconectarse de las herramientas tecnológicas y de las plataformas de IT.

 

Mecanismos de control

 

La extensión de los mecanismos de control que permite la tecnología tiene muchos puntos positivos. En este momento, pueden hacerlo los empleadores (o beneficiarios de servicios) que quieren proteger a los trabajadores de incumplimientos de algunos contratistas o jefes.

 

En este sentido, son frecuentes los casos de empresas que han incluido en su estrategia el promover el cumplimiento de obligaciones laborales en sus contratistas o que se han dado cuenta de que pueden prevenir afectaciones operacionales ante los incumplimientos laborales de sus contratistas y subcontratistas. Otras compañías han firmado acuerdos colectivos globales que les aplican a todas las empresas subordinadas y buscan monitorear su cumplimiento por parte de las diferentes empresas en el mundo. La tecnología les ha brindado a empleadores y contratantes la posibilidad de verificar mediante plataformas tecnológicas el cumplimiento de obligaciones laborales en tiempo real por parte de sus contratistas y así impactar de manera positiva la vida todos los trabajadores de la cadena de suministro y consolidar una mayor estabilidad operacional y reputacional.

 

La tecnología puede tener impactos negativos y positivos en la creación y destrucción de empleos de calidad. El reto está en focalizar estos procesos y promover la creación de diferentes tipos de empleos de calidad, desde aquellos que son útiles para una persona en el corto plazo como aquellos que requerirán un permanente proceso de actualización y esfuerzo.

 

Igualmente, hay que fortalecer las esferas positivas que los desarrollos tecnológicos permiten, como la posibilidad de trabajar en sitios y en horarios que fomentan la calidad de vida y la productividad y promover que la tecnología no termine por desvirtuar otras figuras positivas de la legislación laboral, como las jornadas laborales con un inicio y un fin.

 

El reto está tanto en ampliar los aspectos puramente técnicos de la tecnología, pero acompañados de las políticas y acciones tendientes a que estas impacten positivamente la vida de las personas, la productividad y la oferta laboral.

 

El Director de la Organización Internacional del Trabajo señala que, en el pasado, lo que ha ocurrido es que después de un periodo de turbulencias y ajustes, salimos de las anteriores revoluciones industriales con más trabajos, de mejor calidad y con mayor calidad de vida. No obstante, estamos frente a un escenario en el cual los grandes cambios tecnológicos requieren revisión y ajuste de nuestras instituciones y políticas laborales, para lograr todos los objetivos de productividad, más empleos de calidad y con mejor calidad de vida.

 

[1] OIT (2016), New technologies: A jobless future or golden age of job creation?

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