‘Manual de escritura jurídica’
28 de Agosto de 2018
Existe una creencia generalizada de que los abogados son muy buenos escritores, pero, ¿esto es verdad? Durante varios meses, un equipo encabezado por Diego Eduardo López Medina, profesor de la Universidad de los Andes, investigó el estado actual de la escritura jurídica en Colombia, con hallazgos sorprendentes.
De acuerdo con López, se construyó un listado de 33 errores comunes en la prosa general. Con ese diagnóstico, se examinaron a profundidad 60 expedientes judiciales, que arrojaron resultados dicientes: “Los memoriales de los expedientes contienen, en altos porcentajes, todos los errores posibles y, peor aún, los memoriales malos fallan multifactorialmente”.
Según la investigación, los errores más comunes son: “(i) Los memoriales no tienen adecuada revisión ni edición; (ii) son muy largos en su conjunto; (iii) no expresan de manera clara, directa y temprana la tesis que quieren defender; (iv) se citan sentencias y doctrina sin ton ni son; (v) se repiten los argumentos excesivamente; (vi) se escribe en oraciones muy largas (¡encontramos algunas con más de 250 palabras!); (vii) hay párrafos muy largos (de varias páginas); (viii) semánticamente, los abogados escribimos en un estilo pesado y pomposo, prefiriendo arcaísmos, cultismos, latinismos crudos y seudo-tecnicismos en lugar de palabras claras y sencillas; (ix) se abusa de las oraciones compuestas; (x) se usa mal la coma y, así, un larguísimo etcétera”.
La idea de esta investigación nació de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado y de su director, Luis Guillermo Vélez, un apasionado por la buena escritura. El resultado final es la publicación del Manual de escritura jurídica, editado por Legis.
Uno de los principales objetivos de esta obra es que los operadores jurídicos y los estudiantes de Derecho reflexionen sobre sus propias prácticas, para impulsar un escritura más clara y persuasiva.
En ese sentido, se deja a disposición del lector una serie de técnicas, reglas y buenas prácticas para redactar textos concisos y efectivos; citar adecuadamente las fuentes del Derecho; revisar y editar documentos jurídicos; diseñar escritos que llamen la atención del lector y adoptar un novedoso método de argumentación que les permita a los abogados el éxito comunicativo.
Y es que, en palabras de López, la falta de una comunicación escrita adecuada produce algo muy sencillo: “no nos entendemos”. En su opinión, “escribimos tan largo y tan mal que nuestros lectores pasan los ojos diagonalmente sobre nuestros textos. Se genera una paradoja: se escribe mucho y los lectores leen poco lo que les enviamos. Parte del derecho al acceso a la justicia es el derecho fundamental a entender lo que se nos dice”.
Pero, ¿qué responsabilidad tiene la academia en la formación de profesionales con falencias en la redacción? “A escribir aprendemos leyendo. El tono general de la prosa profesional es pesado. De ahí recogemos el estilo y pensamos que está bien. A la academia le tocaría reflexionar críticamente sobre esto y hacer un contrapeso. Deberíamos pasar de la prosa jurídica pesada y pomposa a una argumentativa, más breve y más elocuente”, responde este profesor y columnista de ÁMBITO JURÍDICO.
Sin duda, este manual se convertirá en una herramienta imprescindible para todo aquel que quiera mejorar su lenguaje jurídico. Por eso, el libro no solo arroja los resultados sobre el español jurídico usado en Colombia, sino que también aborda cuestionares básicas frente a la tipografía, ofrece pautas de referencia y hasta herramientas de evaluación, con el fin de mejorar la comunicación escrita de los abogados.
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