Mirada Global
La revolución de Macron en Francia
24 de Mayo de 2017
Daniel Raisbeck
¿Es verdad que el triunfo de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales de Francia introdujo un cambio sísmico no solo a la política gálica, sino también a la política europea?
Macron, con tan solo 39 años de edad, supuestamente rompió el esquema tradicional de derecha versus izquierda que ha dominado la política francesa durante la Quinta República, expresado en términos de partidos gaullistas o neogaullistas versus el Partido Socialista.
Pero, ¿podría estar Macron, con su movimiento En Marche (cuyo acrónimo consiste de las iniciales de su líder), reviviendo la tradición “centrista” que representó, por ejemplo, Valéry Giscard d’Estaing, presidente desde 1974 hasta 1981 por la Unión para la Democracia Francesa? Con este movimiento, Giscard d’Estaing unió a elementos social-demócratas cristianos con parte de la derecha liberal y no gaullista, posicionándose entre los fieles seguidores del general De Gaulle, por un lado, y los socialistas, por el otro.
Según el periodista Alexandre Vatimbella, director del Centro de Estudios y de Investigación del Centrismo, Macron “se presenta como un liberal en términos sociales con orígenes en la izquierda, pero que pretende ser ‘ni de derecha ni de izquierda’ dentro de la tradición centrista, todo con el propósito de quebrar las antiguas divisiones ideológicas” entre un polo progresista, a favor de una sociedad abierta, y otro polo conservador y defensor de la sociedad cerrada.
Macron ciertamente vende su agenda “reformista” de esta manera, pero la realidad puede ser más prosaica. Lejos de ser un outsider ajeno a la política tradicional que logró subvertir todo el sistema político francés, Macron es un enarca (alumno de la Escuela Nacional de Administración, fábrica de altos burócratas) que fue asesor y ministro de Economía de François Hollande, el expresidente (2012-2017) cuyo índice de aprobación llegó a niveles tan subterráneos (4 %) que hundió por completo la imagen de su propio Partido Socialista.
Según el autor Jonathan Miller, Hollande es el real ganador de las elecciones presidenciales del 2017. Al instalar a Macron en el poder como su sucesor con el exitoso esfuerzo de mercadeo detrás de En Marche, un nombre diseñado para sonar del todo anti-ideológico, Hollande llevó a cabo “el mayor retorno desde Lázaro (…). Aunque fue un presidente terrible, el resultado de las elecciones demuestra que Hollande es un maestro para las operaciones políticas, con una especialidad en acciones subrepticias”.
Para el economista Juan Ramón Rallo, “Macron no va a traer cambio relevante alguno a Francia”, pues mantendrá la línea socialdemócrata de Hollande y sus predecesores de la Quinta República de mantener “una economía de mercado hiperregulada dentro de un Estado de bienestar sobredimensionado”. Su virtud consiste en postergar “el consenso socialdemócrata frente a la amenaza disgregadora (del) nacionalismo fascistoide” de Marine Le Pen.
En otras palabras, el estilo de Macron puede ser dinámico, proyectando cambio y modernización, pero la esencia de su política resulta ser tediosamente conservadora dentro del contexto francés.
François Fillon, el candidato de Los Republicanos cuya campaña nunca se recuperó de las acusaciones de haber empleado ficticiamente a su esposa con dinero del fisco, intentó presentarse como el “Thatcher francés”. Por otro lado, varios analistas han comparado a Macron con Tony Blair, el primer ministro laborista de Gran Bretaña (1997-2007) que usó el término “Tercera Vía” para vender su filosofía económica socialdemócrata.
Sin embargo, como escribe el periodista Hansjörg Müller, la comparación entre Macron y Blair es poco apta, especialmente porque Blair gobernó después de que la revolución thatcheriana introdujera irreversibles cambios a favor del libre mercado y la desregulación en Gran Bretaña. El resultado: una economía que, como menciona Robert Colville en el Wall Street Journal, “zumbaba como un Rolls-Royce”.
Macron, por otro lado, hereda una economía en dificultades precisamente porque sus líderes se han resistido a introducir reformas similares a las de Thatcher, por ejemplo en el campo laboral. Y Macron seguramente no contará con una mayoría parlamentaria para implementar reformas drásticas así quisiera hacerlo. Por eso es, según Müller, Blair sin Thatcher.
La revolución de En Marche en Francia parece similar a la de Garibaldi vista desde la Sicilia de Giuseppe Tomasi Di Lampedusa en su obra El gatopardo: “Hace falta que algo cambie para que todo siga igual”.
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