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Actualizado hace 22 minutos | ISSN: 2805-6396

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La agenda internacional

27 de Enero de 2017

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Andrés Barreto González

Abogado, miembro fundador de la Academia Colombiana de Derecho Internacional.

 

Varios acontecimientos mundiales ponen en la agenda global el respeto y la vigencia del Derecho Internacional. Desde la elección presidencial en EE UU, hasta amenazas de terrorismo fundamentalista, temas de comercio internacional, cooperación judicial y relaciones bilaterales de los Estados, todos han sido protagonistas del año que pasó y el nuevo que inicia.

 

Los detractores del sistema jurídico internacional anotan la ineficiencia y la crisis del legalismo, a veces propendiendo por el regreso de un realismo político exacerbado, como si la solución reposara exclusivamente en alguna de estas ciencias, o estas fueran excluyentes entre sí.

 

Con rigor conceptual se pueden notar in extenso las diferencias entre una y otras, pero la excesiva desagregación que la academia, el Derecho y la política han buscado, han logrado una separación que hoy, tras al largo recorrido desde Westfalia hasta el siglo XXI, vuelven a tomar vigencia.

 

El 2017 arranca con una agenda convulsionada en el mundo. Este mes tomó posesión de su cargo el presidente número 45 de EE UU. Su discurso, más allá de si se comparten o no sus posturas políticas, presenta grandes desafíos para los asuntos internacionales.

 

El debate en torno a su elección vino permeado por presuntas injerencias de otros Estados, infiltraciones de inteligencia, conflictos de interés en lo comercial, y un discurso nacionalista exacerbado que desde ya genera consecuencias que han afectado inversiones internacionales, obligaciones derivadas de acuerdos comerciales, amenazas (incluso de uso de la fuerza), inter alía.

 

Aunque se debe presumir la buena fe, y la institucionalidad estadounidense ha demostrado ser superior a sus gobernantes, hay que esperar la maduración del ejercicio de gobierno del Presidente Trump.

 

No obstante, sus anuncios proteccionistas, sus amenazas arancelarias y sus peticiones en materia de extradiciones, deportaciones y endurecimiento de regímenes jurídicos y administrativos ya generan consecuencias al sur del Río Grande.

El manejo de la política exterior será otro gran reto del gobierno Trump. El presidente ha tenido posturas muy duras frente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a la que califica de “club social”, y solicitó fulminantemente la renuncia de sus embajadores – que no fueran de carrera -, algo que no es usual ni tan precipitado en tanto se asienta el Secretario de Estado, y se definen prioridades y agendas.

 

En otros aspectos, Rusia ha logrado un liderazgo -no necesariamente positivo-, influyendo en la agenda estadounidense, y siendo protagonista de muchos de los conflictos que se desarrollan en la actualidad. Ejemplo de ello es su rol en el manteamiento del régimen en Siria, la ofensiva militar contra el DAESH, el apoyo para contrarrestar las amenazas yihadistas en otros lugares, y el temor que recorre a Europa del Norte y Oriental en relación con el fantasma expansionista ruso, el cual no es exclusivamente militar.

 

Para completar el momento internacional que se vive, y los grandes retos que en materia de Derecho Internacional se presentan, el pasado 1° de enero tomó posesión de su cargo el nuevo secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. El ex primer ministro portugués no es un desconocido de la política europea, ni mucho menos del sistema de Naciones Unidas.

 

Guterres trabajó como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), tal vez una de las posiciones más difíciles e ingratas en la coyuntura actual de la crisis de migrantes y refugiados, siendo quizás el drama humanitario que más golpea a Europa y al mundo contemporáneo.

 

Los retos a los que se enfrenta el Secretario General no son menores, y es para muchos la esperanza de la anhelada reforma al sistema, el cual, tras 70 años de rigidices y una pesada estructura burocrática de cuestionable eficiencia, ha puesto en jaque al multilateralismo.

 

Para muchos de los analistas, Guterres era el candidato más completo, y seguramente la persona más idónea para el trabajo, especialmente por conocer la política europea, la diplomacia multilateral y el sistema de Naciones Unidas.

 

Tras una tibia y gris gestión del surcoreano Ban Ki Moon, a veces un poco desinformado y perdido, como lo demostró su papel en el mal llamado Proceso de Paz, nunca se le vio el liderazgo necesario para encausar a la organización en las agendas del siglo XXI.

 

Las coyunturas actuales y el ímpetu de Guterres no le auguran aguas tranquilas, pero el portugués ha sido testigo de la trasformación de su país a la democracia, tiene experiencia como jefe de gobierno, militó en la política del socialismo europeo, y tuvo un puesto nada cómodo en el ámbito de la organización, encargándose del apremiante drama de los refugiados.

 

Será la astucia de Guterres la que demuestre su capacidad de conciliar la agenda de la organización, los clamores de reforma y los delicados equilibrios geopolíticos, estratégicos, económicos y militares de los miembros de la organización, y sus poderosos P5.

 

Los conflictos en Siria, Sudán, Afganistán e Irak, el terrorismo extremo yihadista, y el desprestigio de los cascos azules y las misiones de paz, componen el telón de fondo sobre el cual el Secretario General deberá plasmar el rumbo de la organización para los próximos cinco años, y quizás otros cinco por venir, si es reelegido por una única vez, como lo permite el tratado constitutivo.

 

Dentro de los retos urgentes que marcarán la gestión de Guterres, se pueden señalar el plan a 2030 sobre desarrollo sostenible, iniciar el proceso de reforma, garantizar la efectividad del sistema de acción colectiva, todo esto necesario para no seguir cayendo en el error de abrirse a temas disimiles, o apostarle a uno solo (por ejemplo, el proceso en Colombia).

 

Será un año inquietante con muchos temas en la agenda global. América Latina también entra en fase de campañas y elecciones presidenciales, lo que desde ya augura un interesante campo de análisis para juristas e internacionalistas.

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