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ETC / Mirada global


Escocia, Reino Unido y la Cuestión Inglesa tras el referendo

15 de Octubre de 2014

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Daniel Raisbeck

 

El pasado 18 de septiembre, una clara mayoría de escoceses (el 55 % de los votantes) decidió mantener los “lazos indisolubles de interés y de afecto” que, según el historiador Thomas Babbington Macaulay (1800-1859), han unido a Escocia y a Inglaterra desde 1707 (ver mi columna de enero en ÁMBITO JURÍDICO).

 

Aunque la campaña separatista fracasó a la hora de crear una Escocia independiente, sí logró desatar una crisis constitucional de una magnitud no vista desde que el Primer Ministro Liberal H.H. Asquith (1908-1916) se enfrentó a la Cámara de los Lores hereditarios y, en últimas, les quitó su poder de veto sobre las decisiones de los Comunes.

 

La incertidumbre actual gira alrededor de la célebre Cuestión de West Lothian (o Cuestión Inglesa), la cual surge a raíz de la devolución de poderes que antiguamente acaparaba el Parlamento de Westminster (Londres) a los gobiernos locales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte.

 

El problema adquiere su nombre porque fue el representante de la circunscripción de West Lothian, Escocia, quien, durante uno de los primeros debates acerca de la devolución en 1977, preguntó si los ingleses tolerarían una situación en la cual ellos perderían prácticamente toda influencia sobre la política fiscal –y otros asuntos– de los demás países del Reino Unido, mientras que los 119 parlamentarios de Escocia, Gales e Irlanda del Norte mantenían el poder de votar para decidir todo asunto relacionado a Inglaterra.

 

De hecho, desde 1999 únicamente el Parlamento Escocés ha determinado el impuesto de renta que se cobra al norte del río Tweed (la frontera con Inglaterra). Sin embargo, los 59 representantes de circunscripciones escocesas en el Parlamento de Westminster pueden votar –y ser la fuerza decisoria– en temas fiscales y de otra índole que afectan únicamente a Inglaterra.

 

Más allá de tal incongruencia política está la famosa Fórmula de Barnett. Como explica Michael Wilkinson en el diario The Daily Telegraph, esta determina que el nivel del gasto público en Escocia, Gales e Irlanda del Norte –basado en la población de cada país y en los poderes que han obtenido por medio de la devolución– debe ser mayor al gasto público per capita en Inglaterra. Bajo tales condiciones, el gobierno británico típicamente gasta en cada ciudadano escocés mínimo un 19 % más que en cada ciudadano inglés. En el 2013, la cifra fue de 8.529 libras esterlinas per capita en Inglaterra versus 10.152 per capita en Escocia. 

 

La Fórmula de Barnett se ha mantenido, aunque su creador, el antiguo parlamentario laborista y secretario principal de la Tesorería Joel Barnett, hoy en día un miembro de la Casa de los Lores, ha declarado que tal medida, tomada en 1978 de una manera provisional, es “tremendamente injusta” y se debe eliminar.

 

Antes del referendo independista, los tres partidos principales de Gran Bretaña –conservadores, laboristas y liberales demócratas– se comprometieron a devolverle aún más poderes al Parlamento de Edimburgo. Por ende, ha surgido una enorme presión en Inglaterra para resolver la Cuestión de West Lothian y para corregir el desequilibrio fiscal causado por la Fórmula de Barnett.

 

Como ha escrito el conservador Boris Johnson, alcalde de Londres, los parlamentarios escoceses en Westminster “no han tenido jurisdicción sobre la educación ni la salud ni la justicia criminal en Escocia; y sin embargo han sido utilizados como peones para gobernar a Inglaterra. Este es un problema básico de legitimidad y debe ser solucionado, probablemente al excluir a los parlamentarios escoceses de muchos de los votos relacionados” a los asuntos ingleses.

 

Johnson se refiere claramente a los parlamentarios escoceses del Partido Laborista, el cual ha contado tradicionalmente con el voto escocés para formar mayorías en Westminster. Una “devolución inglesa” del tipo que propone Johnson, sin embargo, claramente no le conviene a los laboristas.  

 

No obstante, el tema se debe resolver. El mismo primer ministro, David Cameron, anunció el día después del referendo que, “tal como el pueblo de Escocia tendrá más poder sobre sus asuntos, de igual manera los pueblos de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte deben obtener más autonomía”.

 

El Reino Unido de Gran Bretaña ha mantenido sus nexos, pero la cuestión de la descentralización de poderes se ha convertido en un asunto político de magna importancia que podría determinar la elección nacional del 2015.

 

Por el bien de la libertad económica, es preferible que los notarios sean más semejantes a los que conoció Plinio que a aquellos que creó Constantino.

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