Columnistas
Bogotá: sede de arbitraje internacional
02 de Abril de 2013
Fernando Mantilla Serrano Abogado. Experto en arbitraje
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El título de esta columna ha sido el anhelo de quien la escribe desde que incursionó en el arbitraje internacional hace más de 20 años: hacer presente a Colombia (y a sus brillantes juristas) en el mundo del arbitraje internacional y hacer de Bogotá un lugar preferido como sede de arbitrajes internacionales.
Lo primero se ha logrado y con creces. Hoy en día, a diferencia de hace 20 años, son varios los abogados y árbitros colombianos reconocidos internacionalmente. Lo segundo sigue siendo un anhelo cuya realización todavía parece remota.
Solo excepcionalmente las partes (aun colombianas) escogen Colombia como lugar del arbitraje y las principales instituciones arbitrales no la consideran un lugar recomendable para localizar un arbitraje. La incertidumbre sobre los recursos: nulidad, tutela, y ahora el recurso al Tribunal Andino contribuyen sin duda a esta desconfianza.
Sin embargo, en días pasados, durante casi una semana, Bogotá reunió a las más grandes figuras y a los más respetados centros de arbitraje internacional. La Cámara de Comercio Internacional (CCI) y la Corte de Arbitraje Internacional de Londres (LCIA) patrocinaron diversos eventos que sirvieron de marco al tradicional IBA International Arbitration Day que tuvo lugar el pasado 22 de febrero. También la Asociación Latinoamericana de Arbitraje (ALARB) estuvo presente.
Por segunda vez, en los 16 años de existencia que tiene este evento anual, el “Día del Arbitraje Internacional” se realizaba en Latinoamérica y la ciudad escogida fue Bogotá. Todo un honor y un reconocimiento no solo a los esfuerzos de instituciones como la Cámara de Comercio de Bogotá (patrocinadora de lujo de este evento), sino a Colombia como país serio y con una sólida y razonable política económica.
El discurso inaugural del ministro Fernando Carrillo, conocedor como pocos del derecho económico internacional, fue el preámbulo ideal del evento. Con la convicción propia de quien participó en la génesis del nuevo orden constitucional colombiano y ha tenido una brillante carrera internacional, el ministro Carrillo presentó un panorama de retos y confianza en un país que acoge la inversión, tiene una sólida y decantada institucionalidad democrática y respeta el imperio del Derecho. No se podía transmitir mejor mensaje a los más de 550 delegados presentes provenientes de cerca de 40 países.
El tema del IBA International Arbitration Day era: “El laudo arbitral: ¿es necesario repensar la forma de elaborarlo?”. Alrededor de este tema se debatieron varios subtemas, todos al cual más importantes.
Así, se analizó el proceso de deliberación arbitral reflexionándose sobre temas como la igualdad de los árbitros dentro de este, la forma de lidiar con árbitros recalcitrantes, parciales o inexperimentados, el papel de las partes en la deliberación y la posibilidad de someter a consideración de las partes el proyecto de laudo o de plantearles los puntos sobre los cuales el tribunal considera gira la controversia, y el papel que juega el secretario del tribunal, quien a veces puede convertirse en un “árbitro en la sombra”.
Un segundo panel trató de la patología en las deliberaciones y cómo ellas afectan al laudo arbitral. Se habló así de la demora en laudar, de los posibles riesgos de dictar laudos parciales que “aten las manos” del tribunal arbitral impidiéndole hacer justicia, de la conveniencia de reabrir los debates y la instrucción cuando aparecen durante la deliberación temas que no fueron suficientemente tratados por las partes, y del papel de los centros de arbitraje para enmarcar las deliberaciones del tribunal y evitar estos riesgos y patologías.
Otro grupo de expertos analizó la importancia de la motivación de los laudos. Se debatió sobre si los árbitros debían analizar todos y cada uno de los argumentos invocados por las partes o solo aquellos relevantes para la decisión, y sobre la práctica (a veces exagerada) de relatar en detalle las diligencias procesales llevadas a cabo durante el proceso arbitral. También se planteó la utilidad y posibilidad de permitir laudos no motivados en los cuales, inmediatamente después de la deliberación simplemente se informara a las partes las decisiones del tribunal. Y sobre si la motivación de los laudos debería ser diferente según se trate de arbitraje de inversión o de arbitraje comercial.
El último panel trató de los salvamentos de voto y su utilidad y uso en el arbitraje internacional. Se debatió sobre la importancia de la unanimidad y la forma de alcanzarla, sobre la imparcialidad del árbitro que salva su voto y sobre la finalidad real de dicho voto, y sobre si los centros de arbitraje deberían reglamentar el uso y recurso a los salvamentos de voto.
En resumen, se trató de un evento de suma importancia que convirtió a Bogotá, así solo fuera por unos días, en la sede del arbitraje internacional.
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