Mirada Global
Agrias semanas para los eurofederalistas
28 de Febrero de 2014
Daniel Raisbeck |
Las últimas semanas han sido agrias para los integracionistas en Europa, sobre todo para los más pertinaces federalistas que, como el eurodiputado belga Guy Verhofstadt, quieren “nada menos que una unión económica y fiscal completa” en la eurozona, la cual incluiría un solo mercado de bonos para los 16 países que usan el euro como moneda (actualmente, cada uno emite sus propios bonos libremente). Según esta mentalidad, el propósito de la Unión Europea (UE) no debe ser meramente crear un mercado libre, sino convertirse en los Estados Unidos de Europa, un poder global con un gobierno verdaderamente centralizado que pueda competir con EE UU y China en todos los ámbitos.
El primer trago amargo lo brindó la Corte Constitucional alemana (Bundesverfassungsgericht) al pronunciarse acerca de la legalidad de las operaciones monetarias definitivas (OMT/outright monetary transactions), por medio de las cuales el Banco Central Europeo (BCE) compra los bonos de los países de la eurozona afligidos por los mercados (ver mi artículo ¿Son legales los rescates al euro?, en ambitojuridico.com). Según el instituto anglo-alemán Open Europe, la decisión revela que, desde el punto de vista de la Corte, el programa de OMT “es ilegal e incompatible con la ley de la UE y, por ende, con la ley alemana”.
Open Europe explica que, como la Corte solo tiene jurisdicción sobre asuntos domésticos y el programa de OMT es transnacional, los jueces alemanes han remitido las cuestiones esenciales a la Corte Europea de Justicia (CEJ), la cual interpreta la ley de la UE. Aunque la CEJ ratifique la legalidad de OMT, como es probable, el hecho de que tenga que emitir un fallo “crea aún más incertidumbre acerca de la frágil economía de la eurozona, algo que podría obstaculizar la recuperación” tras los rescates de Grecia, Irlanda, Portugal y otros países.
Por otro lado, es posible que la Corte Constitucional alemana decida que la incompatibilidad de OMT con la ley de la República Federal obliga a esta a establecer límites a sus contribuciones al BCE. Esto restringiría el poder del BCE, ya que Alemania es su principal contribuyente.
El segundo golpe a las esperanzas federalistas vino con el referendo llevado a cabo en Suiza el 9 de febrero, pues una mayoría –ínfima (50,3 %), pero determinante– de los habitantes de la Confederación Helvética decidió ponerle fin a la inmigración masiva proveniente de la UE (Suiza no es un país miembro, pero les permitió acceso a los trabajadores de la UE en el 2002 y ratificó el acuerdo Schengen de libre movimiento de personas en el 2004, también por medio de un plebiscito).
Como explica Markus Somm, editor del diario Basler Zeitung, un terremoto sacudió a la gran industria, a la izquierda y a la clase política suiza, ya que estos grupos apoyaron la inmigración, ignorando “una política de asilo fuera de control, las escuelas sobrecargadas por el multiculturalismo, una criminalidad creciente y el abuso de los servicios sociales”. Somm escribe que, “aunque los suizos ejercieron un triste papel en todos estos excesos, los inmigrantes siempre estuvieron desproporcionadamente representados”.
El resultado del referendo afecta a la UE, ya que, aunque Suiza no sea un país miembro, la opinión pública de este país es muy similar a la de Gran Bretaña, Francia, Italia y otras naciones. Como comenta el periodista inglés Allistair Heath, “la democracia directa no es la amiga de la integración europea”.
Por otro lado, el voto suizo compromete al parlamento nacional en Berna a negociar un nuevo acuerdo con la UE. Según el analista Ambrose Evans-Pritchard, esto significa una derrota clara para los centralistas en Bruselas, quienes han argumentado que tal tipo de negociaciones no son legítimas y, a la vez, han propagado el mito de que el crecimiento de la UE significó el fin de las naciones soberanas en Europa, inclusive en el caso de países no miembros como Suiza y Noruega.
Tanto Heath como Evans-Pritchard notan que el referendo suizo tendrá repercusiones a través del continente. De hecho, renegociar la relación entre su país y la UE es exactamente lo que quiere el primer ministro británico David Cameron, quien, si regresa al poder en el 2015, llevará a cabo un referendo para determinar si el Reino Unido sigue o no perteneciendo a la UE.
Cada día se ve menos factible la creación de los Estados Unidos de Europa que tienen en mente Verhofstadt y los federalistas. Como escribe Evans-Pritchard, “la balanza de poder se está moviendo en la dirección de las democracias soberanas”.
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