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Juan Carlos Seltzer: “La formación profesional de contadores debería transformarse”

09 de Agosto de 2011

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Foto: Humberto Pinto

 

Ser creativo en la formación de contadores públicos no es, precisamente, la regla que siguen los docentes que imparten esa ciencia del saber. Por lo general, las cátedras son rígidas y apegadas a los viejos estándares de enseñanza.

 

El argentino Juan Carlos Seltzer, doctor en Contabilidad de la Universidad de Buenos Aires y director del Área de Educación de la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas, considera que la formación de profesionales debería pasar de preparar un ciudadano propenso a realizar un trabajo rutinario a formar un profesional que enfoca su labor en la calidad, en el cliente y en sus necesidades.  

 

ÁMBITO JURÍDICO: ¿Qué tipo de normas contables existen en Argentina?

 

Juan Carlos Seltzer: Actualmente, en Argentina existen tres tipos de normas: NIIF (de aplicación obligatoria para entidades que cotizan en bolsa y optativa para las demás), NIIF para Pymes (de aplicación optativa) y normas nacionales.

 

Á. J.: ¿Cuál es la visión actual de la Federación Internacional de Contadores (IFAC, por su sigla en inglés) frente a la formación de contadores profesionales?

 

J. C. S.: IFAC está sumamente interesada y preocupada, prueba de lo cual es el hecho de que ha emitido, hasta el momento, ocho normas internacionales sobre educación contable.

 

Á. J.: ¿Cuál ha sido su experiencia como Director del Área de Educación de la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas?

 

J. C. S.: La Federación tiene un organismo técnico, el Centro de Estudios Científicos y Técnicos, con diferentes áreas de investigación, tales como Contabilidad, Impositiva, Gerencial y la de Educación, que yo dirijo. La experiencia es muy enriquecedora, pues ya llevo varios años en este cargo. Allí, venimos desarrollando una investigación grupal con los distintos investigadores que a lo largo de estos años han sido seleccionados para actuar en esta área. Fruto de esa tarea son los artículos que se han publicado en la revista Imagen y los trabajos base del área presentados en varios congresos nacionales e internacionales de profesionales de ciencias económicas.

 

Á. J.: ¿En qué consisten las técnicas de creatividad que usted propone utilizar en el ámbito de la enseñanza contable?

 

J. C. S.: No es cuestión de cambiar algo, sino de darle otra forma. Por eso, se habla de actividades y técnicas creativas. De lo que aquí se trata es de innovar, no de “re-formar”. Se puede decir que el pensamiento que es necesario aplicar a este ámbito incluye un profundo cambio de valores y de intenciones.

 

Son manifiestas las dificultades para lograr que quienes deben aprender contabilidad realmente aprehendan los contenidos contables desde la referenciación con su propia cotidianeidad, es decir, desde la vivencia de los mismos. De encontrarse un camino eficiente para que quienes aprehendan contabilidad lo hagan desde su vivencia, se posibilitaría el reconocimiento de la contabilidad como una creación tecnológica humana apta para satisfacer necesidades reales y para comprender la naturaleza y los fines de la información económica-social referida a la gestión, tanto histórica como predictiva, de diferentes entes.

 

La aplicación de actividades creativas a la didáctica de la Contabilidad requiere definir qué  entendemos por Contabilidad o qué nos gustaría que fuese. Adoptamos la concepción de quienes opinan que la Contabilidad debe abrirse y superar al viejo concepto de cumplir con requerimientos legales.

 

Á. J.: ¿Cómo se llega a ser un profesor creativo?

 

J. C. S.: Cuando se logran las competencias respectivas, que incluyen lo correspondiente al “ser”, al “saber” y al “hacer”. El “ser” son las características de persona creativa (expectativas de cambio, actitud creativa, sensibilidad a problemas). El “saber” son los conocimientos de creatividad y sus técnicas y de sicodidáctica. Y el “hacer” es aplicar el proceso creativo, instaurando el clima respectivo con hábitos de intervención de iguales características.

 

Por eso, algunos autores enfatizan en la importancia de fomentar actitudes creativas en los docentes: el profesor ha de vivir la creatividad, saber cómo fomentarla. Dos rasgos son capitales: crear actitudes flexibles y de aportación personal y tener ideas y comunicarlas son indicios del potencial creador.

 

Á. J.: Dentro de su propuesta educativa, ¿qué otros elementos se deben considerar en la formación de contadores públicos?

 

J. C. S.: La ética, la responsabilidad social, el cuidado del medioambiente, la actitud comunicacional y, fundamentalmente, la formación y el desarrollo profesional docente, incluyendo las metodologías de aprendizaje.

 

Sus normas, reglas y posibilidades son una realidad necesaria que la han convertido en el lenguaje del mundo de los negocios o, con más precisión, “de las organizaciones”, que valorizan a la Contabilidad como disciplina creativa y posibilitan un proceso de su enseñanza - aprendizaje con iguales características.

 

Á. J.: En su opinión, ¿cuáles son las principales falencias de quienes enseñan actualmente?

 

J. C. S.: Tradicionalmente, el método de trabajo en las asignaturas de Contabilidad tiende a ser rígido, poco flexible y a priorizar mecánicas de trabajo en consonancia con las características normativas de la disciplina, más conductista que un espacio reflexivo y crítico.

 

En mi opinión, se enseña así, fundamentalmente, por una concepción general de la enseñanza “reproductora”, donde el profesor enseña, transmite, programa, evalúa, sanciona, premia, castiga, cumple programas, ordena y disciplina, en tanto que el alumno imita, escucha, reproduce, repite y ejecuta. Además, lo ya expresado acerca de la característica “normativa” de la contabilidad contaminó el proceso de su enseñanza.

 

En este orden de ideas, las metodologías empleadas por la gran mayoría de las instituciones, al menos en las que conozco y he tenido la posibilidad de apreciar, se basan mucho en la clase magistral, con más o menos variantes de exposición dialogada y uso de materiales audiovisuales.

 

Á. J.: ¿Cómo debe interactuar la universidad con la empresa?, es decir, ¿cómo se vincula la educación con el trabajo?

 

J. C. S.: Es fundamental esa doble vía. Precisamente, por mi actividad como tutor de pasantías laborales, es decir, de prácticas en empresas previas a la graduación, tarea que he desarrollado durante casi 10 años, creo que esa vinculación es esencial, para lograr situar el conocimiento a la realidad en la que actuará el futuro profesional de la contaduría.

 

La formación de profesionales de contaduría surgirá de un espacio o foro articulador entre universidad y sociedad, que fomente la interdisciplinariedad; facilite la continuidad en el aprendizaje; propenda a un proceso de enseñanza-aprendizaje con características integrales; estimule aprendizajes significativos; vincule a las unidades educativas con la realidad, acercándose al mundo del empresario, del trabajo y a las instituciones privadas y gubernamentales, y aproveche capacidades propias de cada parte interviniente y el uso de los recursos materiales y humanos.

 

Á. J.: Con la dinámica de los países hacia la convergencia de estándares internacionales de información financiera, ¿qué elementos debería contener un programa de capacitación, tanto para los docentes como para los contadores?

 

J. C. S.: Tal como lo expuse en mi tesis doctoral en el año 2008, existe un campo de acción común entre usuarios de los servicios profesionales y los contadores. Si bien hay competencias específicas de administradores y de contadores, se identificaron áreas de encuentro en la teoría contable: conocimientos y tecnología, perspectiva de negocio, relación con la comunidad, capacidad de brindar información a terceras partes, ética, transparencia y responsabilidad social y, por lo tanto, la formación es también un campo de acción común.

 

¿Esta vinculación es necesaria? Más que nunca. Una mirada a la realidad mundial nos permite ver que los cambios imprevisibles y los desequilibrios se han transformado en el eje central del proceso histórico.

 

Para desempeñarse profesionalmente dentro de este esquema de complejidad, solo parecen necesarios aquellos entrenamientos, capacidades y estilos que permitan manejarse en un tipo flexible de organización.

 

La formación de profesionales debería transformarse: pasar de preparar un personaje propenso a realizar un trabajo rutinario a formar un profesional que enfoca su labor en la calidad, en el cliente y en sus necesidades. Por ende, se requiere el desarrollo de su creatividad.

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