Recolección, transporte y disposición final de residuos especiales está sujeta a libertad de precios

El servicio de aseo conlleva la recolección de residuos principalmente sólidos, entendidos como cualquier objeto, sustancia o elemento resultante del consumo o uso de un bien en actividades domésticas, industriales, comerciales, institucionales o de servicios que el generador presenta para su recolección por parte de la prestadora del servicio público de aseo.

Son las características de los residuos las que determinan si deben ser objeto de la recolección y transporte por el prestador en desarrollo de las actividades del servicio de aseo, pues permiten establecer si se trata de un residuo sólido aprovechable, especial u ordinario, indicó la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios.

En ese sentido, aclaró, el residuo sólido especial corresponde a aquel que no puede ser recolectado, manejado, tratado o dispuesto de forma común y corriente por el prestador, teniendo en cuenta su naturaleza, composición, tamaño, volumen y peso, necesidades de transporte, condiciones de almacenaje y compactación, ente otros factores. Esto se traduce en la imposibilidad de contar con vehículos de recolección ordinarios o compactadores, la manipulación en las mismas condiciones que un residuo ordinario y el aislamiento y confinación en forma definitiva en los lugares especialmente seleccionados y diseñados para evitar la contaminación.

Así las cosas, la gestión de los residuos especiales frente a la gestión de los residuos ordinarios difiere en cuanto a condiciones técnicas para la recolección y transporte y en su remuneración, pues está sujeta a la libertad de precios entre el usuario del servicio y el prestador, lo cual dista del servicio público de aseo donde la tarifa está sujeta a las respectivas metodologías tarifarias del servicio.

En resumen, los prestadores del servicio público domiciliario de aseo deben recolectar, transportar y disponer los residuos sólidos ordinarios, mientras que están excluidos los residuos especiales, en razón a su naturaleza, composición, tamaño, peso y volumen. A pesar de que los mismos puedan ser gestionados por los prestadores, ello no implica que dicha actividad esté bajo la inspección, vigilancia y control de la superintendencia.