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Muhammad Ali vs. EE UU

10 de Junio de 2016

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Por José Patiño

Editor Ámbito Jurídico

jose.patino@legis.com.co

 

¡Ali, bumaye! ¡Ali, bumaye! ¡Ali, bumaye!, gritaban los incondicionales de Muhammad Ali en Zaire, en 1974, durante la pelea contra George Foreman, uno de los combates boxísticos más recordados, entre otras razones porque con esta victoria el antiguo Cassius Clay recuperó su corona de campeón mundial de los pesos pesados.

 

Y es que había perdido el cinturón en 1967, no en el cuadrilatero, por su negativa a participar en la guerra de Vietnam. Son conocidas sus frases, contundentes como sus golpes, sobre no matar a alguien que no le ha hecho daño, acerca de la opresión racial en su país y esto se reflejó también en una acción, su objeción de conciencia al servicio militar.

 

En resumen, Ali peleaba, pero no con armas, sino en el ring; también, por ser la fuerza de la naturaleza que fue, lanzaba golpes ante los micrófonos, que le permitieron difundir su mensaje de igualdad y dignidad racial.

 

Ante su muerte, el pasado 3 de junio, su legado deportivo ha sido revisado y alabado, también su liderazgo en la lucha por los derechos civiles, que lo convirtió en un ícono. Pero también vale revisar el episodio legal que significó su caso en la Corte Suprema de Justicia de EE UU, recreado por la película Muhammad Ali's Greatest Fight, dirigida por Stephen Frears.

 

 

El filme es una representación de los debates o, si se quiere, las peleas entre los magistrados del alto tribunal cuando llega el caso por evasión del servicio militar por el que el boxeador fue arrestado, despojado de su título mundial y de su licencia como boxeador.

 

Es muy relevante el contexto social, que condicionaba los pronunciamientos del alto tribunal, pues a los reclamos por los derechos civiles en EE UU y la guerra de Vietnam, puede añadirse que eran épocas del gobierno Nixon y de fuerte conservadurismo en la forma de interpretar la ley, una de sus consecuencias fue la decisión de la Corte de no pronunciarse sobre la guerra.

 

Pero precisamente las protestas antiguerra también dejaban en el aire necesidad de cambios y la exigencia de mayores libertades, que incluso se insinúan en el filme con los casos que van llegando a la corporación, como Roe vs. Wade.

 

 

Un hombre negro, juzgado por ocho hombres blancos mayores de 70 años, y unos magistrados auxiliares provenientes de la Ivy league (universidades de élite en EE UU), no parece un caso prometedor. Sin embargo, llega un, podríamos decir, outsider a la sala del magistrado ponente con una visión más crítica sobre la aplicación del Derecho y se le asigna elaborar la ponencia. Mientras su jefe le pide atenerse a la ley, él buscará otra forma de afrontar el caso.

 

¿Quién representó a Ali en la película? Nadie, el filme apenas se vale de archivo documental para mostrar al GOAT (greatest of all time), porque lo relevante es el debate jurídico y, por supuesto, político. Y si bien el “protagonista” no está presente, los actores que interpretan a los magistrados de esa corte de mediados de los años setenta son superlativos en su representación del mundo jurídico (Christopher Plummer, Frank Langella, Barry Levinson,  Danny Glover, entre otros). (Lea: Auschwitz, justicia y representación del holocausto)

 

 

Pero ¿cuál era el debate? Si Ali se oponía a la guerra, ¿por qué, como miembro de la Nación del Islam, sí participaría en una guerra santa? Eso planteaba el gobierno norteamericano en su alegato, que lo acusaba de escoger qué guerras quería pelear y de evadir el deber de servir a su país.

 

Atenerse al espíritu de la ley, cambiar para adaptarse a los tiempos que corren, la objeción de conciencia, leyes según el color de piel, esa es la compleja narración que ofrece una película que nos trae a un Ali que deja un legado no solo deportivo, sino relevante para muchas generaciones de luchadores por la igualdad. (Lea: Cuando una serie revela las fallas del sistema judicial)

 

 

 

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