Al Margen
Bitcoin, ¿la pirámide virtual?
08 de Abril de 2014
Satoshi Nakamoto se hace llamar la persona (o grupo de personas) que, en el 2009, ideó una moneda virtual para realizar transacciones por internet, conocida como bitcoin, que hoy tiene en alerta a las autoridades financieras de la mayoría de países, por el grave riesgo que su uso traería tanto para el bolsillo de incautos inversores y consumidores, como para la seguridad de las propias naciones.
De hecho, en Colombia, la Superintendencia Financiera expidió una Carta Circular, el pasado 26 de marzo, en la que advierte sobre los peligros de las operaciones realizadas con dichas monedas, entre ellos, que no están respaldadas por activos físicos y se pueden prestar para actividades ilícitas como captación ilegal, lavado de activos y financiación del terrorismo.
Además, el pasado martes, el Banco de la República hizo lo propio, al advertir, en un comunicado, que esas monedas no pueden usarse para el pago de las operaciones a las que se refiere el régimen cambiario expedido por su junta directiva.
Pero el auge ha ido en aumento. En el 2013, el bitcoin alcanzó un precio récord de 1.200 dólares por unidad, lo que incentivó su uso por los cibernautas e, incluso, propició su utilización en el mercado de bienes y servicios. En Argentina, por ejemplo, su descarga entre junio y julio de ese año pasó del 1 % al 3 % de las descargas en todo el mundo. Y en la página web de compra y venta en línea Mercadolibre, ya se veían anuncios en los que se aceptaban bitcoins.
Es más, en octubre del año pasado, a la entrada de un café de Vancouver (Canadá), se instaló el primer cajero automático de bitcoins, en el que los usuarios pueden cambiar esa moneda virtual por dinero en efectivo y viceversa. La compañía que lo creó anunció la instalación de cuatro cajeros más, a finales de diciembre.
La idea no es descabellada, si se tiene en cuenta que la negociación de estas monedas virtuales, que está regida por la ley de la oferta y la demanda, ha llegado a ser bastante provechosa en algunos casos. En el 2009, recién apareció el bitcoin, Kristoffer Koch, un ciudadano noruego, hizo una inversión de 22 dólares para comprar 5.000 monedas virtuales que, al cabo de cuatro años, se convirtieron en 850.000 dólares, con los que compró un apartamento en Oslo, según reporta la BBC.
Hoy, de acuerdo con ese mismo medio, esta moneda se puede usar para “comprar una cerveza en Berlín, pedir una pizza en Ámsterdam, tomar un taxi en Edimburgo, hacerse un chequeo dental en Liubliana, estudiar en Nicosia, comprar medias de alpaca en Massachusetts o hasta ir al espacio con Virgin Galactic”.
Y la locura no para ahí. A finales de marzo, un islandés llamado Baldur Odinsson decidió seguirle los pasos a Nakamoto, al emitir su propia moneda virtual, el auracoin, y ponerla a disposición de sus paisanos, en una página de Facebook, con el fin de liberarlos de la “prisión financiera”. Con solo registrar su documento de identidad, los islandeses pueden reclamar 31,8 de los 10 millones y medio de auracoins disponibles. Dicen que 3.300 islandeses ya se embolsillaron su parte.
Mientras tanto, Nakamoto, el original, habría reaparecido hace unas semanas en un foro de internet, para desmentir un artículo de la revista Newsweek en el que una reportera afirmó haber dado con su verdadera identidad y paradero. “I am not Dorian Nakamoto”, escribió el hombre (o mujer o lo que sea), en la página de la Fundación P2P Ning, la misma en la que, hace cinco años, anunció su más valorado invento.
(Fuente: bbc.co.uk)
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