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Los desaparecidos del Palacio de Justicia

04 de Noviembre de 2015

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Héctor Jaime Beltrán

 

Para la época de la toma del Palacio de Justicia, Héctor tenía 30 años de edad, vivía en Soacha con  su esposa y sus cuatro hijas. El amor de su vida, Pilar Navarrete, lo recuerda como un extraordinario padre, ya que prefirió en varias ocasiones quedarse sin ingresos con el fin de entregárselos todo a su familia.

 

“Nosotros nos casamos el 20 de marzo de 1981 y el día del matrimonio estuvo Jimmy a punto de arrepentirse, ¿sabe por qué? Porque no tenía zapatos nuevos. Le tocó casarse con unos zapatos viejitos que tenían huecos por debajo y por eso no se quiso arrodillar, durante toda la ceremonia permaneció de pie”.

 

Jaime tenía una gran aspiración para su vida,  soñaba con terminar su bachillerato y lograr  con el fruto de su trabajo ser el propietario de su restaurante. Por esta razón a veces trabajaba más de doce horas. Sus compañeros del palacio lo reconocían por compromiso en sus actividades diarias, de esta razón se puede inferir que hasta el último momento estuvo presente en el palacio.

 

“Para mí es realmente imposible creer que aún se encuentren con vida, pero sí estoy segura de que salieron con vida del Palacio de Justicia. No espero que encontremos los cuerpos, ni que me den plata para mí o las niñas por la muerte de su padre, espero que alguien aclare la verdad de lo sucedido, establezca qué pasó con los desaparecidos”.

 

 

 

 

 

 

 

Ana Rosa Castiblanco

 

Ana Rosa nació el 18 de noviembre de 1953, estudió en el Colegio General Santander, en Sibaté, hasta los 12 años de edad, después se trasladaría junto a su familia la ciudad de Anolaima, Cundinamarca. Años después, en su juventud, llegó a Bogotá, para tener más oportunidades y  cumplir así con las metas que se había propuesto para su vida.

 

Ya en la capital, Ana Rosa comenzó a trabajar en casas de familia, debido a sus buenos oficios, pasaría a trabajar en algunos de los restaurantes más importantes de la ciudad. Precisamente, del restaurante La Chalina fue recomendada para trabajar en la cafetería del palacio, lugar donde llevaba más de dos años trabajando. Cuando ocurrieron los hechos de la retoma, tenía siete meses de embarazo y un hijo que era su razón de vida.

 

“En esos días me encontraba de vacaciones y le dije a Ana Rosa que me iba para Anolaima y regresaba hasta el martes, aprovechando el puente. Ella estaba llevándole unas fotos a mi otra hermana, del bautizo de su sobrina. Ana Rosa había sido su madrina, ya iba a ser un mes. Ese martes le dejé lo que traía de la casa y cuando regresé el miércoles en la tarde encontré las frutas intactas. El niño lo tenía mi hermana Carmen y desde ese día mi hermana se esfumó, no puedo saber si para siempre”.

 

 

 

David Suspes Celis

 

Con una vida entregada a su hogar, así definen sus familiares a David Suspes. Su esposa Luz Dary Samper y su hija Ludy Esmeralda recuerdan con unas sentidas palabras a su ser querido: “Es preciso decir que no te has ido, que estás aquí, que estás en todo. Tu lugar en nuestras vidas será siempre el primero, el más importante. Regresa pronto, ¿quieres? Te necesitamos nosotras”.

 

David, un estudiante de ingeniería de alimentos, trabajaba en la cafetería del palacio y en la noche salía a trabajar a un supermercado de cadena para apoyar a su esposa con sus estudios de administración industrial y la crianza de su única hija, quien para la época tenía un problema de desviación ocular, razón por lo cual  necesitaba de atención y cuidado permanente de su madre, mientras su padre trabajaba más de 15 horas al día para velar por ellas dos.

 

La familia Suspes Samper, con sus ahorros, había adquirido un lote en Bogotá para construir su propia casa, y tener así un lugar para seguir con su vida en pareja. David pensaba trabajar en la cafetería del palacio hasta diciembre de 1985, en razón a que en el supermercado que trabajaba lo habían ascendido; así, desde enero del siguiente año, seguiría con sus estudios universitarios y contaría con más tiempo para dedicárselo a su familia.

 

 

 

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Lucy Amparo Oviedo de Arias

 

“Se siente en todos los rincones, en todas las horas su presencia dulce y alegre. Vivimos todos los días esperando su regreso. Era ella la hija que teníamos más cerca, era tan detallista y cariñosa… es imposible que haya muerto. Nosotros siempre hemos tratado de conservar la tradición de la familia, la unión, la hermandad. Su ausencia nos está consumiendo”.

 

Lucy  es la hija menor de una  familia tradicional. Para el momento de los hechos, planeaba comenzar sus estudios en Derecho en la Universidad Externado de Colombia. Además, tenía un matrimonio de siete años con Jairo Arias, quien se graduaría tiempo después de ingeniero civil de la Universidad Gran Colombia, de esta unión nacieron sus dos hijos. Su familia siempre ha buscado incansablemente la verdad y la justicia sobre los hechos que llevaron a su desaparición.

 

Entre las grabaciones que se analizaron del día de la retoma del palacio, años después fue reconocida saliendo con vida por sus padres. Recientemente, la acción de la Fiscalía General de la Nación y del Instituto Nacional de Medicina Legal  determinó que fueron plenamente identificados sus restos, que estaban en dos cajas que se mantenían embaladas en el organismo acusador.

 

 

 

Cristina del Pilar Guarín Cortés

 

La familia de Cristina del Pilar está integrada por sus padres José Guarín Ortiz y Elsa Cortés, es la tercera de cuatro hermanos. Siempre guiada por la academia, culminó su carrera como licenciada de historia y geografía en la Universidad Pedagógica Nacional y se preparaba para realizar una especialización en ciencias de la educación, mientras trabajaba temporalmente en la cafetería del Palacio de Justicia.

 

La tradición familiar en la docencia, especialmente de sus tías, influyó a que tomara la decisión de dedicarle su vida a la pedagogía, sus familiares siempre la han recordado como una gran lectora y apasionada por la poesía. Además, dedicaba su tiempo libre para aprender varios idiomas, como el francés e inglés, con el fin de viajar al exterior y especializarse. Antes de la toma al palacio ya tenía la documentación completa para viajar a España y conseguir uno de sus proyectos más importantes.

 

30 años después de los hechos, la Fiscalía informó que los restos de Cristina del Pilar fueron hallados en una fosa común del cementerio Jardines de Paz, en el norte de Bogotá. Así las cosas, de acuerdo con la última información recibida de autoridades oficiales del Estado sobre el hallazgo, se abre una nueva etapa en la vida de la familia Guarín para esclarecer completamente la verdad.

 

 

 

Bernardo Beltrán Hernández

 

Bernardo nació en Bogotá y creció junto a sus padres y sus cinco hermanos. Culminó sus estudios de bachillerato en el Colegio Santana, en ese momento inició sus estudios en el programa de Bar y Restaurante en el Sena. Luego de haberse graduado obtuvo un patrocinio en un hotel reconocido de la ciudad, lugar donde practicó un año y logró adquirir su primera experiencia laboral, y así seguir trabajando en lo que lo apasionaba.

 

Tiempo después fue llamado a trabajar en el Palacio de Justicia. Cuando recibió la noticia se emocionó mucho y pensaba tomar un curso complementario de sus estudios, para obtener mejores resultados en su nuevo lugar de trabajo.

 

“Mami, cómo le parece que me llaman a trabajar en el Palacio de Justicia; claro que al principio entro con el mínimo, pero después de dos meses me van a aumentar ¿Qué le parece? Doña María recuerda con tristeza que ella misma le recomendó a su hijo aceptar ese puesto, así se relacionaría bien y conocería mucha gente importante”, dice el relato de la Comisión de la verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia.

 

El 6 de noviembre de 1985, sus familiares, luego de escuchar las primeras noticias sobre la toma quedaron intranquilos por la suerte de Bernardo. Esa noche recibieron una llamada de alguien que trabajaba en el palacio y les aseguró que él había salido con vida y que era mejor que lo esperaran esa noche, que Bernardo ya estaba por llegar. No obstante, cuando fue llamado ese testigo para declarar, se retractó y manifestó que había escuchado a alguien decir que una persona con características parecidas había sido evacuada.

 

Hasta el día de hoy, la familia Beltrán Hernández sigue esperando noticias que le permitan saber con seguridad qué pasó con Bernardo esos dos días en el palacio.

 

 

 

 

Carlos Augusto Rodríguez Vera

 

La familia de Carlos lo recuerda como una persona generosa, soñadora y emprendedora, por esta razón desde muy joven se desempeñó en las áreas de cartera y sistemas en el Banco Ganadero y en la Corporación Financiera  del Transporte en la ciudad de Pasto, Nariño. Fue en ese lugar donde conoció a su esposa Cecilia Cabrales Guerra.

 

De ese modo, Carlos junto con su esposa decidieron viajar a la ciudad de Bogotá para conseguir nuevas oportunidades laborales y de estudio, Carlos inició sus estudios en Derecho en la Universidad Libre.

 

Tiempo después, en el mes de julio de 1985, por disposición y aprobación del Fondo Rotario del Ministerio de Justicia, le fue adjudicada a Carlos la administración y dirección de la Cafetería del Palacio de Justicia. Con su esposa se vincularon de tiempo completo al funcionamiento de este establecimiento.

 

De este matrimonio, en octubre de ese mismo año, nació su única hija, motivo por el cual Cecilia tuvo que renunciar a su trabajo y así dedicarse plenamente al cuidado y a la crianza. Casualmente, esta situación hizo que Cristina Guarín remplazará a Cecilia en el palacio, lo que a la postre significó su desaparición.

 

 

 

Luz Mary Portela León

 

“Noviembre 6 de 1985: día trágico e inesperado. A las seis de mañana saliste de casa a cumplir con tu deber como persona responsable, a reemplazar en la tarea diaria a tu madrecita que se encontraba enferma; te despediste de mí y de tus hermanos y mi corazón de madre no advirtió que te ibas y quizás para siempre. Tres días de inmensa tristeza y angustia, pues no volviste; pero en mi alma, hija querida, vivirás para siempre”.

 

Rosalbina, además de ser la madre de Luz Mary, era su confidente, cómplice y amiga. Recuerda particularmente a su hija como una mujer transparente, sencilla y entregada a cuidar de ella. Luz Mary estudió en el Colegio San Bernardo en Bogotá y su motivación de vida era ayudar siempre al sostenimiento de su familia.

 

Rosalbina trabajaba en el Palacio de Justicia, casualmente y por los avatares del destino, el 6 de noviembre no pudo ir a trabajar, ya que se encontraba muy enferma; sin embargo, su hija Luz Mary fue en su remplazo para que terminara de recuperarse y no perdiera su trabajo en el palacio. 26 años antes, Rosalbina le daría la vida a Luz Mary, el día de los hechos los papeles se cambiarían, trastocando así  y para siempre  los hilos del destino de esta familia.

 

Treinta años pasaron para que las peticiones de Rosalbina para encontrar a su hija se cumplieran. En el mes de octubre de este año, en una acción conjunta entre la Fiscalía y el Instituto de Medicina Legal, en razón a los exámenes de ADN que les fueron practicados a los familiares, fueron reconocidos sus restos, que reposaban en el cementerio Jardines de Paz.

 

 

 

Gloria Anzola de Lanao

 

Gloria tenía 31 años, tenía un hogar que lo conformaba su esposo Francisco y su único hijo, Juan Francisco. Antes de tener una cita con el 6 de noviembre de 1985, le expresó a su familia su deseo de tener un hijo más.

 

Reconocida como una sobresaliente abogada, Gloria tenía su oficina de trabajo cerca al Palacio de Justicia, por esa razón utilizaba los parqueaderos de este para dejar ahí su vehículo, esa fue la principal razón de encontrarse en el momento exacto en el que integrantes del M-19 irrumpieron el edificio donde se concentra el poder judicial de Estado colombiano.

 

Después de la toma del Palacio de Justicia, Viviana  Mora de Anzola, madre de Gloria, intentó por todos los caminos de la justicia llegar a la verdad de lo qué pasó con su hija. Para ella, Gloria salió viva del palacio.

 

“A nosotros nos hicieron llamadas que no pudieron ser de personas que desearan tomarnos del pelo, puesto que nuestro número telefónico no figura en el directorio. Las personas que las hicieron se encontraban muy seguras de lo que decían: que Gloria estaba en el cantón y que la estaban torturando. Sin embargo, a la hora de declarar todos tienen miedo”.

 

 

 

Gloria Stella Lizarazo Figueroa

 

Madre cabeza de hogar, Gloria  tuvo siempre la compañía incondicional de sus cuatro hijos: Maritza, Diana Soraya, Carlos Andrés y Gloria Marcela.

 

“El padre de los niños se desvinculó totalmente del hogar y dejó a Gloria completamente sola, sin pasarle ningún centavo para su sostenimiento y educación. Por esta razón ella trabajaba sin descanso ni alivio, ya que su mayor ilusión era sacar sus niños adelante y poderlos mantener decentemente”.

 

Después de su desaparición en la retoma del palacio, su familia se hizo cargo de sus cuatros hijos, pese a los problemas económicos los han sacado adelante con los valores que Gloria hubiera deseado para su educación.

 

Años después, la familia de Gloria decidió pensar que era improbable que se encontrara todavía con vida, razón por la cual el homenaje a su hija, hermana y madre era llevarle flores a una fosa común en donde reposaban varios de los cuerpos de víctimas del Palacio de Justicia.  

 

 

 

Norma Constanza Esguerra

 

Apasionada del derecho internacional y la carrera diplomática, Norma Constanza estudió en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, lugar donde culminó sus estudios y se proyectaba para una carrera  exitosa en el Ministerio de Relaciones Exteriores. 

 

Constanza decidió trabajar como asesora legal de los abogados Victo Rey y Diego Muriel Tobón. Después de trabajar con estos dos juristas decidió alternar su carrera de abogada con su gusto por la pastelería, razón por la cual aprendió  este oficio y al poco tiempo montó una pequeña industria casera.

 

“En la cafetería del Palacio de Justicia, doña Elvira encontró la cartera de su hija con la billetera, mas ningún documento de identificación se encontró. No estaban ni las llaves de la casa, ni la carta de propiedad del carro, ni su cédula, ni el pase, ni su agenda. Sólo se encontró una receta médica de la niña, la chequera del Banco Cafetero y la facturera”. 

 

 

 

Irma Franco

 

Irma Franco y Clara Helena Enciso, guerrilleras del M-19, salieron con vida del palacio, concluyó la comisión de la verdad. En la descripción de los hechos, se dice que Franco estuvo junto con los rehenes en la Casa del Florero y desde allí fue transportada por personal militar en un vehículo y no se tiene conocimiento sobre su paradero.

 

Jorge Franco Pineda, su hermano, ha relatado durante estos años que recibió mensajes constantes de que no debía insistir más en localizarla, y un soldado declaró que Irma le dio su nombre y el número telefónico de la residencia de sus familiares, pidiéndole que les informara de su detención.

 

Franco tenía 28 años en 1985 y era estudiante de Derecho. El 6 de noviembre se encontraba en el Palacio de Justicia como parte del M-19 y en los momentos finales de la retoma estaba en el baño entre el segundo y tercer piso, donde cambió su ropa por la de una persona que había fallecido y salió con un grupo de rehenes. 

 

 

 

Carlos Horacio Urán

 

Carlos Horacio fue el séptimo hijo de doce, su padre Bernardo administraba una mina de carbón en Angelópolis (Antioquia) y su madre Emilia era maestra. La familia se trasladó a Medellín en los años cincuenta y estudio en el Liceo Antioqueño.

 

Estudio en la facultad de Derecho de la Universidad  de Antioquia y fue militante de la Acción Católica Universitaria. Urán estuvo ligado a los grupos progresistas que dieron origen a la teología de la liberación.

 

Su grado como abogado lo obtuvo en la Universidad de la República, en Uruguay, y contaba con una maestría en Filosofía del Derecho, una especialización en derecho administrativo y experiencia en el Consejo de Estado de Francia. 

 

Al momento de los hechos del Palacio de Justicia tenía 42 años, preparaba su disertación doctoral en Ciencia Política en la Universidad de Paris, con Maurice Duverger, sobre la participación del Ejército de Colombia en la guerra de Corea. 

 

Si bien se entendía que Urán murió durante la toma, en el 2007, al realizarse una requisa a un batallón de inteligencia militar, las autoridades judiciales encontraron su billetera con varios documentos y una lista con los nombres de los  guerrilleros abatidos, a los cuales habían sumado el nombre del magistrado Manuel Gaona y escrito con lápiz el nombre de Carlos Horacio.  

 

“Desde hace varios años hemos venido pidiendo verdad y justicia ante los tribunales colombianos. Si bien el caso ha avanzado en algunos momentos, son más las barreras y obstrucciones a la justicia, incluso desde el propio poder Ejecutivo, con las que hemos estado enfrentadas. Es por eso, que el caso sigue actualmente en la más completa impunidad”, manifiestan su esposa y cuatro hijas.  

 

Según la Comisión de la Verdad, la necropsia de Urán revela una lesión por proyectil de arma de fuego en el cráneo, fue un disparo a corta distancia, y existe un video en el cual su propia esposa lo identifica cuando sale vivo del palacio. Para la Comisión, el abogado salió con vida bajo custodia militar, con lesiones que no tenían carácter letal, por lo que su muerte no se produjo en los hechos de la toma o de la retoma.

 

 

 

Nuevos desaparecidos

 

Recientemente, la Fiscalía General de la Nación y el Instituto de Medicina Legal confirmaron la identificación de los restos de Lucy Amparo Oviedo, Luz Mary Portela y Cristina del Pilar Guarín.

 

Se logró establecer que los restos de las tres mujeres habían sido identificados como los de otras dos víctimas del palacio, razón por la cual Cristina Guarín fue encontrada en el cementerio Jardines de Paz donde supuestamente estaban los restos de María Isabel Ferrer, los de Luz Mary Portela fueron identificados erróneamente como los de Libia Rincón Mora.

 

De Ferrer se conoce que tenía 54 años cuando ocurrieron los hechos y que  era una visitante ocasional del Palacio de Justicia; de Libia Mora, era auxiliar de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

 

Finalmente, tras el hallazgo de los restos de tres de las desaparecidas por los hechos ocurridos en el palacio, para las familias de otras dos víctimas de este episodio se abre una nueva historia de búsqueda de la verdad y del esclarecimiento final de los hechos  que llevaron a que sus familiares fueran confundidos por casi  30 años con los restos de otras personas.

 

* Elaborado con base en el informe de la Comisión de la verdad sobre los hechos del Palacio de justicia y www.carloshoraciouran.com

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