General
Juan Manuel Charry explica los alcances del voto en blanco
05 de Marzo de 2014
Votar en blanco es ejercer el derecho de elegir, manifestando que se hace por ninguno de los candidatos inscritos. Se trata de ofrecer a los electores la posibilidad de expresar su conformidad con el sistema democrático, pero su desaprobación a los candidatos y, por ende, a los partidos y movimientos políticos.
La Corte Constitucional, en Sentencia C-553 del 2003, consideró que el voto en blanco no operaba en los referendos constitucionales, pues la finalidad de la disposición consistía en que los ciudadanos participaran manifestando si apoyaban o no la reforma propuesta. La misma Corte Constitucional, en Sentencia C-490 del 2011, entendió el voto en blanco como una forma de “oposición” con capacidad de invalidar el certamen y exigir su repetición.
Según el Acto Legislativo 1 del 2009, artículo 9º, parágrafo 1º, si los votos en blanco son la mayoría de los votos válidos, se debe repetir la elección por una sola vez, en la cual no se podrán presentar los mismos candidatos, y en el caso de las corporaciones públicas no se podrán presentar las listas que no hayan alcanzado el umbral.
La Ley 1475 del 2012 regula la promoción y campaña por el voto en blanco, de manera que los partidos y movimientos políticos, así como grupos significativos de ciudadanos, pueden hacer proselitismo por esta opción, con acceso a los medios de comunicación social en igualdad de condiciones con las demás propuestas.
La encuesta Gallup de noviembre del 2013 para las elecciones presidenciales indicaba una intención de voto en blanco del 30,6 %, seguida por la opción de Juan Manuel Santos del 27 % y de Oscar Iván Zuluaga del 14,9 %. En segunda vuelta, el voto en blanco obtendría un 29,4 %.
El sondeo de Cifras & Conceptos de febrero del 2014 arrojaba una intención de voto en blanco del 30 %, seguido por Juan Manuel Santos con el 26 % y por Oscar Iván Zuluaga con el 7 %. Más recientemente, una encuesta de El Tiempo y W Radio mostró que un 41,5 % de los electores optaría por el voto en blanco para la elección presidencial.
Las anteriores cifras de opinión y estadística parecieran constituir alarmas para la clase política nacional, que mirada en el contexto latinoamericano, no ha sido la única en recibir duras críticas y sufrir relevos por parte de caudillos y movimientos populistas.
Los candidatos al Congreso y a la Presidencia de la República para las elecciones del 2014 se enfrentan a un nuevo reto de apatía y descontento, al desprestigio del Congreso y de los partidos y movimientos políticos, que podrían obtener un castigo democrático mediante la figura del voto en blanco, que manifestaría oposición, invalidaría la elección y obligaría su repetición con nuevos candidatos y sin las listas que no superen el umbral.
Agradeceré comentarios: jcharry@charrymosquera.com.co. Twitter @jmcharry
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