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Especiales Semana del Abogado


La buena escritura, una herramienta esencial para el ejercicio del abogado

19 de Junio de 2019

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Sara Milena Cruz Abril

 

Redactora ÁMBITO JURÍDICO 

 

Para todos los profesionales es muy importante la comunicación, sea esta verbal o escrita, pues de poco sirve tener muchos conocimientos, si no se pueden transmitir, a menos que este sea, precisamente, el objetivo.

 

Hay asuntos que es mejor escribir, como las condiciones y las cláusulas de los contratos y las fórmulas y especificaciones médicas. En el plano más informal, hay que escribir continuamente mensajes por WhatsApp o enviar correos electrónicos, inclusive, para establecer citas personales.

 

Todo, lo formal y lo informal, debe quedar bien escrito, sin errores ortográficos, desde luego, pero, además, con la claridad necesaria para que quien los lea sepa realmente qué era lo que se le quería comunicar.

 

De esta manera, la escritura moderna exige usar, en la medida de lo posible, palabras y locuciones cortas, sin abusar de incisos explicativos, ni frases subordinadas y, preferiblemente, en voz activa.

 

En el caso de los abogados, se podría afirmar que, a lo largo de su vida profesional, escriben más que un novelista, ya que recopilan y cuentan historias, elaboran demandas, realizan reclamaciones y levantan memorias de negocios y reuniones.

 

Habilidad literaria

 

Aunque algunos logran desarrollar esta habilidad literaria fuera de su ejercicio, no todos tienen el mismo éxito redactando los memoriales que les dan curso a los procesos, documentos que tendrían que ser impecables en su calidad, precisión y, sobre todo, elegancia.

 

La mayoría de los abogados creen que escriben bien, pero, sin darse cuenta, por hacer más hacen menos, pues sus argumentaciones suelen ser largas, confusas y monótonas, llenas de frases rebuscadas y tecnicismos poco útiles.

 

Si bien la tendencia actual de todos los procesos es la oralidad, los abogados necesitan escribir bien, ya que la escritura y la oralidad son modos complementarios de comunicación y no hay espacio del ejercicio jurídico donde no se requieran los dos, tal es el caso del Derecho Procesal, que no ha reducido la importancia de la escritura en el escenario jurídico.

 

La tecnología y el afán por buscar solución a la congestión judicial permitieron la implementación de estos nuevos sistemas orales, los cuales obligan a los abogados a argumentar sus casos presencialmente. No obstante, para que estos argumentos y el juicio oral funcionen, deben tener una audiencia integral, con presentación, desarrollo y conclusiones.

 

El juez necesita entender lo que el abogado le está diciendo, y esto depende de que haya leído y entendido lo que está consignado por escrito en el expediente. De lo contrario, la oralidad serviría de poco y más bien pasaría a ser una fuente de dilaciones y costos, al tener el juez que revisar la grabación del evento oral para reconstruir el sentido a partir del expediente escrito.  

 

‘Manual de escritura jurídica’

 

Teniendo la sencillez y la brevedad como objetivos casi imposibles, el abogado Diego López Medina, con la edición de Legis y la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, presentó, en agosto del 2018, el Manual de escritura jurídica, único en su especie y que ha logrado ubicarse como una herramienta indispensable para los juristas.

 

Esta obra, que en principio estaba dirigida a los abogados que participan en la defensa jurídica del Estado, tiene una gran utilidad para los demás operadores jurídicos, pues impulsa una escritura más comprensible, precisa y persuasiva, con técnicas, reglas y buenas prácticas.

 

De acuerdo con esta guía, uno de los momentos más angustiosos de todo escritor ocurre cuando afronta la página o la pantalla en blanco. Muchas preguntas rondan en su cabeza y causan una especie de parálisis: ¿Cómo se debe empezar el texto? O ¿Cómo escribir los argumentos que ha estado pensando?, que solo se cura tomando muchas tazas de café o, tal vez, paseando al perro.

 

En síntesis, indica, el proceso de la escritura jurídica debe iniciarse generando ideas, que luego se organizan y después se refinan en un texto final que se revisa y edita con cuidado, para verificar que cumpla con el objetivo comunicativo.

 

López indica que el escritor jurídico asume varias personalidades para llegar al éxito comunicativo: loco, arquitecto, carpintero y juez, y traza una ruta de 10 pasos en este proceso de redacción.

 

Escritor jurídico loco

 

1. Recibir la consulta jurídica y hacer un plan de trabajo.

2. Investigar y estudiar el caso y el tema necesarios para elaborar la estrategia de abogacía.

3. Realizar una lluvia de ideas a partir de la información recibida.

 

Escritor jurídico arquitecto

 

4. Organizar las ideas del escrito en un esquema preliminar.

5. Pasar a la estructura más formal y armar el mapa o abrebocas del texto y la primera tabla de contenidos.

 

Escritor jurídico carpintero

 

6. Escribir el primer borrador del documento.  

7. Revisar el propio documento al menos una vez.

8. Someter el texto a lectura y discusión externa.

9. Escribir la versión final.

 

Escritor jurídico juez

 

10. Hacer la edición final del documento.

 

‘Dónde va la coma para abogados’

 

Fernando Ávila, representante para Colombia de la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y “un simple aficionado al buen uso del lenguaje”, como él mismo se describe, está próximo a lanzar su libro Dónde va la coma para abogados, que será presentado por la Asociación Cavelier del Derecho.

 

El objetivo de esta obra, que hará parte de una colección de tres textos, es servir de herramienta a los lectores para que encuentren la solución a muchas dudas sobre el adecuado manejo de la expresión literaria, necesariamente aplicable al conocimiento y expresión de los discursos legales.

 

En concepto del autor, la idea del libro es entender cómo se escribe con la mayor claridad posible, cómo se arma la frase, cómo se construye el párrafo, qué es lo esencial y lo accidental en un texto y cómo se enlazan las frases principales y las subordinadas.

 

La obra explica, con ejercicios prácticos, el uso de la coma, entre otras, la vocativa (Buenos días, doctor Pineda), elíptica (Maestría en Derecho, posgrado más solicitado para abogados), de enlace (Sin embargo, el fallo de primera instancia había sido contrario) y explicativa (Juan Rodríguez, el magistrado, y su secretaria contrajeron nupcias).  

 

Estas son solo dos de las muchas herramientas con que cuentan los abogados para pulir su escritura. A ellas hay que sumarle el Diccionario del español jurídico, que, en el 2016, presentó la Real Academia Española y que se encuentra en línea con acceso libre. Así mismo, varias universidades ofrecen cursos de redacción que también podrían aportar a esta tarea.

 

Diez recomendaciones generales al escritor

 

1. El texto debe responder a un objetivo claro.

 

2. Los abogados deben ser coherentes en sus escritos, de manera que reflejen su huella ética.

 

3. Es necesario escribir lo más claro y sencillo que se pueda.

 

4. En escritura jurídica más es menos, por lo que los textos deben ser claros y concisos.

 

5. Debe procurar arrancar con fuerza, es decir, una enunciación concreta del problema jurídico. 

 

6. Debe ir al punto, escoger el eje central de los argumentos que quiere hacer, procurando no devolverse tan atrás en los hechos.

 

7. Enunciar con claridad los hechos del caso concreto.

 

8. Ser contundente en las pretensiones.

 

9. Evitar, en todo caso, que el texto parezca apresurado o sin terminar.

 

10. ¡Muy importante!, debe sostener el interés del lector y evitar que se aburra.

 

Fuente: ‘Manual de escritura jurídica’, Diego Eduardo López

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