Columnistas
Vigilado por la Superintendencia Financiera
09 de Abril de 2014
Andrés Flórez Villegas Socio de Esguerra Barrera Arriaga Asesores Jurídicos
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Dice la página web de la entidad que cada vez que usted oye o lee la expresión “Vigilado Superintendencia Financiera de Colombia”, significa “que existe una institución que autoriza y vigila la actividad que realizan las entidades que reciben dineros del público, donde usted ahorra, invierte su capital, tiene un crédito, un seguro o su pensión”.
Para el público en general la expresión en mención genera confianza. Se supone que detrás de ese sello hay una historia, una tradición, pero sobre todo una supervisión estatal que asegura que los recursos están a salvo o por lo menos más seguros que en una entidad no vigilada.
Pues bien, todos los acontecimientos relacionados con la liquidación del Grupo Interbolsa hacen que nos preguntemos si la expresión anterior siempre significa lo que a la gente se le dice o no es así. Veamos:
El Grupo Interbolsa tenía tres entidades sujetas a la supervisión de la Superintendencia Financiera: la comisionista de bolsa y la sociedad administradora de inversión (SAI) estaban sometidas a la inspección y vigilancia de dicha entidad, mientras que la holding estaba sujeta al control de esta por ser un emisor de valores.
Las dos primeras entidades usaban la expresión “Vigilado Superintendencia Financiera de Colombia”, mientras la segunda era un emisor de valores, inscrito en el Registro Nacional de Valores y Emisores, que lleva dicha Superintendencia, y en la Bolsa de Valores de Colombia.
Paralelamente a lo anterior, el Grupo Interbolsa emitió unos títulos en el exterior que coloquialmente se denominan los TEC. El emisor de estos instrumentos es una sociedad –Holdco– creada en Luxemburgo días antes de la colocación de estos en el mercado, que no estaba vigilada por ninguna autoridad en Colombia.
Así mismo, el Grupo Interbolsa promocionaba un fondo denominado Premium que funcionaba bajo la regulación de Curazao. Este fondo tampoco estaba sujeto a la supervisión de la Superfinanciera.
Ahora revisemos qué le va a pasar a los colombianos que invirtieron en la comisionista, la SAI, la holding de Interbolsa, Premium o los TEC.
A la mayoría de los que invirtieron en las entidades vigiladas por la Superfinanciera les espera un futuro sombrío. Veamos:
Las carteras colectivas de la SAI son, con excepciones, un agujero negro. Hay algunas que estaban sobrevaloradas, otras que invertían en activos débiles y algunas más a las que se les pegó un zarpazo vía operaciones ilegales, como fue el caso de Credit y la Clínica La Candelaria. En esta última cartera colectiva, para no ir más lejos, las pérdidas de los inversionistas pueden superar los 100.000 millones de pesos.
La holding, por su parte, tiene pasivos multimillonarios –cerca de 360.000 millones de pesos– y activos para responder que bien vendidos van a dar para pagar entre el 10 % y 20 % de las acreencias.
La sociedad comisionista de bolsa tiene pasivos por operaciones repo por cerca de 245.000 millones y poco para responder por estos, para no hablar de las demás acreencias.
En síntesis, a los clientes de las entidades que estaban sometidas a la supervisión de la Superintendencia Financiera les va a ir muy mal en la quiebra.
¿Alguna posibilidad de que los accionistas de Interbolsa respondan por el hueco que quedará en las entidades vigiladas por la Superfinanciera? Ninguna. La regulación hace que tengan todos los incentivos para responder pero por los pasivos de las entidades del Grupo que no ponían en su puerta “Vigilado Superintendencia Financiera de Colombia”.
Es el caso de Premium. Si los accionistas de Interbolsa no responden por el faltante los acusarán de captación masiva y habitual de dineros del público, cosa que no ha ocurrido –y no va a ocurrir– con las operaciones realizadas por las entidades que tenían el famoso sello.
El caso de los TEC es de antología. A pesar de que la Superfinanciera considera que dichos instrumentos no son valores en Colombia, la Supersociedades les ha dado tal reconocimiento. A partir de ello le ha ordenado a la holding que le pague a Holdco la plata para honrar los TEC, por encima y en detrimento de la DIAN, los empleados, los bancos y el mercado de valores colombiano.
Con todo lo anterior se está mandando un mensaje extraño a los colombianos: en caso de quiebra le va mejor a quienes invierten en instrumentos o entidades que no son vigiladas por la Superfinanciera. O por lo menos hay más herramientas jurídicas para recuperar recursos cuando no se está vigilado por esta entidad.
Tal parece que el sello “Vigilado por la Superintendencia Financiera” merece una profunda reingeniería. Ojalá nuestras autoridades se pongan en la tarea.
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