Obras del Pensamiento Político
Una tertulia con los inmortales
07 de Septiembre de 2011
Andrés Mejía Vergnaud
Twitter: @AndresMejiaV
¿Qué pensaría el lector si le hago la siguiente invitación? Imaginen cada uno de ustedes, queridos lectores, que los invito a una tertulia cada tres semanas: los invito a conocer a un amigo, uno diferente en cada ocasión, y a conversar con él. Acepta el lector mi invitación, y empieza a concurrir a estas tertulias y a conocer a aquellos amigos. Uno de ellos le dice: “El hombre es por naturaleza un animal político”. De otro escucha: “El hombre ha nacido libre, y en todas partes se halla entre cadenas”. Otro más dice así en la conversación: “Hasta ahora los filósofos se han dedicado a comprender el mundo. De lo que se trata es de transformarlo”.
Habla otro: “Es así manifiesto que, cuando los hombres viven sin un poder superior que les inspire respeto, se hallan en aquella condición que se llama guerra, y esta es de todos contra todos”. Como si lo anterior no fuese bastante, otro de sus contertulios dice así: “El hombre nace con un título a la perfecta libertad y al disfrute ilimitado de todos los derechos y la ley natural”. Y el siguiente, empezando su café, dice: “Considero impía y odiosa la máxima de que, en materia de gobierno, la mayoría de un pueblo tiene el derecho a hacerlo todo”. En la siguiente reunión escuchará decir: “La guerra es la verdadera ciencia del gobernante”.
Animado por estas experiencias acude a otra donde el invitado dice: “La especie humana gana más dejando a cada hombre vivir como le acomode que obligándole a vivir como les acomode a los demás”. Vaya tertulias: vaya grupo de amigos el que nuestro lector se ha conseguido.
Pues lo anterior no es una fantasía: esta es exactamente la invitación que extiendo a los lectores, y que ÁMBITO JURÍDICO les garantizará a partir de la próxima entrega de esta sección. Es la más fascinante de las experiencias: la de dialogar con quienes, por haber sido visionarios, por haber visto lo que nadie más vio, por haber imaginado nuevos conceptos, y por haber desafiado los límites que constriñen el pensamiento del hombre común, lograron nada menos que la inmortalidad. Alcanzaron el extraordinario logro de estar siempre vivos y presentes. Lo cual significa, para nosotros, el privilegio de poder hablar con ellos cada vez que tengamos interés en escudriñar sus ideas. En nuestro ejemplo anterior, el lector se ha sentado a dialogar nada menos que con Aristóteles, con Rousseau, con Marx, con Hobbes, con Tocqueville, con Maquiavelo y con John Stuart Mill.
Pues con ellos efectivamente nos proponemos invitarlo al diálogo. Y no sólo con ellos: también con Platón, San Agustín, Tomás de Aquino, Hume, Montesquieu, Burke, Hegel, Gramsci, Berlin, Rawls y otros tantos inmortales. A partir de hoy ofreceremos en ÁMBITO JURÍDICO esta nueva serie, en la cual nos dedicaremos al conocimiento de las grandes obras que han forjado el pensamiento político de la humanidad, preciosísima herencia de nuestra civilización.
La serie que aquí se inaugura se concentrará en las grandes obras. En cada entrega, hablaremos al lector de uno de estos magníficos libros. Le contaremos sobre su origen, sobre su entorno histórico y filosófico; hablaremos de su autor, de cómo el libro se ubica en el resto de su obra; de cuál es la estructura del libro, cuáles son los argumentos que allí se presentan y cuál fue su importancia en el devenir del pensamiento político. Todo esto lo haremos con la expectativa de invitar al lector a que él mismo tome en sus manos la obra, y proceda a dialogar con estos pensadores. Nuestros textos serán una puerta de entrada, una provocación y una necesaria ayuda, ya que algunas de estas obras presentan una cierta complejidad, y más las aprovechará el lector si, antes de abordarlas directamente, ha podido ya leer algo sobre la obra y sobre el autor. Y todo esto lo haremos en un lenguaje claro y fresco, prescindiendo de términos muy especializados, o mencionándolos y explicándolos cuando ello sea necesario.
Al aceptar esta invitación, el lector discurrirá por una gran variedad de temas. Más que temas son preguntas, casi enigmas, que han motivado la reflexión de los filósofos de la política. ¿Es el hombre libre por naturaleza?; ¿cómo debe organizarse una comunidad?; ¿por qué debe el ser humano obedecer a la ley?; ¿qué límites puede haber a la libertad humana?; ¿cómo debe organizarse el poder político?; ¿qué es la libertad?; ¿qué es el Estado?; ¿hay normas que sean superiores a la ley del Estado?; ¿cómo deben distribuirse las riquezas de una sociedad?; ¿cómo se ubican el hombre, la sociedad y el Estado en la historia?
Debo mencionar a dos personas, quienes sin saberlo fueron promotores de esta iniciativa que hoy empieza.
El primero es el doctor Juan Carlos Esguerra, ministro de Justicia y conocido abogado y profesor. En un encuentro que tuve con él hace algunas semanas, me preguntó si no pensaba volver a escribir sobre filosofía política en ÁMBITO JURÍDICO. Y para manifestar la importancia que para él tiene este tipo de escritos, dijo que ellos eran como la propiedad privada: tienen una función social. Para el doctor Esguerra, esa función es la de educar y la de acompañar en su empeño a quienes quieren recorrer el camino del pensamiento universal. Los acompañamos tratando de facilitar esa tarea, arrojando luz en las áreas más difíciles y oscuras, y proporcionando un contexto que hace más agradable y provechosa la tarea.
La segunda persona a quien agradezco es al profesor Asdrúbal Baptista. Venezolano, abogado y economista, ha sido profesor de universidades venezolanas y de las universidades inglesas de Oxford y de Cambridge. En esta última, cuando obtuvo su doctorado hace muchos años, le ocurrió una anécdota que él me refirió, y que de cierto modo fundamenta también esta iniciativa. Asdrúbal se doctoró bajo la dirección de Joan Robinson, quien tiene bien ganado un puesto entre los más grandes economistas de la historia. Recuerda Asdrúbal que un día, tras haber terminado ya sus estudios, y aprestándose a dejar la universidad, tuvo una reunión con Joan Robinson. Al terminar esta reunión, salía él de su oficina y escuchó la voz de su tutora: “Baptista: no olvide reservar siempre un tiempo para leer los grandes clásicos”. Tal vez fue ese el consejo más importante de toda su carrera: de allí en adelante Asdrúbal se convirtió en un lector apasionado de las grandes obras del pensamiento, e inculca como nadie a sus alumnos la pasión por ir directamente al diálogo con los autores inmortales. Ellos mismos, como también descubriremos, fueron también ansiosos lectores de los clásicos. Basta abrir cualquier página de David Hume, llena de referencias a Platón y a Cicerón. Y basta recordar aquella famosa tesis de Marx sobre Epicuro.
En la próxima entrega iniciaremos como tal la serie, con una obra que algún mérito ha de tener, ya que, pese a haber sido escrita hace casi 2.500 años, sigue siendo una referencia crucial en el estudio de la política: República, uno de los más extensos y ricos diálogos de Platón. Allí, como veremos, no solamente se consideraron temas políticos: República es también una referencia clave en otros temas del pensamiento de Platón. Empezaremos, entonces, allí en la Atenas antigua, donde se pusieron los cimientos de la civilización occidental. Uno de esos cimientos es la obra de Platón.
Como de costumbre, recibo con el mayor agrado sus comentarios en mi correo (ver arriba).
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