Mirada Global
Un lord a favor del ‘brexit’
12 de Octubre de 2016
Daniel Raisbeck
La Cámara de los Lores en Gran Bretaña debe contar con 92 representantes hereditarios de 809 miembros actualmente. Mientras el número total de lores no es definido, el número de lores hereditarios lo es, tras la reforma que implementó en 1997 el exprimer ministro Tony Blair, quien pretendió “democratizar” la cámara alta. Desde entonces, la mayoría de sus integrantes son pares vitalicios, lores nombrados por el Primer Ministro- y aprobados por la reina,- cuyo título no es heredable.
En el 2013, tras la muerte de lord Reay, jefe del clan escocés Mackay y como tal un lord hereditario, los demás lores por herencia debieron escoger a un sucesor entre varios candidatos de la nobleza para llenar el puesto vacante. El ganador fue Jamie Borwick, quinto barón de Hawkshead y miembro del Partido Conservador, un hombre de negocios de 58 años de edad en el momento y con décadas de experiencia en los altos niveles de la industria automotriz.
Como escribe el periodista Peter Oborne, “muy poca gente sensata cuestionaría la decisión de elegir” a lord Borwick, un contraste absoluto con “los imberbes investigadores y subordinados políticos” que, aunque “carentes de experiencia en el mundo real”, terminan siendo electos a la Cámara de los Comunes tras posicionarse dentro de los partidos.
Desde que ingresó a la Cámara de los Lores hace tres años, lord Borwick ha formado parte de una minoría, ya que ha estado a favor de retirar al Reino Unido de la Unión Europea (UE). Me explicó, al concederme una entrevista, que si bien se estima que una mayoría de aproximadamente el 60 % de los representantes de la Cámara de los Comunes hubiera decidido permanecer en la UE, la mayoría en contra del brexit entre los lores hubiera sido mayor aún, quizá del 80 %.
Para lord Borwick, la campaña a favor del brexit la ganó una coalición entre “pequeños ingleses” (little englanders), aquellos que quieren “subir el puente levadizo, construir un muro a su alrededor y sobrevivir independientemente del mundo”, y los globalistas, como él. Explica que en Bruselas se habla mucho del libre comercio, pero únicamente del libre comercio dentro de la UE, “entre Malta y Suecia, Portugal y Rumania, lo cual es magnífico. El problema es que, económicamente, el mundo ha crecido mucho más rápidamente de lo que ha crecido la UE”.
A la hora de comerciar libremente con el resto del mundo, la experiencia de la UE es “bastante lamentable”, según lord Borwick. “La UE tiene un acuerdo con Corea del Sur, y está cerca de llegar a un acuerdo con Zimbabue. Mayores logros, quizás, pero lo verdaderamente importante es tener tratados de libre comercio con China, India, todos los países suramericanos, Australia, Canadá y EE UU”.
Tras la independencia de la UE, Gran Bretaña será libre para expandir su comercio global sin verse restringida por los obstáculos que imponen 27 otros países miembros de la UE. Lord Borwick menciona el tratado de libre comercio propuesto entre la UE y EE UU (TTIP según su sigla en inglés), el cual fue torpedeado, entre otros, por los productores de queso parmesano en Italia, quienes argumentaban que solo su producto era legítimo y, por lo tanto, los estadounidenses tendrían que renunciar a producir y vender queso parmesano.
“Quizá esta es una ambición razonable para los dueños y productores del parmesano italianos”, dice lord Borwick, “pero están equivocados y no van a ganar. Y no hay razón por la cual el libre comercio para el resto de nosotros deba detenerse por las ambiciones de los productores del parmesano en Italia”.
Lord Borwick también cita el ejemplo de la venta de los bananos, cuya curvatura es regulada por la UE. “Esto es absurdo. Si un consumidor quiere comprar bananos con mucha o poca curva al precio que otra persona los quiere vender, no debería haber una barrera al comercio entre estas personas impuesta por alguien en Bruselas que, probablemente, ni siquiera pela sus propios bananos”.
Según Lord Borwick, fue necesaria la alianza entre globalistas y pequeños ingleses para liberar a Gran Bretaña de la UE y de su excesiva y onerosa regulación. El sentido común que expresa legitima, como escribe Oborne, el elemento hereditario que mantiene la Cámara de los Lores.
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