12 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 11 minutes | ISSN: 2805-6396

Openx ID [25](728x110)

1/ 5

Noticias gratuitas restantes. Suscríbete y consulta actualidad jurídica al instante.

Curiosidades Y…


Todo tiempo pasado fue peor

14 de Marzo de 2014

Reproducir
Nota:
21490
Imagen
medi-110225-02-antoniovelezinterna-1509243351.jpg

Antonio VélezAntonio Vélez M.

 

 

 

 

 

Hay románticos que sueñan con un mundo que ya pasó. Un mundo idílico, pastoril, pacífico, en contacto íntimo con la naturaleza, con aguas cristalinas y atmósfera transparente. Tienen razón, en parte, una parte muy pequeña, y se equivocan de manera mayúscula. El sicolingüista Steven Pinker, en su último libro Los ángeles que llevamos dentro, hace un repaso histórico y exhaustivo de la violencia a través del tiempo, para concluir que nos hemos pacificado, que somos más civilizados ahora, aunque esto nos suene absurdo, y que además somos más inteligentes. La historia de la humanidad nos habla de un pasado ominoso, cruel, dogmático, un mundo violento, en el que solo prevalecía la fuerza bruta.

 

Olvidan las buenas personas que nuestros bisabuelos tuvieron que vivir sometidos a toda clase de incomodidades y amenazas, como las de los parásitos y las infecciones; que no conocieron las drogas para el dolor, ni las anestesias, así que una visita al dentista era un espectáculo de tortura digno de la Santa Inquisición. Tampoco sabían una palabra sobre los milagrosos antibióticos, ni conocían las vacunas. Por esto era muy común que los niños murieran temprano, de causas que nadie comprendía, dejando solo tristezas infinitas.

 

Una persona de 40 años difícilmente conservaba su dentadura completa, así que la mayoría la usaba postiza, y muchos viejos terminaban alimentándose con líquidos y compotas. Los días de nuestros bisabuelos terminaban a las 6 de la tarde, con la puesta del sol, ya que no había energía eléctrica, de tal modo que bien temprano comenzaba el aburrimiento, sin televisión ni radio ni libros… Tampoco disponíamos de las comodidades de una vivienda moderna, con agua potable al alcance de la mano, con alimentos ya cosechados, listos en el supermercado, estufas de gas y eléctricas, hornos de microondas y eléctricos, refrigerador y hielo listo para echar al vaso, agua caliente en la ducha, calefacción, sanitarios higiénicos. Con zapatos, ropa a la medida, suéteres... 

 

En lugar de ensillar el caballo, encendemos el motor del automóvil o de la motocicleta, o tomamos el bus o el tren. El mundo que conocíamos no pasaba de unos pocos kilómetros a la redonda. Hoy podemos volar y darle la vuelta al globo terráqueo en 24 horas, o comunicarnos con las personas amadas al otro lado del océano, en vivo y en directo, teniéndolos a la vista.

 

No conocíamos nuestro universo. Las distancias del Cosmos eran humanas, vale decir, a la medida de nuestra minúscula escala; ni soñar con los miles de millones de años luz del Universo, ni sabíamos nada de los cientos de millones de soles y galaxias. Hasta hace 150 años, no teníamos idea de cómo y dónde se almacenaba la  herencia, y la evolución de las especies vivas era un enigma: ¿cómo habíamos pasado de la bacteria a Einstein? ¡Bien ignorantes que eran los sabios de entonces! 

 

Y ¿qué podemos comentar de la vida intelectual en el pasado remoto? No había escuelas, ni libros, ni laboratorios, ni profesores. Ese mundo intelectual era pobre y aburrido. No se conocía la ficción novelesca que nos permite matar con delicia el tiempo libre, ni aprender de los textos y de los ensayos, y las pocas obras de arte estaban escondidas, lejos, porque todo estaba lejos. Hace un siglo, las obras maestras de la música se escuchaban una vez en la vida, teniendo suerte; hoy podemos tener el repertorio de la música universal en una pequeña memoria estática. Y podemos viajar por internet y visitar los grandes museos del mundo, o conocer las maravillas naturales sin movernos de la silla.

 

Nuestra vida útil ha crecido de manera significativa. Somos más sabios hoy, y mucho más inteligentes debido a la estimulación temprana; somos más interesantes, y lo son nuestras vidas, más ricas en novedades, más complejas, más creativas, más útiles. Sin embargo, hay necios que desean regresar al pasado. Se lo merecen

 

 

Opina, Comenta

Openx inferior flotante [28](728x90)

Openx entre contenido [29](728x110)

Openx entre contenido [72](300x250)