Columnistas
Tito Livio Caldas
19 de Julio de 2017
Juan Manuel Charry Urueña
Abogado constitucionalista. Presidente del Instituto Libertad y Progreso
jcharry@charrymosquera.com.co @jmcharry
La promoción del sistema parlamentario, por el año 2002 o 2003, condujeron a Tito Livio, junto con Andrés Mejía, a solicitar que redactara un proyecto de acto legislativo que adecuara la Constitución de 1991 a ese sistema de gobierno, lo cual hice con gusto. A partir de ese momento, sumé mis esfuerzos a los proyectos de modernización de las instituciones políticas y jurídicas nacionales, que proponía Tito Livio.
Siempre me llamó la atención la claridad y aparente simpleza de sus ideas, muy seguramente pensadas con detenimiento y sometidas a minuciosa crítica. La persistencia en sus ejecutorias, pues no se trataba solamente de discutir e intercambiar ideas, a manera de tertulia, sino de llevarlas a la práctica, buscando su más correcta ejecución. Señalaba con tino y cierta gravedad, que la libertad y la democracia no eran conquistas completas, que cada día se debía luchar por mantener sus espacios y extender sus fronteras, pues siempre había enemigos al acecho dispuestos a sacrificarlas por poder, por ambición o por error.
Tenía, además, el don de encontrar la persona adecuada para la labor correspondiente, aunque insistía con frecuencia que se trataba de uno de los aspectos más difíciles de cualquier empresa. Alrededor de sus iniciativas nos pudimos reunir un grupo diverso de personas, que coincidíamos en ampliar el horizonte de nuevas libertades, como el aborto, la muerte digna y el testamento sin restricciones, entre otros. De allí surgió el que luego sería el Instituto Libertad y Progreso. Sostenía que a la sociedad le faltaban voceros calificados para defender la empresa privada y sus derechos, en buena hora reconocidos por la Constitución de 1991.
Mientras el tiempo fue avanzando, las ideas se fueron concretando. Simplificar el diseño y operación de las sociedades anónimas se materializó en la Ley 1258 del 2008, que con tanto acierto acompañó y asesoró Francisco Reyes. Ilustrar a las mujeres de aquellos casos en que se podía abortar sin violar la ley se tradujo en un libro pedagógico escrito por Cristina Castro. Mostrar que la sociedad se estaba transformando y que un grupo significativo de personas ya no creíamos en dios condujo a la obra colectiva del Manual de Ateología, que fue objeto de varias ediciones. Enseñar el mundo de Derecho Penal en forma didáctica llevó a la publicación del Diccionario colombiano de delitos y penas, con la ayuda de abogados especialistas. Se diría que Tito Livio tuvo la obsesión por facilitar y simplificar las actividades y conocimientos, como se evidencia en Legis, la editorial jurídica que fundó.
Otras muchas iniciativas quedaron pendientes. La protección a los adultos mayores, sobre todo en caso de muerte del compañero o cónyuge, y la fórmula para generar una pensión complementaria a partir de las hipotecas inversas del régimen norteamericano.
El manifiesto por la modernidad de Colombia, donde deberían enlistarse las muchas instituciones anacrónicas y obsoletas que aún persisten en nuestro mundo jurídico y político. La elaboración de un modelo de Constitución Política que garantizara las ideas fundamentales de separación de poderes, derechos fundamentales, democracia, soberanía popular y supremacía de la norma fundamental, que fuera referente para la expedición de cualquier disposición constitucional.
Su sorpresa y maravilla ante las teorías de Darwin nunca cesaron, eran para él un hallazgo mayúsculo y rector de las reflexiones sociales y políticas futuras. La biología sería la nueva ciencia a partir de la cual deberíamos intentar comprender al ser humano. Era un observador prodigioso, descubrió en Buenos Aires un grafiti que decía: “El Silencio es Salud”, entonces comprendió una nueva dimensión de estos, que la música y la conversación no son propicias en todos los espacios.
Al conmemorar un año de su muerte, quienes tuvimos la suerte de mantener ese diálogo vivo, amable, informado y enriquecedor con Tito Livio Caldas, tenemos que reconocer la inmensa falta que produce su ausencia y rememorar sus enseñanzas útiles para los actuales tiempos de incertidumbre.
Agradeceré comentarios: jcharry@charrymosquera.com.co
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