Et cetera / Verbo y Gracia
Tilde de honor
24 de Febrero de 2016
Fernando Ávila
Pregunta: ¿Cómo se puntúa la frase “Se trata de mi hija”?, Ximena Cortés P.
Respuesta: Caben varias posibilidades. “¿Se trata de mi hija?”, con signos de interrogación, si el papá sospecha que es de su hija de quien están diciendo ciertas dolorosas verdades. “¡Se trata de mi hija!”, con signos de exclamación, si encuentra sorpresivamente la foto comprometedora de su heredera en Facebook.
Si se le marca una tilde a mí, el adjetivo se convierte en pronombre, la coma se hace indispensable, y hay nuevas posibilidades: “Se trata de mí, hija”, si el papá le pide comprensión a su vástago ante su inesperada decisión de gastarse lo de las vacaciones en una cirugía de próstata, “¡Se trata de mí, hija!”, si ella insiste en que es más importante ir al Resort donde tienen la reserva. “¿Se trata de mí, hija?”, si la hija es la que tiene toda la información y él está más despistado que pulpo en garaje. Lo que está claro es que los signos de puntuación y las tildes son indispensables para dejar nítida la intención del texto, aunque haya escribientes que no se preocupan por marcar ni unos ni otras.
A ese respecto, recuerdo la carta que le envió el acudiente al papá de la chica que había viajado desde la costa a cursar su carrera en Bogotá. La muchacha chocó el Renault 4, en una de sus primeras escaramuzas como conductora por las calles de la capital. La carta en la que el acudiente informaba acerca del choque al papá incluía la frase “La perdida de tu hija”. El papá casi sufre un síncope al leer esas palabras, ¿la perdida de mi hija? ¡Cómo me va a decir eso, si mi hija es una persona correcta, educada en los valores morales más estrictos! Por la mente del abnegado padre pasaron rápidamente ideas sobre suspensión de los estudios de la muchacha y medidas sancionatorias. En cuanto pudo seguir leyendo advirtió que su compadre había escrito “la perdida de tu hija”, queriendo escribir en realidad “la pérdida de tu hija”, con esa virgulilla bendita, tan pequeña, pero tan importante para salvar el honor de la señorita y de su familia.
Hermanamiento
Preguntas: 1) En desarrollo de un diálogo con un funcionario del Ecuador, lo escuche hablar sobre un convenio de hermanamiento entre los dos países. Me pregunto si habría sido mejor que dijera convenio de hermandad. 2) En otra ocasión oí hablar de lejuras y también de lejansas. ¿No habría sido mejor usar el término lejanías? , Marcial Bedoya Solarte.
Respuestas: 1) Si hermanar es ‘establecer lazos de amistad y cooperación entre dos poblaciones relacionadas por su toponimia, historia, etc.’, y hermanamiento es ‘acción y efecto de hermanar’, esa parece ser la palabra precisa, hermanamiento. Más aún si se tiene en cuenta que hermandad es la que ya existe entre hermanos, aliados, cofrades, etc. Sin embargo, queda sin resolver lo biensonante o malsonante del nombre. Por estrategia convendrá más llamar esa idea Convenio de Hermandad, y dejar la precisión para el texto fundacional.
2) Lejura es usual en Colombia y Ecuador para referirse a ‘parte muy lejana’, especialmente en el lenguaje coloquial, ¡qué lejura tan macha!, y lejanía es palabra universal, elegante y poética, para lo ‘que está distante en el espacio o el tiempo’. Lejansa no tiene registro en los diccionarios de la Academia.
Felices
Cita: “Comprar hace feliz a los colombianos”.
Comentario: La frase la dijo un funcionario y así apareció en varios medios de comunicación, incluido el diario de mayor circulación. La falta de concordancia salta como gazapo. Si es “a los colombianos”, plural, es “hace felices”, plural, pero el error gubernamental atravesó sin peaje pantallas, diales y rotativas, “hacen feliz”. Es un yerro de concordancia parecido al que con frecuencia oigo en Paloquemao, pero no en los juzgados, sino en la plaza de mercado, “capaz son”, “capaz no pagan”, “capaz nos tumban”.
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