13 de Diciembre de 2024 /
Actualizado hace 11 minutes | ISSN: 2805-6396

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11 de Julio de 2011

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Ilustración: Jorge Lewis

No es raro escuchar historias de ladrones a los que el tiro les sale por la culata. Para fortuna de muchos, los amigos de lo ajeno no siempre son tan hábiles ni tienen la pericia necesaria para salirse con la suya (o con lo nuestro).

 

De hecho, aquí, en Colombia, donde el robo es pan de cada día tanto en las calles como en los despachos oficiales, se han escuchado historias de ladrones tan de malas, que entran a robar casas de campeones de karate o que cavan túneles que van directo a la guandoca.

 

Pero el asunto no es exclusivamente colombiano. Durante el primer semestre del 2011, los bloopers de los profesionales del hurto han estado a la orden del día, en varias partes del mundo. En EE UU, por ejemplo, un asaltante de tienda tuvo que comprar un chicle para lograr abrir la caja registradora del local en el que estaba haciendo de las suyas.

 

A pesar del apremio, los empleados del almacén, ubicado en Fort Lauderdale (Florida), le explicaron al ladrón que si no se registraba una compra, la caja no se abriría. El hombre bajó el arma con la que intimidaba a los tenderos y sacó un dólar de su bolsillo, para comprar el chicle. Fue la única manera que tuvo de hacerse al botín.

 

Por esos mismos días, un prisionero que se había logrado escapar de una cárcel del Estado de Washington (EE UU) terminó pidiendo auxilio en una cabaña que había sido alquilada por uno los guardianes del centro de reclusión. Aunque el hombre, al darse cuenta de su mala fortuna, salió espantado del lugar, el guardia logró avisar a las autoridades, que recapturaron al prófugo unas horas después.

 

En la ciudad de Salvador, Estado de Bahía (Brasil), un ladrón salió tumbado del robo que había cometido. Pistola en mano, el hombre asaltó a un cocinero, al que le robó sus pertenencias, incluida la billetera y un reloj. Al darse cuenta de que el botín no era lo que esperaba, increpó a su asaltado y le devolvió el reloj, alegándole que era falso.

 

Peor suerte corrieron unos apartamenteros de Florida (EE UU), que salieron de una residencia con equipos electrónicos, joyas y unos cofres que contenían un polvo blanco. Convencidos de que se trataba de cocaína, los ladrones hicieron un alto en el camino, para inhalar un poco de la supuesta droga y relajarse. Con lo que no contaban era con que los cofres no contenían coca, sino las cenizas de un hombre y dos perros gran danés.

 

Y a comienzos del año, en Belgrano (Argentina), unos ladrones de banco fueron ubicados, porque decidieron dejar consignado su botín, avaluado en 10 millones de dólares, en la misma entidad que asaltaron.

 

En una operación de alta ingeniería, los delincuentes cavaron un túnel de 30 metros de largo que conducía a la bóveda de la entidad financiera, de la que extrajeron joyas y dinero. Curiosamente, después de efectuar el hurto, decidieron volver al banco, pero no para robarlo otra vez, sino para poner los bienes bajo su custodia.

 

Las autoridades argentinas lograron dar con los asaltantes, porque hicieron la consignación a nombre de una exgerente de la entidad, que resultó ser hermana de uno de ellos. Ahí sí les falló el ingenio.

 

(Fuentes: AP, AFP, Reuters y noticiaslocas.com)

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