Curiosidades y….
Srinivasa Ramanujan
23 de Marzo de 2017
Antonio Vélez M.
La corta vida y la importante obra del hindú Srinivasa Ramanujan es un caso rarísimo en la historia de la ciencia. Se explica así por qué en Hollywood se atrevieron a llevar al cine la vida de un matemático (El hombre que conoció el infinito), un oficio que atemoriza a más de un humano. De familia muy pobre, no tuvo oportunidad de hacer una carrera en la especialidad que tanto lo cautivaba. Un historiador de la ciencia se refiere de esta manera al caso Ramanujan: “Así, sin más ayuda que sus facultades, logró reproducir un fructífero medio siglo de matemáticas europeas. Sin duda, nunca había sucedido un hecho tan prodigioso en la historia del pensamiento”.
A los 16 años, en 1903, obtuvo prestado una copia de Sinopsis de la matemática pura, un libro de G. S. Carr, poco formativo, pues apenas era una colección de teoremas sin demostraciones. No obstante, al no tener elección, Ramanujan estudió con detalle el contenido del libro. Y este despertó mágicamente el genio que yacía dormido: dejó la universidad y se dedicó a la investigación en matemáticas. Durante esa época de su vida, subsistió en la pobreza extrema y estuvo varias veces al borde de la inanición.
En 1913, Ramanujan envió algunos de sus trabajos al matemático inglés G. H. Hardy, quien reconoció algunas de las fórmulas, pero otras le “parecían casi imposibles de creer”. Escribió Hardy: “Estas fórmulas me derrotaron completamente. Yo no había visto antes nada como esto. Una simple mirada resulta suficiente para darse cuenta de que solamente las podría haber escrito un matemático de primera clase. Deben ser verdad, porque nadie puede tener la imaginación suficiente para inventárselas”.
Hardy, deslumbrado, respondió a Ramanujan, expresando interés por su trabajo y facilitándole el viaje a Inglaterra. Sin embargo, de acuerdo con su educación Brahmán, Ramanujan se negó en principio a salir de su país para “ir a un país extranjero”. Al fin lo convencieron y viajó, pecado que permitió que el mundo se enterara de su asombroso talento.
No se duda de que Ramanujan poseyó una misteriosa y profunda comprensión de las matemáticas, por encima de cualquier humano que registre la historia de esa ciencia. Tal vez lo raro de que un autodidacta llegara tan alto se deba al mismo hecho de no haber recibido una formación convencional, así que, al estar dotado de un cerebro poderoso, recorrió con su intuición el camino pedregoso de las matemáticas, por atajos descubiertos por él, que lo situaron adelante, pero que no lo acostumbraron al rigor exigido por esa ciencia.
Cuenta Hardy que, en una ocasión en que visitó a Ramanujan en el hospital, se le ocurrió comentarle que el taxi en que había hecho el recorrido tenía las placas 1729, un número que para Hardy no poseía nada especial. En pocos segundos, Ramanujan le respondió que el número sí era muy interesante, dado que era el entero más pequeño que podía ser expresado como la suma de dos cubos, y de dos maneras diferentes: 123 + 13 y 103 + 93.
Muchos de los aportes novedosos del hindú no contenían demostraciones formales, lo que para los rigurosos matemáticos de Occidente era inaceptable. Conviene aclarar que en la película se desvaloriza la asombrosa intuición de Ramanujan: se da a entender que este no necesitaba demostraciones, porque “veía” las verdades matemáticas iluminado por la diosa Namagiri. Probablemente, el guionista se lo inventó basado en las creencias de Ramanujan, quien aceptaba muy cándidamente que la diosa, durante el sueño, lo conectaba con lo divino y le trasmitía desde el más allá profundos secretos matemáticos.
El trabajo de Ramanujan abrió nuevas direcciones de investigación. Contribuciones importantes en análisis matemático, teorías de números, series infinitas, fracciones continuas. Logró resultados que eran a la vez originales y muy poco convencionales, como la Función Theta de Ramanujan, de los cuales se han derivado múltiples investigaciones. Descubrió fórmulas que incluyen series infinitas de rápida convergencia para el número Pi, que hoy se siguen usando. En suma, el trabajo de Ramanujan ha dejado una huella profunda en el pensamiento matemático.
En 1919, tuberculoso, regresó a su país para morir al año siguiente. Contaba el Mozart de las matemáticas apenas con 32 años, esto es, le faltaba por recorrer la época más productiva de su vida.
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