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Cultura y Derecho


Sin señal

31 de Agosto de 2016

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Andrés Mejía Vergnaud

andresmejiav@gmail.com

@AndresMejiaV

 

¿Recuerdan cómo, hace siete u ocho años, no tener PIN de Blackberry era equivalente a no existir? Esta época marcó el cenit de una compañía canadiense llamada Research in Motion, la misma que inventó y comercializó el Blackberry. La misma que tuvo el mundo en sus manos, para luego, impotente, ver cómo se le escapaba, como arena entre los dedos. La increíble historia del surgimiento, el ascenso y la caída de Research in Motion es el tema del libro Losing the Signal (perdiendo la señal, o quedándose sin señal), de Jacquie McNish y Sean Silcoff. Por lo que sé, aún no existe publicación del mismo en español, pero ella debe estar muy próxima, considerando el gran éxito de ventas que ha tenido este libro, lanzado apenas en mayo de este año.

 

Jacquie McNish y Sean Silcoff son dos veteranos del periodismo empresarial y de negocios. Canadienses ambos, como la empresa cuya historia reconstruyen. McNish estudió Historia y Ciencia Política en la Universidad de Carleton. Ha trabajado como periodista en la Business News Network (BNN), de Canadá, en el Globe and Mail, de Toronto, y en el Wall Street Journal. Es autora de otros tres libros, uno de ellos sobre el magnate convicto Conrad Black, y otro sobre el sistema de pensiones de Canadá. Silcoff estudió en Queen’s University y en la Universidad de Carleton. Fue periodista en el Canadian Business Magazine y en el National Post, antes de entrar al Globe and Mail, de Toronto, donde aún es periodista.

 

Hace exactamente cinco años, la acción de Research in Motion tenía un precio de aproximadamente 30 dólares en el mercado bursátil estadounidense. Hoy, tiene un precio de 8 dólares. Y no es ese el único indicador asombroso. En el tercer trimestre del 2010, la compañía alcanzó su máximo nivel en despacho de nuevos teléfonos: 14,6 millones de unidades; tres años después, en el tercer trimestre del 2013, no despachaba más de 4,5 millones de unidades. Al empezar esta década, Blackberry tenía una participación del 19 % del mercado mundial de teléfonos inteligentes; ya para mediados del 2012 había caído al 4,9 %. Al empezar el 2016, tiene la deshonra de ni siquiera figurar en el gráfico, dominado por Samsung y por Apple, habiendo caído en la categoría de “otros”.

 

Losing the Signal contiene no solo el relato de cómo esta historia ocurrió, sino el análisis de cómo ella fue posible. Relato y análisis que cubren, al inicio, una fascinante era en el desarrollo de la tecnología contemporánea: la carrera por lograr aquello que, siendo aún un niño, oyó decir uno de los fundadores de Blackberry, Mike Lazaridis, a su profesor de electricidad en el bachillerato. Este profesor, indudablemente un genio, solía reunirse con Lazaridis, su alumno predilecto, a experimentar con inventos electrónicos. En una de esas conversaciones, mientras discutían sobre el futuro y cuáles serían las invenciones que vendrían a dominarlo, dijo el profesor a Lazaridis que el futuro sería dominado por quien lograra integrar, en un solo aparato, la transmisión de datos, la telefonía inalámbrica y la computación (y esto lo dijo en los años setenta).

 

La historia además es llena de anécdotas, como aquella del primer celular de uso comercial, apodado “el ladrillo”, lanzado por Motorola en 1983 con un valor de 4.000 dólares por unidades: la batería duraba una hora, y se demoraba mediodía en recargarse.

 

Contiene también la historia de vida de dos pioneros, el ya mencionado Mike Lazaridis y su amigo Jim Balsillie, dos canadienses jóvenes, sin dinero, amante el primero de la electrónica, y de los negocios, el segundo. De la nada y con sus propias manos crearon la compañía Research in Motion, inicialmente para competirles a los beepers, creando aparatos similares pero con teclado y que pudieran transmitir textos. Luego, integrando en los famosos Blackberry la telefonía, la transmisión de datos, algo de computación y algo de navegación por internet. Por cierto, como anécdota vergonzosa, diciente del poco lugar que se ha dado a la mujer en la industria de la alta tecnología, se cuenta cómo, al expandirse la compañía a unas nuevas instalaciones cuando empezó a crecer, convirtieron el baño de mujeres en bodega.

 

Contar lo que pasó sería dañar la experiencia de lectura. Baste decir lo que todos sospechamos: que Blackberry, pese a haber sido una empresa innovadora, pasó en poco tiempo a la extraña posición de no entender para dónde iba el mundo. Por ello, tal vez el día que simboliza su ocaso sea el 9 de enero del 2007, cuando, “con su característico cuello de tortuga y jeans desteñidos”, Steve Jobs mostró un aparato al público y dijo: “Lo llamaremos iPhone. Apple va a reinventar el teléfono”. 

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