Curiosidades y…
Simbiosis
28 de Abril de 2017
Antonio Vélez M.
El término “simbiosis” se aplica a la relación estrecha entre dos organismos de diferentes especies, relación que por lo regular aporta beneficios a los dos. Desde una perspectiva de costos y beneficios, las relaciones simbióticas pueden clasificarse en tres categorías: mutualismo, comensalismo y parasitismo. En el mutualismo, ambas especies se benefician; en el comensalismo, una de ellas se beneficia y para la otra es indiferente; en el parasitismo, una saca ventajas, mientras que la otra pierde.
Un ejemplo notable de mutualismo ocurre con un pez, bautizado pez payaso, por su colorido estrambótico, que vive entre los tentáculos de las anémonas, y con ello se escuda y defiende de los predadores habituales, pues estos les temen a los venenosos tentáculos; él, a su vez, protege a su anfitrión de otros predadores que se alimentan de anémonas.
El temible tiburón vive simbióticamente con un pez, la rémora. Para ello, esta última ha modificado la aleta dorsal y la ha convertido en ventosa, lo que le permite viajar gratis y segura adherida a la piel del poderoso depredador y, como recompensa, le mantiene la piel libre de parásitos. El hipopótamo tiene buenos aliados: pájaros livianos que se posan en el lomo del pesado animal y se comen los parásitos de su piel. Es tal la confianza que han desarrollado, que el anfitrión abre la bocaza para que las aves entren y también limpien sus dientes. Y bajando notablemente de escala, hay microsimbiosis: la multitud de microorganismos que viven en el tracto digestivo de muchísimos animales, incluidos los humanos, y sin los cuales no podríamos vivir.
Por analogía, en el mundo cultural existen asociaciones que podrían muy bien apodarse simbióticas. Y sirven para generar innovaciones. Consisten en reunir de manera coherente objetos o ideas tomadas de diferentes campos, lo que más de una vez da lugar a entes complejos, a diseños más funcionales, más útiles, más improbables. Se obtienen así en un solo paso evolutivo cultural entes de un orden superior al de cada uno de los componentes utilizados. Se crea complejidad instantánea combinando simplicidades. Por este camino, la cultura ha llegado en ocasiones a producir objetos que se salen de la comprensión de una sola persona, pues, por lo regular, para su diseño y producción se necesita el concurso de un equipo humano. Al resultado final, el etólogo Konrad Lorenz lo llamó acumulación de diseño.
En el campo de la tecnología, la simbiosis es cosa corriente. Los trenes y automóviles tomaron ruedas y ejes de las carretas, mientras que los aviones de hélice y los helicópteros tomaron para su propulsión los motores de explosión ya usados en los automóviles. Los tanques de guerra son el resultado de una simbiosis múltiple: un tractor oruga se alía con un cañón y se refuerza con blindaje de acero para convertirse en fortaleza rodante, un arma terrible y versátil, capaz de maniobrar con increíble agilidad y moverse por terrenos vedados a los vehículos corrientes.
Pero quizás el caso más extraordinario de simbiosis tecnológica lo represente el computador digital. Tomó este los amplificadores de los radiorreceptores para construir el procesador central, se apropió del teclado de las máquinas de escribir para establecer comunicación con el usuario; la grabación magnética de las grabadoras la tomó para crear sus memorias; los televisores los convirtió en monitores, al tiempo que incorporó parlantes, micrófonos, cámaras, impresoras… Y siguiendo el ejemplo de los computadores, los teléfonos celulares han tomado prestados de los otros campos de la tecnología multitud de aplicaciones, hasta un punto tal que casi todo lo pensable se puede hoy cargar cómodamente en el bolsillo.
Hay también simbiosis entre empresas: algunas construyen elementos para que otras elaboren con ellos el producto final. Una empresa se especializa en la producción de dispositivos eléctricos para automóviles, y las llantas se producen en otra. Por último, estos y muchos otros elementos llegan al ensamblador, encargado del producto final.
En otro mundo bien alejado de la tecnología, el baile moderno ha ganado riqueza y expresividad al hacer una simbiosis múltiple: ballet, danzas folclóricas, flamenco, acrobacias de circo, bailes populares…
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