Et cetera / Verbo y Gracia
Sí se está escribiendo bien
14 de Enero de 2016
Fernando Ávila
“En Colombia no se está escribiendo bien”, dicen los expertos. “El nivel de escritura de los estudiantes colombianos es pésimo”, asegura Piedad Bonnett. “Se nota una terrible ausencia de educación en español”, advierte Elvira Cuervo de Jaramillo. Hugo Ramírez, de los Andes, explica: “Nadie me puede pedir que ponga bien las tildes cuando no me las enseñaron”. Y el editor Camilo Jiménez aclara que “se escribe con muchas limitaciones, con mucha pobreza, porque se lee mal”.
Cuando empecé a dar clases de redacción periodística en Andes, Javeriana, Sabana y otras universidades, me encontré con que de poco servía enseñarles a los estudiantes la estructura de la noticia si a la hora de redactarla tenía errores ortográficos. Entonces, eché reversa, y comencé a desarrollar paralelamente estrategias para que aprendieran también a tildar, puntuar, consultar el diccionario, ser precisos en el uso de los términos y procurarse ese bagaje que da la lectura de buenos autores.
Muy pronto mis clases de redacción periodística dieron lugar a clases de redacción general, en un trabajo que no ha tenido pausas en los últimos 30 años, pues no solamente quieren aprender a escribir los periodistas, sino también gerentes, secretarias, analistas bancarios, profesores, abogados… Esta actividad ha dado lugar también a esta columna de ÁMBITO JURÍDICO y a columnas similares en otros periódicos del país.
Yo también he visto errores lamentables, como mis colegas del primer párrafo. Sin embargo, he podido ver también la otra cara de la moneda. He visto, como jurado del concurso de ortografía de El Tiempo, la sabiduría léxica de los muchachos de apenas 15 o 16 años que llegan a la final. He conocido a profesionales acertados y veloces dedicados a la corrección de estilo. Al ver el trabajo de muchos de mis alumnos en cine, literatura, televisión, radio, prensa, algunos con premios Simón Bolívar o India Catalina, otros con premios internacionales, tengo que decir la frase opuesta a la arriba consignada: “En Colombia sí se está escribiendo bien”.
Lo digo para animar a quienes están comprometidos en la defensa del idioma o en la enseñanza de la ortografía a seguir adelante.
Quiero, eso sí, invitarlos a ver lo que los estudiantes escriben. A revisarlo letra por letra. Mis alumnos de la Sabana recuerdan mi época salvaje. Les devolvía sus trabajos con marcas en siete colores, según la falta fuera de estilo, de tilde, de coma, de lógica… Hoy nos reímos de esa época, pero ellos lo agradecen de corazón. Luego vino mi etapa civilizada, en la que no hacía ninguna marca sobre la hoja, pero le decía al autor “Tienes un error de puntuación” o “Hay una falta de concordancia”, lo que exigía a mi pupilo analizar y dar con el yerro perdido, para dejar impecable el escrito. No tiene el mismo resultado pedirle al alumno que lea su trabajo en voz alta, y decirle luego “Muy interesante y conmovedor”, sin fijarse si el texto está tan bien escrito como lo leyó, con las mayúsculas, tildes, comas, guiones y signos de interrogación y de exclamación correctamente usados.
Por otra parte, el mejor curso de redacción es leer El Quijote. O, en general, leer. Leer buena literatura. Por eso, hay que desarrollar el hábito de la lectura en los aprendices. En mi época salvaje les exigía a mis alumnos una lectura quincenal. A lo largo del semestre leían 7 libros. Los podían escoger de una lista que les daba. Luego hacía comprobación de lectura con preguntas tan capciosas como de qué marca eran los bidones de aceite que usaban los mercenarios para esconder las armas en la novela de Frederick Forsyth Los perros de la guerra. No bastaba que vieran la película o leyeran el resumen que vendían en la Panamericana. Yo era salvaje, pero mis alumnos agradecen hoy la exigencia de entonces.
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