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Actualizado hace 7 hours | ISSN: 2805-6396

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Señores del nuevo derecho: a recoger sus frutos

11 de Marzo de 2015

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Javier Tamayo Jaramillo

Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia y tratadista

tamajillo@hotmail.com

 

 

Señores del nuevo derecho: a recoger sus frutos. La semilla sembrada en América Latina les ha dado inmejorables resultados. A nombre del marxismo y doctrinas afines, y apoyados en Schmitt, ideólogo del nazismo y enemigo del pluralismo ideológico y de la división de poderes, estamos frente a regímenes autoritarios de corte marxista, en países arruinados, en los que el Ejecutivo recibió en bandeja de plata la genuflexión de las ramas judicial y legislativa.

 

En su libro El Derecho de los jueces, López Medina, luego de justificar el triunfo del activismo judicial sin control, expresa así la función de los jueces activistas: “El análisis anterior muestra también que la puja por el control de las fuentes del derecho es una confrontación con contenido político entre ramas del poder público y, detrás de dichas ramas, entre formaciones sociales, con maneras alternativas de entender el Estado y la sociedad en la que cada grupo interesado usa sus recursos político- constitucionales para modelar a su favor los contornos del sistema (p. 267)”.

 

Es decir, para el nuevo derecho no interesa el pluralismo partidista, ni el Estado de derecho pacífico. Se trata, según López, de una lucha de clases y de poderes, donde los jueces con sus decisiones arbitrarias y subjetivas fallan, no en pos de la justicia del caso concreto, sino de un modelo político autoritario que ellos, los jueces afines al nuevo derecho, ayudan a construir. Es un estado de excepción permanente, dentro de un disfrazado Estado social de derecho. Es la fiel aplicación del principio amigo enemigo. Quien no está conmigo está contra mí. Y parte de la justicia, por ahora, se convierte en enemiga de los opositores políticos y en alcahuete de sus partidarios. Si el Ejecutivo es contrario a sus convicciones, a golpe de sentencias le impiden la gobernabilidad, y si les es afín, le justifican todo lo que esté al servicio del modelo. Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, con las reelecciones indefinidas y prohibidas en la Constitución, son prueba de ello. Se aplican los valores del nuevo derecho, poco importa lo que diga la Constitución.

 

Y Colombia se acerca cada día más al triunfo absoluto del nuevo derecho. Primero era solo la Corte Constitucional. Pero ahora, con horror leo que el presidente de la Corte Suprema de Justicia afirma que el Derecho no puede ser un obstáculo para la construcción del Estado social de derecho. ¡Qué miedo! Como magistrado de la Sala Penal, el doctor Bustos, en su personal concepción del método para construir el Estado social, puede, un día de estos, por ejemplo, condenar a la pena de muerte. Imagino que cuando habló no lo hizo a nombre de la Corte, pues bien conozco del apego al imperio de la ley, de muchos de sus magistrados. No, doctor Bustos, usted y los demás jueces que piensan igual no son los dueños del Derecho colombiano, ni sus valores son objetivos.

 

Pero mi idea inicial era referirme a la lucha desigual que el Ejecutivo, el Legislativo y parte de la Rama Judicial en Argentina, desataron contra los opositores y contra los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que, apegados a la Constitución positiva, heroicamente, han impedido la hecatombe. En aquel país, el nuevo derecho ha cumplido a cabalidad su método para apropiarse del poder. Y ¿quién es el artífice principal de este propósito?

 

Carlos Zanini, rasputín del régimen, militante maoísta, quien basado en las doctrinas de Schmitt, utiliza el método de la lucha amigo enemigo, tildando de fascistas a todos aquellos que se atreven a disentir y a marchar en memoria del fiscal que misteriosamente, luego de denuncias a la Presidenta, perdió la vida de un balazo en la cabeza. Toda esa embestida, con la ayuda de Zaffaroni, hasta hace poco magistrado de la Corte Suprema.

 

Para lograr ese cometido, los ideólogos del modelo argentino piensan en un gobierno autoritario, infiltrado por una corrupción que tiene sub judice a la Presidenta y al vicepresidente, por negociados a la vista de todo el mundo. Y para realizar el triunfo del derecho de los jueces, y la lucha de clases de que habla López Medina, el nuevo Derecho argentino consiguió que se conformara un grupo de jueces y fiscales denominado Justicia Legítima, cuya única función es enjuiciar y hostigar a quienes piensan distinto y absolver a los funcionarios corruptos del poder, sin tener en cuenta el derecho vigente. Para copar toda la Rama Judicial, el Parlamento aprobó una ley que faculta a la procuradora Gils Carbó para nombrar y remover los fiscales, según las necesidades del Ejecutivo, contrariando la Constitución. Y paralelo a los jueces del nuevo derecho, se crearon milicias marxistas, afines al modelo, bajo el título de La Cámpora. Frente a lo que se ve venir, un puñado de fiscales, jueces y magistrados se juegan la vida, enjuiciando a los trásfugas que han creado un estado autoritario que desconoce la Constitución. Pero pronto serán cambiados por jueces del grupo Justicia Legítima. Para empezar, Carbó nombró cuatro fiscales afines al gobierno, para que reemplacen al fiscal asesinado que puso la denuncia contra la Presidenta. Ellos se encargarán de absolverla por falta de pruebas.

 

Por lo pronto, pues, doctor López, hay dos cosechas para recoger: la de Venezuela y la de Argentina. Sobre la primera, es vergonzoso el activismo de la Fiscalía contra los líderes de la oposición. Pero ustedes justifican esta actitud, para lograr un sistema justo, poco importa que con el activismo judicial se instale la represión a los opositores. Allí tiene el resultado de la lucha de poderes y de clases que usted propone. La de la Argentina se demora un poco, pues los jueces contrarios al nuevo derecho mantienen la llama del pluralismo, aplicando la Constitución positiva.

 

La cosecha colombiana avanza poco a poco, con la unanimidad de los medios, que señalan como enemigos de la paz a los que no están de acuerdo con el gobierno.

 

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