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Actualizado hace 3 hours | ISSN: 2805-6396

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Curiosidades y…


Religión y realismo mágico

15 de Septiembre de 2016

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Antonio Vélez M.

 

Así escribió García Márquez en Cien años de Soledad: “Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria”. Pero mucho antes que Remedios, María, la madre de Jesús, también ascendió a los cielos en cuerpo y alma, Asunción certificada como dogma de los católicos. Al primer relato se le llama realismo mágico, un cuento, ficción; y para los que no son católicos, el segundo es muy parecido.

 

Todas las religiones del hombre poseen esa característica sobrenatural. Las creencias de los fieles comprenden milagros (curaciones en su mayoría), sucesos paranormales, hechos que vistos por los no creyentes son mera literatura, realismo mágico llevado a sus máximos extremos. Los dioses o divinidades son siempre seres sobrenaturales, con poderes que los sitúan por encima de todos los mortales seres humanos, y que viven “en los altos aires”. En todas las creencias existe una historia de la creación, un génesis, ingenuo, un cuento infantil, que no se compadece en absoluto con lo que conjetura la ciencia. Por ejemplo, en el núcleo de cada religión hay un mito de la creación, que explica cómo empezaron el mundo y el hombre. Darwin no cuenta: bastó un acto de voluntad de un ser todopoderoso.

 

Suele haber mensajeros celestiales, mesías, profetas; y seres formados por simbiosis entre dioses y humanos. Espíritus, fantasmas, santos, demonios, ángeles, querubines y otras deidades. Ciertos humanos privilegiados son elegidos por las divinidades como interfaz para transferir las enseñanzas del cielo a la Tierra, y, al menos en las religiones mayores, consignarlas en libros considerados sagrados: Tao Te Ching, para los taoístas; Granth Sahib, para los sijistas; el Popol Vuh, para los mayas; para el hinduismo son los cuatro Vedas y los Upanishad; El Corán, para los musulmanes; La Biblia, para los cristianos; La Torá, para los judíos...

 

Dentro del enorme conjunto celestial no faltan los ángeles, y hay también especialistas en la Tierra que se comunican con ellos. Igualmente, hay dioses especializados para aquellos fenómenos naturales que no sabemos explicar, y cuyas fuerzas nos superan: dioses para los rayos, las tempestades, los terremotos, los eclipses, el trueno… Y ángeles maléficos. Lucifer fue el ángel bello e inteligente, pero desafió el poder de Dios, y fue desterrado al Infierno. Y contra los demonios o malos espíritus existen exorcismos para sacarlos de la carne, para expulsarlo del cuerpo. Más ficción.

 

El realismo mágico de algunas religiones comprende animales, como humanización terrícola de dioses poderosos. Los egipcios adoraban al papión, mono sagrado, asociado con el dios Thoth. En India, las ratas que habitan el Templo de Karni Mata son sagradas, se las llama kabbas y reciben la visita anual de millones de piadosos peregrinos; nosotros, en cambio, las alimentamos con raticida. Pero hay hindúes que prefieren adorar al langur hanumán.

 

En el realismo mágico de algunas religiones existe la reencarnación: la mente o el alma adoptan un cuerpo material que viaja por distintos cuerpos, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un nivel de conciencia más alto. La creencia en la reencarnación ha estado presente desde la antigüedad. Aparece en el hinduismo, en el budismo y en el taoísmo, y también en algunas religiones tribales de África, América y Oceanía.

 

Y ¿qué hay cómo antídoto contra esas creencias mágicas, tan variadas, y en las que algunas se contradicen? Para cambiar ciencia ficción por realidades, ¿que ofrece la ciencia? Nada: las creencias son troqueladas en la infancia, cuando la magia se confunde con la realidad, en que no hay censores eficientes para filtrar las ideas. Entonces muy seriamente repetimos: la nuestra, una entre varios miles, es la única creencia verdadera, las demás son pura ficción.  

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