Protagonistas de tutela

Francisco Bernate Ochoa

Especial para ÁMBITO JURÍDICO

Libertad, igualdad y fraternidad fueron las consignas de los revolucionarios franceses del siglo XVII, movimiento que marcó un punto de no retorno para el Derecho moderno. La defensa de la libertad es, en últimas, la razón de ser y el norte del ordenamiento jurídico. La labor de legisladores, jueces y abogados no es otra que defender la libertad. Donde haya un abogado, hay un defensor de este valor supremo.

En procura de realizar sus sueños y anhelos, un puñado de jóvenes renuncia, entre otros derechos fundamentales, a su libertad, y decide encerrarse en un lugar llamado “casa estudio”, para competir por un lugar en el pedestal de la farándula colombiana, como los sucesores de Ronald Ayazo, Hernando Casanova y la siempre adorable Teresita Gutiérrez. Basta con sentarse por 10 minutos frente al televisor en una de las emisiones de este reality, para percibir los efectos que el enclaustramiento prolongado produce en el ser humano.

En aras de efectivizar las banderas de Jefferson, Rousseau y Mill, alguien asume las banderas de la noble causa de reivindicar siempre la libertad de cualquier ciudadano, con independencia de sus creencias, o niveles de autoestima, y decide que algo ha de hacerse. Si los ingleses se inventaron el habéas corpus como un mecanismo para combatir las privaciones ilegales de la libertad por parte de cualquier rama del poder, era hora de emplearla frente al denominado cuarto poder.

Y es aquí donde aparece un convencido de las libertades ciudadanas, un abogado a quien le habían cambiado los requisitos para obtener su título profesional, al haber establecido su universidad que el trabajo de grado se consideraría aprobado solo con una nota superior a 4.0, cuando originalmente se aprobaba sobre 3.0. Defensor de sus derechos, logró que el Juzgado 2º de Conocimiento de Pereira, en la acción de tutela tramitada con el número 2013-0003600, ordenase a la universidad le permitiera obtener su título de abogado.

Constitución en mano, invocando pasajes memorables de sentencias de nuestros altos tribunales, este aguerrido jurista estaba dispuesto a hacer historia y reivindicar los ideales por los que los revolucionarios habían entregado su vida. Interpuso entonces, ante un juzgado penal del Circuito de Pereira, una acción constitucional de habéas corpus, en contra de la programadora RCN Televisión, por cuanto los actores que participan de este reality se encontraban privados de la libertad en contra de su voluntad. Su propósito no era otro que poner fin a los padecimientos de los participantes de esta serie, quienes soportaban horas y horas entre cuatro paredes, sin contacto con el mundo exterior, enfrentando heroicas pruebas y sometiéndose a la permanente confrontación con sus implacables contradictores. Todo ello es poco menos que una afrenta al estado de Derecho, y algo había que hacer.

Lamentablemente para este jurista, el juzgado de instancia decidió denegar el habéas corpus, por cuanto el mismo, se sostuvo, solamente procede en contra de actuaciones de autoridades públicas, y la programadora accionada no tenía tal condición. Indignado, interpuso el respectivo recurso y, muy para su pesar, y para quienes queremos el regreso de la televisión culta, el Tribunal Superior confirmó la negativa de la acción, por las mismas razones.

En los tiempos del derecho dúctil, este aguerrido jurista no encontró un juez Herodes que compartiese su causa, por la que han corrido ríos de sangre, como es la reivindicación de la libertad. Para verdades, el tiempo, y este sabrá concederle la razón a un incomprendido jurista.

Por si tienen alguna duda, primero, la historia es real, y, segundo, no, al jurista no le compulsaron copias.