Propuesta para la crisis carcelaria

Omar Eduardo Gil Ordóñez

Instituto de Victimología de la Universidad Santo Tomás, Seccional Bucaramanga, IVUSTA Coordinador Área Capacitación y Desarrollo

@IVUSTABUCA.COM

oego69@hotmail.com

Como si fuera un evento más de aquellos que a menudo suelen hacerse en nuestras ciudades, varios utilizaron la expresión “cárcel al parque” para referirse a la muy grave situación que se vivía en el parque La Granja, de Engativá, donde más de setenta personas privadas de la libertad permanecían día y noche, tal cual lo hacen los asistentes a un espectáculo musical.

Fue de tal magnitud el hacinamiento en la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de la carrera 78 A con calle 77 A, al occidente de Bogotá, en la localidad de Bosa, que los capturados debían pasar los días esposados por parejas en el parque contiguo a la URI. Su lugar era el mismo destinado para el espacio público, que además se veía ocupado por un campamento conformado por varias carpas cubiertas por un plástico negro, a la manera de un cambuche propio de las invasiones de tierras; y lo que en materia de violación a los derechos humanos y a condiciones de insalubridad, que provocan vergüenza, se diga por tan particulares circunstancias de reclusión denunciadas por los medios de comunicación, resulta poco.

Bajo el título de La crisis carcelaria de siempre, No más paños de agua tibia para la crisis carcelaria y El nuevo Código Penitenciario no solucionará la crisis carcelaria, desde este espacio, el Instituto de Victimología (IVUSTA) de la Universidad Santo Tomás, Seccional Bucaramanga, ya se ha referido de manera directa, en tres ocasiones, a la problemática de los presos en Colombia, que parece no tener fin.

De nada ha valido el estado de cosas inconstitucional que, en relación con el sistema penitenciario, declaró la Sentencia T-153 de 1998; tampoco las múltiples denuncias sobre el tema, ni las voces de protesta por las ineficaces medidas que se ha pretendido implementar para tratar de dar solución a tan grave crisis. Una vez más lo decimos: ya es hora de pensar en serio y con responsabilidad.

Para ello, resulta pertinente reiterar con vehemencia, pero con respeto, que aquello de la “reinserción social y protección al condenado”, que el artículo 4º del Código Penal contempla como unas de las funciones de la pena, es una quimera y será letra muerta, en la medida que no exista un cambio de actitud y que “en la medida en que no nos preocupemos por reeducar, ayudar y asistir al hombre que no supimos ni quisimos formar cuando niño”, esto empeorará mucho más.

Sea pues la oportunidad para estudiar alternativas de solución y, en desarrollo de tal cometido, proponer que con el ofrecimiento de verdaderos beneficios tributarios y facilidades de financiación se convoque al sector privado y se le motive acudiendo a la responsabilidad social de las empresas, en procura de solucionar el problema desde todo punto de vista. Resultaría interesante que dejemos de tener centros de hacinamiento carcelario donde lo que se logra es la formación para el delito, y en cambio tengamos factorías donde, además de ofrecer formación en educación primaria, secundaria, técnica y hasta profesional, las pujantes compañías aprovechen la potencial fuente de mano de obra que se puede encontrar en los privados de la libertad.

Busquemos con sólidos fundamentos legales y sociológicos que, como un aporte para solucionar la crisis del sector carcelario, sean creadas e implementadas industrias y factorías que se erijan en verdaderos centros de resocialización que también sean de producción para el país. Lugares en donde allí, además de purgar una sanción por la comisión de una conducta punible, los internos aporten su mano de obra a quienes asuman este reto de responsabilidad y compromiso con el país.

Sin querer posar de innovadores, la propuesta queda sobre la mesa. Ahora es importante escuchar sugerencias que la puedan enriquecer y que aflore con solidez el concurso oficial y privado para, entre todos, contribuir a la solución de la eterna crisis de las prisiones en Colombia.