Predicciones fallidas
05 de Agosto de 2015
Antonio Vélez M.
En su libro Hablan los expertos, el periodista Victor Navasky señala que la ciencia de pronosticar es un negocio muy “impredecible”, de allí que cerca de la mitad de las personas que tienen en su poder una decisión de este tipo se equivocan. Y es que resulta bien difícil adelantársele al futuro, tener una visión anticipadora. Es una virtud de unos pocos, una especie de sexto sentido que no depende de la inteligencia ni de la especialización del sujeto. En cierta forma, tales individuos son “dueños” del futuro. Pero, como dice Navasky, hay que cuidarse de las dos predicciones extremas: pesimistas y optimistas. Tampoco, advierte, se puede confiar ciegamente en las predicciones basadas en estadísticas, ni en informes de mercadeo, porque al final de cuentas, el futuro es incierto y errare humanum est.
Erasmus Wilson, profesor de la Universidad de Oxford, dijo en 1878: “Cuando la Exposición Universal de París se cierre, la luz eléctrica se apagará también y nunca más escucharemos de ella”. En 1903, el presidente del Michigan Savings Bank le aconsejó al abogado de Henry Ford que no invirtiera en la Ford Motor Company: “Los caballos están aquí para quedarse mientras que el automóvil es una novedad, una moda”, fue su argumento. En 1927, ante la llegada del cine parlante, H. M. Warner Bros pronosticó: “¿Quién diablos quiere actores que hablen en las películas?”. Y Darryl Zanuck, alto ejecutivo de la 20th Century Fox, al ver en acción el primer televisor, afirmó: “Es una moda que no durará porque la gente pronto se cansará de mirar todas las noches una caja de madera”.
“Nunca he conocido a un guitarrista que valga un peso”, le dijo a su hijo un hombre sencillo llamado Vernon Presley. El hijo se llamaba Elvis. Jim Denny, hombre de negocios metido de lleno en el mundo de la música popular, le aconsejó al joven Elvis, luego de su primera presentación en público: “Amigo, no vas para ningún lado. Vuelve a tu oficio de manejar camiones”. Más de una vez, consejos bienintencionados como estos resultan con el tiempo estar bien equivocados: Elvis no solo se coronó como indiscutido Rey del rock, sino que aún después de muerto sigue produciendo dinero a chorros. Según la revista Forbes, en el 2012, Elvis obtuvo el segundo lugar entre las 10 celebridades fallecidas que más dinero ganan por año: sesenta millones de dólares.
“Los norteamericanos necesitan el teléfono, pero nosotros no. Tenemos suficientes niños mensajeros”, fueron las palabras ingenuas de Sir William Preece, jefe de la Oficina de Correo Británica, en 1878. Ahora bien, uno de los inventos más útiles en la vida diaria es, sin duda, la corriente alterna, bendición que nos llega a domicilio y con generosidad por las tomas de corriente repartidas por todas las paredes de nuestras casas. Sin embargo, el gran inventor Thomas Alva Edison, tal vez movido por envidia a sus competidores, pronosticó: “Tontear con la corriente alterna es sólo una pérdida de tiempo. Nadie la usara, nunca”.
Harry Potter y la piedra filosofal, el primer libro de Joanne Kathleen Rowling, convertido en uno de los mayores fenómenos literarios de la historia, fue rechazado por 11 editoriales que argumentaron razones de peso para hacerlo: “Los niños no quieren saber nada de historias de magos” o “nadie quiere leer libros tan largos”. Uno de los editores, incluso, le recomendó a la autora que no renunciara a su trabajo diurno, porque no le auguraba éxito alguno en la literatura. La editorial Bloombury, no obstante, le dio el sí, y ya sabemos que en los cinco primeros años, Kathleen Rowling logró amasar una fortuna que la puso a la par con la de la reina Isabel.
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