Al Margen
Pendiendo de un hilo
29 de Octubre de 2012
La dramática situación de los presos colombianos, que viven en un estado de cosas inconstitucional, contrasta con las exigencias de 11 reclusos de una cárcel del Estado de Nueva York (EE UU), que anunciaron una multimillonaria demanda porque las autoridades del centro penitenciario les prohíben usar hilo dental (el de los dientes).
Paradójico. Mientras en Colombia los internos claman por una vida en condiciones dignas, acceso a servicios de salud y satisfacción de necesidades básicas, en EE UU alegan que la falta de seda les ha perjudicado tanto su salud bucal, que ya les ha hecho perder una que otra muela.
Por eso no más, reclaman una indemnización de 500 millones de dólares (unos 900.000 millones de pesos) y el acceso inmediato al hilo dental, no importa la marca.
Para sustentar sus pretensiones, los reclusos de la prisión de Westchester, ubicada en Valhalla, alegan que padecen caries y fuertes dolores bucales, por el hecho de no poder acceder a este utensilio, que sí está permitido en otras cárceles del país.
El asunto no es de talla menor. Es un tema de seguridad. Según Justin Pruyne, vicecomisionado de la penitenciaría demandada, el hilo dental puede ser usado como un arma para atentar contra la guardia o contra otros reclusos, e incluso para que los demandantes hagan realidad sus sueños de fuga.
La idea no es descabellada. Cuenta la leyenda que algunos presos han aprovechado la resistencia que ofrece el hilo, para trenzarlo, hacer escaleras y lanzarse muros abajo. Otros, dicen, lo han untado con enjuague bucal o crema de dientes, para aserrar barrotes, gracias a lo abrasivo de los componentes.
Hay hechos que lo demuestran. Según la BBC, en 1994, un preso llamado Robert Dale Shepard fabricó una cuerda de cinco metros y medio con hilo dental, para escapar de una cárcel de Virginia (EE UU). Desde entonces, varias prisiones gringas han prohibido la venta de la seda en sus instalaciones.
Y en el 2000, en Turín (Italia), Vincenzo Curcio, un capo de la mafia siciliana, cortó con una seda de dientes las rejas de su celda, que estaban hechas con hierro bajo en carbono, y se dio a la fuga.
El mismo medio da cuenta de los múltiples usos que tiene el hilo dental, más allá de escarbar las encías: colgar cuadros, coser tejidos plásticos, cortar con precisión pasteles y quesos blandos, despegar las galletas cuando salen del horno, entre otras tareas hogareñas y de bricolaje.
Pero los presos de Valhalla aseguran que solo lo quieren para prevenir la caries, nada más. Incluso, afirman que las autoridades de la penitenciaría reconocen en su reglamento interno la importancia del hilo en el cuidado de la dentadura.
Sin embargo, los funcionarios advierten que ninguna norma estatal los obliga a proveerlo a los internos. Eso sí, muy conscientes de las necesidades de la población reclusa, aseguran que averiguarán si existe otro producto que lo pueda remplazar sin que se desate una crisis de seguridad nacional por fuga masiva de presos.
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