Verbo y Gracia
Palabras largas
12 de Abril de 2011
Fernando Ávila
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Versión 1: Los burgomaestres de las megalópolis latinoamericanas han escaneado información concerniente a las consecuencias que inciden en la existencia cotidiana de las comunidades básicas debido al excesivo manejo de aparatos electrónicos en los habitáculos residenciales.
Versión 2: Los alcaldes de las grandes ciudades de América Latina han visto datos sobre los efectos en la vida diaria de las familias por el uso excesivo de equipos electrónicos en las casas.
La versión 1 está escrita con palabras largas y la 2, con palabras cortas. La 1 se lee con mayor dificultad. La 2, con mayor facilidad.
Una de las claves para escribir textos legibles es el uso de palabras cortas. Es más fácil leer «sin fin» / «alcalde» / «dato» que «ininterrumpidamente» / «burgomaestre» / «información».
Es más fácil leer das / ifi / dian, que Departamento Administrativo de Seguridad / Instituto de Fomento Industrial / Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales. Por eso existen las siglas. Es más fácil leer «Todelar» / «bacrim» / «ovni», que «Tobón de la Roche» / «bandas criminales» / «objeto volador no identificado». Por eso existen los acrónimos.
Pues, bien. Resulta que la nueva Ortografía favorece la escritura de palabras largas, lo que, como se ve, en el mundo de hoy, va en contravía. Admite «cuarentaiocho» / «sesentainueve» / «noventaisiete» como opción para lo que siempre se ha escrito con palabras cortas, «cuarenta y ocho» / «sesenta y nueve» / «noventa y siete», que son más fáciles de leer.
En esa línea, la Ortografía dice que no serían censurables las formas «cuadragesimoséptimo» / «septuagesimonovena» / «quincuagesimoprimera», como opción para los ordinales posteriores a «trigésimo» que siempre se han escrito separados.
Observe usted que la expresión final puede ser más larga, «trigésima quinta», pero esa expresión es preferible a «trigesimaquinta», en la medida en que dos palabras cortas se leen más fácilmente que una larga. Eso, sin hablar de las espantosas calaveras que se formarían con estas palabras tan largas en la edición de periódicos, revistas y libros.
Ex
Una de las medidas más controvertidas de la nueva Ortografía es la de pegar «ex» a la palabra que modifica. «Ex» aparecía originalmente en el Diccionario como partícula, y se escribía separada, «ex presidente». En 1992 fue elevada a la categoría de preposición, y toda preposición por principio va separada, «ex presidente». En el 2001 se convirtió en adjetivo, y todo adjetivo va separado, «ex presidente».
No se sabe en qué momento «ex» pasó a ser prefijo, pues en la Ortografía se cuela entre los demás elementos que tienen ese carácter. Es aquí donde aparece la norma que indica que ya no se escribe «ex presidente», dos palabras cortas, sino «expresidente», una palabra larga.
Y si ahí terminara el problema, vaya y venga. Resulta que hay condiciones. Si «ex» se refiere a una sola palabra, va pegado, «exnovio» / «exministro» / «exvicepresidente», pero si se refiere a varias, va separado, «ex jefe de redacción» / «ex gerente general» / «ex chico de los mandados».
Aquí, señoras y señores, hay que ser muy inteligente para acertar. Por ejemplo, «excanciller colombiana» se debe escribir así, pues la persona a quien se refiere dejó de ser canciller, pero no dejó de ser colombiana. En cambio, «ex señorita Colombia» se debe escribir así, pues pegar «ex» podría constituir injuria.
En la medida en que las normas simplifiquen los procesos (nunca se tilda «solo», las preposiciones siempre van separadas, los cargos van en minúsculas) se facilita su cumplimiento. En la medida en que haya excepciones, se dificulta.
Eso, más lo dicho atrás sobre la facilidad de lectura, debe ser tenido en cuenta por la Academia, si quiere que sus normas se obedezcan y permitan la buscada unidad.
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