Curiosidades y…
Modelación mental
23 de Febrero de 2017
Antonio Vélez M.
La modelación mental fue un descubrimiento revolucionario de la evolución de la vida sobre la Tierra. Las experiencias del diario vivir van tejiendo en las redes neuronales, sobre un substrato heredado, una imagen comprimida del mundo; más exactamente, se van creando en el cerebro, réplicas de aquellas parcelas del mundo que se experimenten, y se integran en una sola unidad, mapa mental que se mantiene en permanente cambio, en forma automática. Y en todo instante nos sirve de guía para gestionar el momento siguiente y dirigir nuestras acciones. Aclaremos que los lapsus linguae se deben a que ese predictor se sale de su ritmo normal y se acelera. Y cuando el predictor es lento para generar palabras, recurrimos al eee…
Para hacer más efectiva la inteligencia, es necesario disponer de una representación del mundo, que sea pertinente al individuo. Y son precisamente las redes de neuronas los elementos que permiten crear, a escala reducidísima y de una manera misteriosa, dicha representación. No sabemos aún cómo. A esa útil representación se le llama simulación subjetiva.
La información se procesa en módulos especializados, rutinas cognitivas que, en algunos casos, se hallan localizadas en zonas específicas del cerebro; en otros, dispersas por toda la red neuronal. Como ocurre con la memoria y la conciencia: están en todas partes y en ninguna, al igual que la información almacenada en internet.
En algún momento del pasado, la especie humana dio un salto evolutivo crucial: el pensamiento. Una forma de navegar por la base de datos creada en la mente. El pensamiento hilvana, mezcla, inventa, modifica, busca analogías y se inspira en ellas, toma elementos y les impone nuevas funciones, crea simbiosis, desordena y crea nuevos órdenes. El pensamiento puede ser pasivo, como recordar una fecha; o activo: inventar una novedad. Sobre la representación mental, simula decisiones, las analiza, calcula, compara, infiere, sintetiza, mezcla, corrige. Y así nuestro mapa mental se “infecta de pensamiento” y cambia.
Cuando entendemos algo, es porque lo hemos representado, en forma clara y coherente, en nuestra red neuronal, y luego lo hemos integrado con el resto. Allí, en ese mundo virtual, podemos ensayar libremente, sin riesgos ni costos, para luego tomar buenas decisiones. Es posible también visitar el pasado, el nuestro, y por medio de los historiadores y los objetos heredados viajamos a pasados ajenos y remotos. Creamos una plataforma para emprender un viaje mental que no conoce dimensiones espacio-temporales, de aquí a las galaxias más remotas, de hoy hasta el próximo siglo, o devolvernos siglos atrás. Nuestra imaginación viaja con libertad, ligera como el viento, libre de toda atadura. Aparecen entonces las explicaciones del pasado, reconstruyéndolo con la imaginación, y auxiliados de nuestros conocimientos.
La conciencia nos permite percibir esos mapas mentales como imágenes, para luego manipularlos por medio del razonamiento abstracto. Por desgracia, y como fruto del envejecimiento, nuestro mapa mental se va deteriorando con los años, se le borran pedazos.
La abstracción constituye el fundamento del conocimiento, lo que le da eficacia y permite al cerebro determinar alguna propiedad o relación común a muchos casos particulares, haciéndola independiente del caso particular. Es una forma de economizar memoria, pues sería imposible grabarnos cada caso con sus detalles determinantes. Y aparece la creatividad: resolver un problema, perfeccionar un dispositivo, mejorar la ejecución de una tarea, inventar una historia, un poema, una melodía... Y podemos crear nuevos entes, surgidos de la nada. Así vamos transformando el mundo.
Ensayamos en las redes neuronales sin mayores esfuerzos, y a veces en nuestro mundo mental nos anticipamos ventajosamente a los hechos, especie de ubicuidad espacio-temporal. Con la experiencia creamos atajos en la mente. La capacidad para efectuar predicciones sobre el futuro constituye el quid de la inteligencia. Y es esta una de las funciones más importantes de nuestro cerebro, es decir, la capacidad de fabricar futuro, y lo hace en todo momento. El pensamiento simula en la mente la realidad, para que perezcan las ideas y no nosotros, como decía un biólogo.
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